23/1/18

EL FONDO MONETARIO EUROPEO: Un instrumento financiero de gobernanza austeritaria y ¿cortafuegos de la crisis bancaria?.



Daniel Albarracín 10/01/2018. Secretaría de Europa de Podemos.
Puede encontrarse publicado en Viento Sur aquí. 

La Unión Europea, tras varias conmociones económicas, geopolíticas e institucionales serias, cuyas consecuencias no se han cerrado, y tras un periodo de bloqueo y parálisis, puede estar pasando a una nueva fase de revisión de su modelo de gobernanza económica. La parálisis institucional de la UE podría estar desbloqueándose, limitadamente, en el capítulo referido a la capacidad financiera de las instituciones europeas, tras despejarse algunas incógnitas para lo que puede ser un Brexit blando y con la previsible formación de un gobierno conservador-SPD en Alemania. 


La formación de gobiernos de extremocentro  (Alí, Tariq; 2015), que representan, con nuevas formaciones o coaliciones, el núcleo compartido de la orientación política por los partidos neoliberales y socialiberales que han venido sustentando los regímenes políticos europeos de los últimos treinta años- en un escenario de suavizamiento temporal de la crisis económica, podría conducir a la modificación de la arquitectura económica e institucional existente. Esta podría reorientar, entre otros capítulos de la gobernanza económica, los recursos de la Unión Europea, que hoy por hoy son exiguos en comparación con los que disponen los Estados Miembros, irrisorios para cualquier política fiscal significativa, y que está, por ejemplo, muy por debajo del ya modesto, en términos relativos, presupuesto público de los EEUU, hacia una política más consistente en cuanto a la capacidad de exigir medidas de ajuste estructural. En aras de afianzar las políticas de disciplina fiscal, se promoverían medios –en cualquier caso, reducidos- para la estabilización del sistema financiero que pudiesen paliar una venidera crisis bancaria. Se redirigirían viejos programas de inversión, estructurales y sociales haciendo posible una limitada actuación anticíclica en países que sufran crisis, siempre y cuando hayan acatado las reformas neoliberales en su estructura económica, presupuestaria y de gasto.

Se ha producido un debate entre las élites europeas, circunscrito a la dimensión institucional, sobre las causas de la endeble estructura y dinámica económica, que ha acompañado algunas discusiones políticas existenciales del proyecto de la UE. Mientras que la agenda neoliberal, en sus diferentes formatos, achaca la crisis a la indisciplina presupuestaria y la ausencia de reformas estructurales en países menos competitivos, hay otros que atribuyen los problemas a la crisis de inversión, la hipertrofia financiera, o la desigualdad. Independientemente del diagnóstico o la perspectiva todos partían de que una nueva crisis financiera puede poner en tela de juicio la Eurozona, y una crisis bancaria podría desencadenar una nueva y más profunda recesión. Los que son favorables a la arquitectura vigente del Sistema Euro (Husson, M.; 2012), tanto los neoliberales del extremo centro como los ordoliberales alemanes, toman la iniciativa para tratar de consolidarla, para que la UE no se desarticule y siga sirviendo a las oligarquías financieras y las corporaciones transnacionales europeas.


 ¿Desbloqueo institucional y gobiernos de extremo centro?

14/1/18

La metamorfósis del mapa político en el centro de Europa (presentación)


Amelia Martínez Lobo y Daniel Albarracín Sánchez
 Este texto contiene la introducción al número 154 de la Revista Viento Sur dedicada a analizar el cambio político producido en las elecciones nacionales de diversos países de Centro Europa.


En este 2017 ha habido una sucesión de elecciones en varios países, en países considerados el centro gravitatorio en Europa. Aquí ofrecemos análisis centrados en Alemania, Austria, Países Bajos, pero también Francia o Reino Unido.

