30/10/19

Librecambismo y Proteccionismo en la revisión de la globalización capitalista. Un planteamiento alternativo


https://vientosur.info/spip.php?article15245



Daniel Albarracín. Octubre 2019.


El proceso de globalización capitalista asiste a su estancamiento. Esto conduce al recrudecimiento de procesos habituales de este modelo socioeconómico al encontrarse claros límites en la disponibilidad de nuevos mercados o posibilidades de ascenso de la productividad, condiciones sine qua non para su expansión. El camino al que nos lleva, para sostener la vitalidad del sistema, conduce, por un lado, a medidas de intensificación del trabajo, degradación de las condiciones de empleo y trabajo y vulnerabilidad de las garantías y, por otro, a la intensificación de la competencia comercial en varias de sus facetas: guerra de tipos de interés, de divisas y de rivalidad comercial por la vía arancelaria.



Esto se traduce en una redefinición del formato de globalización capitalista. El periodo de multilateralismo a favor del libre comercio (entre grandes compañías transnacionales) se revisa por un modelo que regresa, en una fase decadente, a un bilateralismo de nuevo cuño, una vez que los grandes mercados regionales están consolidados y estancados, atestiguado por un crecimiento del comercio mundial es cada vez más lento.



EEUU pierde su hegemonía industrial y es superado ampliamente por potencias emergentes, conservando simplemente el liderazgo militar. China supera en el terreno manufacturero y comercial ampliamente a las otras potencias internacionales, y además es el acreedor principal de EEUU, y empieza a contar con un buen papel en el terreno tecnológico. Sin embargo, EEUU no sólo compite en esta arena con China, también quiere subordinar a la UE, y abre una competencia directamente con ella si no lo acepta.



La instrumentación de esta pugna comercial se está materializando en forma de una guerra arancelaria, de un proteccionismo selectivo y punitivo que trata de garantizar los intereses del capital nacional estadounidense. Quizá sea el movimiento disciplinatorio previo para imponer nuevos acuerdos comerciales, cuyas condiciones de organicen por las grandes potencias, entre el bilateralismo y la imposición jerárquica a los socios que se adhieran. Se trataría, quizá, de un periodo de guerra, que precedería en un futuro a retirar esos aranceles, pero bajo el marco condicional de acuerdos definidos por el hegemón norteamericano. Pero es mucho más posible que esto desate también la mayor guerra comercial conocida desde los años 30.




Libre comercio y proteccionismo: cómo enfocar su abordaje.



El pensamiento convencional nos advierte de una tensión entre el proteccionismo y el librecambismo, como si fuese una suerte entre nacionalismo y universalismo, entre populismo y liberalismo. Esta tensión ignora la complejidad de la problemática y el conflicto subyacente.



Ni el libre comercio ha supuesto el desarrollo las sociedades, aun cuando haya beneficiado al capital transnacional, sino más bien al contrario, ha establecido una jerarquía entre países y empresas en virtud de la división internacional del trabajo y las capacidades de las potencias de establecer condiciones de trato desigual a centros, semiperiferias y periferias, fruto de ventajas absolutas desarrolladas (Shaikh, A.). Estas abocan a una divergencia real permanente entre economías y regiones. También ha conducido a una degradación de la calidad de bienes y servicios y la depredación de los entornos naturales.  



A su vez, el proteccionismo punitivo, basado en la guerra arancelaria, favorable a los capitales nacionales, distorsiona los intercambios y la distribución de mercancías, al generar una carrera que encarece los bienes y servicios, desequilibra la composición intersectorial de la producción, , puede desincentivar modelos más eficientes en favor de otros atrasados, empobrece a los productores y exportadores y, especialmente, a las familias asalariadas que se ven perjudicadas en su nivel de vida y su capacidad adquisitiva.




Tenemos que traer aquí la reciente imposición de nuevos aranceles de un 25% de EEUU a una serie de productos europeos, como una represalia a los países con accionistas de Airbus, y que afecta al sector del vino y del aceite españoles. Esta medida opone, además, a economías del interior de la UE (por ejemplo, la economía española contra la italiana o griega), y encarece las relaciones de intercambio.



Ni que decir tiene que debemos prevenirnos y distanciarnos tanto del librecambismo o el proteccionismo punitivo. Sobre estos, debemos primar modelos de desarrollo endógeno, de comercio justo, de economía de proximidad, producir para las necesidades regionales, relativizando el vector exportador y cambiar el papel subalterno al que se nos reserva en las periferias y semiperiferias con estas exportaciones de materias primas, que, por otra parte, redundan en un formato ecológicamente insostenible, porque no contemplan los costes medioambientales de los monocultivos, el transporte y la energía empleados, y que comporta un resultado neto negativo para la biosfera en términos de carga para el planeta.





Por un modelo de comercio justo y desarrollo endógeno sostenibles