15/2/17

Setenta personalidades de distintos países europeos firman un manifiesto para desobedecer tratados europeos 'injustos'

A partir de mayo de 2010, la deuda se convirtió en un tema crucial en Grecia y en el resto de la zona euro. El primer programa de 110.000 millones de euros implementado por la Troika—constituida para su elaboración y ejecución— provocó un enorme y abrupto aumento de la deuda pública griega. El mismo proceso se repitió en Irlanda (2010), Portugal (2011), Chipre (2013) y en España bajo una forma peculiar. Los programas tenían cinco objetivos fundamentales:

1.- Permitir a los bancos privados[1] recibir una ayuda pública con el fin de no pagar la factura del estallido de la burbuja de crédito privado que habían creado y evitar una nueva crisis financiera privada internacional de gran amplitud.[2]

2.- Dar a los nuevos acreedores públicos,[3] que sustituyeron a los acreedores privados, un enorme poder de coacción sobre los gobiernos y los Estados de los países periféricos con el fin de imponer una política de austeridad radical, de desregulaciones (en contra de toda una serie de conquistas sociales), de privatizaciones y de fortalecimiento de prácticas autoritarias (véase el punto 5).

3.- Preservar el perímetro de la zona euro —o sea, mantener dentro de la zona euro a Grecia y a otros países de la periferia— lo que constituye una potente herramienta en manos de las grandes empresas privadas europeas y de las economías que dominan esa zona.

4.- Hacer que la profundización de las políticas neoliberales, en particular, en Grecia, aunque también en otros países de la Periferia, sea un ejemplo y un medio de presión para el conjunto de las poblaciones europeas.

5.- Reforzar a escala europea (tanto en el ámbito de la UE como de cada Estado miembro) formas autoritarias de gobierno, sin recurrir directamente a nuevas experiencias de tipo fascista, nazi, franquista, salazarista o del régimen de los coroneles griegos (1967-1974).[4]

Debemos aprender del fracaso de la política adoptada por el gobierno de Alexis Tsipras en 2015 para romper con la austeridad. Así mismo, es necesario ser concientes de las limitaciones de la experiencia del gobierno socialista minoritario de Antonio Costa en Portugal.[5]
Una orientación alternativa y favorable a los intereses de los pueblos debe abarcar, al mismo tiempo, la austeridad, la deuda pública, los bancos privados, la zona euro y la oposición a las políticas autoritarias. El balance del periodo 2010-2016 en la zona euro es bien claro: es imposible salir de la austeridad sin aportar respuestas al menos a esos cinco problemas. Por supuesto, se necesita agregar que la alternativa debe también abordar otros problemas, como la crisis climática y ecológica, la crisis humanitaria ligada al fortalecimiento de la Europa fortaleza que cada año condena a una muerte segura en el Mediterráneo, o en otros lados, a miles de personas inmigrantes o demandantes de asilo, la crisis de Oriente Próximo. Se trata también de luchar contra la extrema derecha y el aumento del racismo. Teniendo en cuenta la victoria de Donald Trump, y después de la aparición del movimiento amplio que ha llamado a luchar en primera línea contra Trump y sus proyectos, la izquierda anticapitalista eco-socialista, los movimientos sindicales, sociales, feministas y ecológicos europeos deben construir puentes con las fuerzas que resisten en Estados Unidos.

Una gran parte de la izquierda radical con representación parlamentaria tenía, y todavía tiene, una percepción errónea de la integración europea mediante la UE y la zona euro. Para explicarlo en forma simple, esta izquierda ve en la UE y a la zona euro más ventajas que inconvenientes, y considera que tanto la UE como la zona euro son compatibles con la vuelta a políticas socialdemócratas, con un poco menos de injusticia, con cierta recuperación del keynesianismo.

9/2/17

La Unión Europea contra Europa. Desobedecer y Caminar.


http://www.vientosur.info/spip.php?article12190



07/02/2017 | Daniel Albarracín

El propósito de estas líneas es contribuir al debate, centrándonos en las estrategias que las fuerzas políticas progresistas en Europa han estado desarrollando. Debatir con ellas será de utilidad para intentar construir propuestas que abran un camino de ruptura con la camisa de fuerza del Sistema Euro y la Europa del Capital

Parece conveniente destacar algunos puntos del nuevo contexto político. Sólo por mencionar algunos, en relación a la situación socioeconómica:

• La economía europea se encuentra en un ciclo de recuperación débil, en el marco de tasas de rentabilidad bajas, bajos niveles de inversión, tendencias deflacionistas, serios problemas en las hojas de balance contable de una parte importante del sistema bancario, y una depresión salarial combinada aún con un elevado desempleo y tasa de inestabilidad laboral. El diseño de la Eurozona está conformada para exportar la crisis de los países europeos centrales a los demás. El más alto crecimiento actual en algunos países periféricos se debe al severo ajuste en la recesión anteriormente vivida, a modo de efecto rebote. La recuperación rampante reciente, no ha logrado alcanzar los niveles de producción de antes de la crisis, es débil y va a ser de corta duración.

En relación a la situación social y política es importante destacar:

6/2/17

El tormentoso debut de Trump (Claudio Katz)



Claudio Katz[1]

RESUMEN

Trump impulsa un proyecto reaccionario que no se clarifica indagando el populismo. Promueve un giro autoritario con sostén para-institucional para favorecer a los capitalistas. La inédita resistencia en las calles reflota tradiciones rebeldes y acota su margen de acción.
En la estratégica pulseada con China pretende renegociar tratados sin retornar al viejo proteccionismo. La agresión a México es una advertencia a los grandes competidores y el maltrato a los inmigrantes anticipa una fase de neoliberalismo xenófobo.
El componente keynesiano de Trump no atenúa su carácter regresivo. El ascenso del magnate potencia el belicismo y enlaza la crisis europea con el devenir estadounidense. El impacto sobre América Latina es mayúsculo.



Trump confirmó en sus primeros días que es un mandatario reaccionario con múltiples planes de atropellos. Mientras crece la resistencia callejera, la viabilidad de su agresión es una incógnita. Pero en cualquier caso, una acertada caracterización de su proyecto vale más que incontables vaticinios.

UNA AGENDA VIRULENTA

Las órdenes ejecutivas que firmó el magnate ilustran sus propósitos trogloditas. Ratificó la construcción del muro a cargo de México, puso en marcha la expulsión de indocumentados, anuló el visado para varios países árabes, anunció la quita de subsidios federales a las ciudades que protejan inmigrantes, inició la liquidación del seguro de salud (Obamacare) y congeló la contratación de empleados estatales.
            Su gabinete de generales y multimillonarios incluye expertos en destruir la educación pública (Betsy DeVos), vaciar el sistema sanitario (Tom Price), liquidar el ambientalismo (Scott Prui) y congelar el salario mínimo (Andy Puzder). Su vicepresidente (Mike Spence) lidera las campañas de penalización del aborto y sus principales funcionarios son declarados anti-islamistas (Michael Flynn) o pregoneros del suprematismo blanco (Bannon).
            Como el exponente del lobby petrolero (Tillerson) ya rehabilitó la construcción de oleoductos contaminantes, es posible un debut represivo contra los pobladores que resisten en Dakota, esos devastadores emprendimientos.
La predisposición de Trump por el garrote se verificó en su justificación de la tortura. Garantizó protección total a las actividades de la CIA y subió el tono de los insultos contra la prensa por su cobertura de las manifestaciones opositoras. Con una fábula sobre los sufragios fraudulentos, prepara algún mecanismo de disuasión del registro de votantes.