Entendemos las elecciones como un termómetro para analizar la coyuntura de una realidad poliédrica. Un cambio en el mapa político parlamentario sólo muestra el retrato robot, un agregado aritmético que representa de manera borrosa, distorsionada y plana una hegemonía política. La hegemonía social sólo es posible dotarla de sentido material, siempre tenso y, como ahora, en disputa, a través de las relaciones y prácticas sociales de sujetos concretos en el orden político, discursivo, productivo y cotidiano. Así, al igual que un cambio social subyacente se suele traducir con retraso en el mapa parlamentario de partidos, tampoco el cambio de la representación parlamentaria equivale a un cambio automático de las políticas, tal y como nos advierte Christine Poupin para el caso de Macron en Francia. Ahora bien, con el cambio sustancial del mapa político y todo su alcance, no hacemos más que constatar que las sociedades, también en el centro de Europa, están sufriendo un cambio de hegemonía desde hace tiempo.

En cuanto al cambio social, la formación de sujetos antagonistas (expresados en prácticas, organizaciones, discursos e iniciativas, siempre materiales) precede al cambio político. Las subjetividades antagonistas se desarrollan condicionadas por el dominio del capital, que sujeta a la mayoría social a unas condiciones de vida y trabajo vulnerables en el orden de la experiencia material, reforzadas por la configuración de los medios de masa de la agenda y debate público. Esas relaciones de poder se consagran en aparatos político-estatales y regímenes, durante épocas, que venían dirigiendo gobiernos, que amparan los intereses generales del capital, y que se venían sosteniendo con cierta legitimidad bajo una cierta tensión funcional entre la fracción izquierda y derecha de los partidos tradicionales surgidos tras la IIGM. Estos dieron lugar, tras los años 70, a un polo neoliberal conservador y un polo socialiberal, que facilitaban una renovación de las élites sin poner en tela de juicio las relaciones sociales fundamentales –las de propiedad, las productivas, las de las relaciones salariales-. Pero el mundo político ha dejado de ser estable, cuanto menos desde crisis de 2008, y desde entonces, con años de retraso, vivimos una crisis política desconocida desde, por lo menos, los años 70.

Asistimos a un proceso de erosión de la partitocracia tradicional, especialmente acusada entre los partidos socialdemócratas, castigados por su complicidad en la aplicación de políticas de austeridad, sólo algo compasivas si lo comparamos con las fuerzas de derecha. Parcialmente vienen ocupando su lugar y papel nuevas fuerzas, progresistas o reaccionarias, con una vocación de protección, sea bien inclusiva de las clases populares y de promoción de sus derechos y bienes públicos, sea bien de un abstracto sujeto nacional que ve amenazado su bienestar económico.


11/1/18

Europa no funciona


 http://ctxt.es/es/20180110/Politica/17170/union-europea-fracaso-convergencia-brechas-en-economia-capacidad-productiva-y-monetaria.htm
A pesar del tan proclamado objetivo de la convergencia y de afirmar que representaba la quintaesencia del ‘proyecto comunitario’, las brechas que separan a economías con dispares capacidades productivas y competitivas se han ensanchado
Miguel Urbán / Daniel Albarracín / Fernando Luengo

<p>Planta de producción de coches.</p>
Planta de producción de coches.
PIXABAY
10 de Enero de 2018


Es moneda común referirse a la crisis económica como un episodio que se está superando o que, incluso, ha pasado a la historia. Este planteamiento autocomplaciente lo encontramos en los dirigentes del Partido Popular, en la mayor parte de los gobiernos europeos y en los responsables de las instituciones comunitarias. Y, por supuesto, inunda hasta la saciedad los medios de comunicación.
Para respaldarlo, se presentan indicadores como el crecimiento del Producto Interior Bruto, la reducción del déficit público o la creación de empleo; sin el menor rubor, se ocultan o se distorsionan otros, que apuntan justamente en la dirección contraria, como el aumento de la desigualdad, la creciente precarización de las relaciones laborales, la progresión de la desigualdad, la debilidad del sector bancario o el alza de la deuda pública.

En estas líneas, siquiera de manera somera, queremos entrar en este debate, poniendo sobre la mesa un asunto que la mayor parte de los análisis omiten y que, sin embargo, es clave para entender dónde estamos y qué desafíos nos esperan: la localización espacial de la industria manufacturera.