Financiarización, Sociedades de Inversión y Apalancamiento Financiero: ¿Fenómeno puntual o tendencia estructural?.
Daniel Albarracín
Daniel Albarracín
Septiembre de 2008
La economía capitalista está sufriendo un conjunto de transformaciones importantes que necesitan ser comprendidas para su posible revisión y cuestionamiento. Nuevas figuras corporativas y operaciones financieras se extienden exprimiendo ventajas particulares en un contexto económico en el que los mercados financieros presiden la toma de decisiones a la hora de invertir.
La conducta del capital cada vez toma más en cuenta el valor de las acciones en los mercados financieros globales que los propios procesos de producción de bienes y servicios. El pasivo de los balances contables de un creciente conjunto de empresas es cada vez más dependiente de “recursos externos”. Un importante conjunto de empresas están seriamente condicionadas por la esfera financiera. El romántico empresario vocacional se encoge ante la primacía de un nuevo accionariado y unos agentes prestamistas que no guardan vínculo alguno con las actividades empresariales concretas salvo su interés de rentabilidad financiera –intereses, dividendos, etc…-. Las empresas no persiguen su viabilidad o conseguir un beneficio al uso, sino que deben rendir para aportar “un valor para el accionista o el prestamista”. Entramos en un contexto de financiarización de la economía.
Las sociedades de inversión surgen como nuevos agentes agresivos ávidos de obtener una rentabilidad alta y a corto plazo. Se trata unas figuras instrumentales, propietarias o de gestión de fondos, que invierten en diferentes esferas para rentabilizar excedentes del gran capital financiero –banca y cajas de ahorros-, compañías de seguros, grandes patrimonios y fortunas de familias acaudaladas –equity funds-, fondos de pensiones, o fondos de Estados –fondos soberanos-, muchas veces con base en conocidos paraísos fiscales (off-shore). Algunos de estos fondos se especializan en activos variables –fondos de inversión o hedge funds- y otros invierten directamente en empresas –capital-riesgo-. Éstos han conseguido conformar grupos de presión cuya influencia política se ha traducido en un tratamiento fiscal privilegiado. Su formulación más desregulada en España es el gravamen de sólo un 1% a las SICAV (Sociedades Inversión Colectiva en Activos Variables), muy por debajo del 30% que correspondería al impuesto de sociedades, de las que hay en nuestro país 3.250, y gestionan en las últimas fechas disponibles (2007) un patrimonio de 360.000 millones de euros.
Las sociedades de inversión adoptan formas de colocación de sus fondos con estrategias muy determinadas. Este tipo de “capital accionista” no está comprometido con la actividad en sí y suele diseñar planes cuyo propósito final es obtener una rentabilidad extraordinaria a corto plazo basada en racionalizar la producción y el empleo, minimizando costes, eliminando o externalizando áreas menos rentables –aunque sean viables-. El desarrollo de dudosas operaciones financieras y de cirugía organizativa, se ven amparadas en vacíos legales de un entorno desregulado. Las consecuencias negativas, en forma de pérdida de empleo o en heridas de muerte a la empresa, suelen quedar impunes.
Este tipo de línea, en suma, violenta una marcha eficiente, productiva y viable a largo plazo de la empresa y el empleo El tipo de estrategias más frecuentes suelen referir a una combinación variable de las siguientes prácticas:
a) Adquisición de la empresa mediante apalancamiento financiero. Algunas sociedades de inversión, compran una alta proporción o la mayoría de las acciones de las empresas objetivo con recursos de financiación externos y una aportación menor de sus fondos. Pueden endeudarse 10 o 30 veces por encima de sus recursos propios con el beneplácito de entidades financieras que, en el fondo, son promotores o cómplices de su actuación. Una vez adquirida la posición accionarial dominante y conseguir el control del gobierno de la empresa derivan a la propia empresa la deuda adquirida por el fondo (con transacciones tales como honorarios por consultoría, pago de primas de emisión, etc…), poniendo en riesgo los equilibrios básicos de salud empresarial, vaciando incluso el activo de contenido. El fondo planifica al mismo tiempo la venta deliberada de la empresa, tratando de, una vez reestructurada la empresa, colocar los restos de la empresa en el mercado, obteniendo pingües plusvalías.
b) Es muy frecuente que estas prácticas se realicen con sigilo y opacidad, y por tanto, escogen espacios empresariales cuya supervisión de órganos de control oficiales, como la Comisión Nacional del Mercado de valores, quede sin competencias. Para garantizar la impunidad de la no transparencia, suelen retirar de la cotización en bolsa las acciones de las empresas.
c) Realizan reestructuraciones mediante recorte y externalización de áreas de producción y servicio. Desinversión y fragmentación de parte del proceso productivo menos rentable o estratégico. Se persigue registrar costes y riesgos menores. El proceso de externalización y subcontratación deriva el riesgo y la responsabilidad de ingresos inciertos o menores a agentes empresariales periféricos, haciendo mucho más vulnerable las condiciones de empleo en ellos.
d) Practican maniobras de creatividad contable facilitadas por los mercados internos originados dentro de los grupos de empresa eludiendo responsabilidades ante los y las trabajadoras, el fisco, el medioambiente y los consumidores.
Estas operaciones, aunque con efectos desestabilizadores globales, suelen ser propicias en cierto tipo de sectores con ciertas características, por ejemplo, en empresas con altos niveles de facturación y liquidez, como en el sector comercial, que permiten al fondo ir pagando la deuda adquirida a corto plazo. O en empresas con posibilidades de aligeramiento de costes de funcionamiento operativo –en detrimento del servicio-, como el sector hostelero, de alimentación o de transportes.
Aunque pueda parecer sorprendente, este tipo de prácticas no son marginales y su incidencia es cada mayor. A nivel mundial, diversas entidades empresariales han sufrido esta “extorsión financiera”, siendo, entre otros sectores, el comercio y la hostelería objetivos preferentes para este tipo de fondos. Empresas que operan en España como Supermercados Dinosol, Cortefiel, la empresa de servicios de catering LSG Sky Chefs, o la empresa de transportes UPS España, S.A., la empresa Midorina-TPI Páginas Amarillas, o la empresa inmobiliaria Martinsa-Fadesa han sido víctimas de diferentes manifestaciones de estos procesos de “financiarización”.
Los sindicatos, hasta la fecha, no han podido intervenir más que ante hechos consumados, en expedientes de regulación de empleo, en los cuáles poco queda por hacer más que aliviar una tragedia difícilmente remediable. A este respecto, es preciso repensar y actuar para implantar una nueva estrategia de prevención y de transformación que ponga el cascabel al gato y apuesta por una regulación de este tipo de fenómenos de una economía financiarizada y en constante crisis.
1 comentario:
Buoooooooooo, me has copiado el diseño!!! xD
Vigila el inglés, machote, que tiene una pinta bastante regulin.
(por cierto, no sé si te has dado cuenta, pero no se pueden escribir mensajes anónimos, ¡hay que estar registrado en google!, ¿lo has hecho a propósito?)
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