6/6/15

Los acreedores persiguen derribar al gobierno de Syriza.



Los acreedores persiguen derribar al Gobierno griego



Estas son las preguntas que me formuló Angel Ferrero desde Sputnik y mis respuestas en su versión completa. La entrevista, tal y como apareció, puede seguirse aquí.




Este lunes comenzó una semana crucial para Grecia. ¿Qué tipo de acuerdo podrían alcanzar Atenas y Bruselas?
 No se ha alcanzado ningún acuerdo en sí. Se ha pospuesto la decisión y se ha solicitado, porque los procedimientos lo admiten, postergar y agrupar el pago de los compromisos de este mes hasta finales de Junio.
El gobierno Tsipras ha mostrado disposición a alcanzar un acuerdo incluso retrocediendo en sus líneas rojas. Lo cual podría suponer aceptar algunas medidas para autoexigirse un superávit primario moderado, aumentar la edad efectiva de jubilación, aumentar el IVA o admitir nuevas reformas fiscales y en la seguridad social. Pero las posiciones intransigentes de los acreedores no aceptan ni eso, porque persiguen derrocar financiera y políticamente a cualquier gobierno de izquierdas.

La presión es enorme. En Syriza hay dos líneas, cada una de las cuáles guarda algún punto de razón. Pero el momento exige una postura unitaria y fuerte, para lo que sería hacer frente a una decisión francamente difícil: o admitir entrar en la senda de una gestión de la austeridad, lo que implicaría una mutilación a plazos; o bien emprender un camino, que en principio es un paisaje desértico, y cuyo horizonte y dificultad es difícil de vislumbrar.

Las opiniones de los expertos son cada vez más pesimistas. El economista Wolfgang Münchau, colaborador de Financial Times, cree que la suspensión de pagos es inevitable. Goldman Sachs ha advertido este lunes de que Grecia tendrá que elegir entre convocar nuevas elecciones o anunciar el cese de pagos. ¿Comparte estas opiniones?

 Estas personas e instituciones buscan precipitar acontecimientos, y ocasionar un escenario de caos, que ponga en la picota al gobierno de Syriza y crear la ocasión para un proyecto para Europa que parece estar larvándose desde hace un tiempo. Un proyecto que podría adoptar la forma de una unión fiscal y política en términos poco democráticos y profundamente favorables a las élites financieras y oligarquías en general.
Ni que decir tiene que, en condiciones normales, Grecia debiera, sea bien por la insostenibilidad financiera sea bien por un ejercicio político de soberanía, plantear una suspensión de pagos. Pero es que no estamos atravesando una situación normal.
En primer lugar, el marco financiero creado en Europa está diseñado para generar, tal y como apunta Phillippe Legrain, una prisión de deuda. Se trata de una situación financiera en la que los países apenas tienen la opción de declarar impagos de ningún tipo, y en la que lo decisivo es que permanezca su dependencia financiera y que sigan acatando las condicionalidades y, por tanto, su política económica siga siendo dictada desde fuera de sus fronteras.
En segundo lugar, habría que mencionar, la inmensa operativa generada en torno a los Memoranda de Entendimiento y los programas de ajuste de 2010 y 2012, que ha supuesto una enorme sustitución de acreedores. Con esta operación la exposición del riesgo de los inversores privados ha sido sustituida por la asunción del mismo por instituciones públicas -mediante préstamos bilaterales, préstamos del BCE y del FMI, y especialmente el siniestro Fondo de Europeo de Estabilidad Financiera y su heredero el Mecanismo Europeo de Estabilidad-. Con ello también los bancos norteamericanos - que son los que tienen los derivados en este caso- se han librado de tener que asumir los costes de pagar los seguros de impago de un default). Se trata de una socialización de pérdidas paneuropea, un mecanismo de integración económica desde las élites que han conseguido traspasar todo el sacrificio a los contribuyentes europeos.
En tercer lugar, porque Grecia ha mostrado criterio propio y quiere desarrollar un programa de izquierda. Eso queda fuera de la agenda de las élites europeas, y consideran que, ante el riesgo de que otros países pudiesen seguirle, es necesario desalojar al gobierno con medidas económicas y financieras extraordinarias.
Las instituciones acreedoras ya plantearon un dilema a Tsipras: o sigues de primer ministro -y apartas a la minoría de tu partido- y sumas a Pasok y Topami a tu gobierno, o sigues de líder de Syriza, pero no las dos cosas al mismo tiempo. El propósito es generar un periodo de caos financiero y penuria económica que quiebre la confianza del pueblo griego en sus gobernantes.
No creo que el gobierno griego se inmole con nuevas elecciones, pues tiene otras opciones, tales y como podría ser convocar un Referendum sobre las condiciones de devolución de la deuda, que permitiese explicar el escenario que se abriría, de dificultades pero también de ejercicio de soberanía. Pero esto es algo que puede decidir el gobierno de Syriza al comprobar la intransigencia de sus acreedores que no aceptarán reestructuraciones del principal y menos aún que se discutan sus condicionalidades.

Algunos medios afirman que la opción de una ‘salida ordenada’ del euro, como plantearon Lapavitsas y Flassbeck, gana adeptos en el Gobierno de Syriza. ¿Qué tipo de consecuencias tendría una salida de Grecia de la unión monetaria? En este sentido, Münchau incluso ha propuesto crear un sistema híbrido, con una divisa paralela denominada en euros para recapitalizar los bancos.

 La población griega no respalda la salida del euro ni la mayoría de Syriza tampoco. La consigna "ningún sacrificio por el euro" cobra más sentido que nunca, lo que implica que asumen que si hay que escoger entre una política social y soberana o permanecer en el euro, lo tienen claro. Pero la opción escogida no es la de emprender una salida del euro, sino dejar esa responsabilidad a Bruselas, en tanto que la salida del euro puede ocasionar más problemas que ventajas mientras no haya condiciones internacionales solidarias y unas bases económicas de mínima entidad y autosuficiencia para construir un nuevo espacio monetario.
Pero es posible que las instituciones europeas decidan cortar el grifo a Grecia, sin ello implicar la salida automática. En esas circunstancias Grecia tendrá que buscar financiación en otros bloques, que por desgracia aún sumando a Rusia, China y América Latina no pueden sustituir la capacidad financiera para un país de la eurozona como Grecia que tiene transacciones internacionales en un 80% en euros, y emitir pagares para facilitar las transacciones al interno. Sin duda alguna, si se le expulsa de la eurozona, las medidas a adoptar han de ser de mayor envergadura, y una de ellas sería declarar una moratoria, de cara a estudiar las condiciones de una suspensión de pagos o default selectivo que liberase de la inmensa carga financiera a Grecia y emprender reformas fiscales progresivas, acompañado de un control de movimiento de capitales transitorio y la reconstrucción de una banca pública. Asimismo, exigiría el establecimiento de propuesta de vínculo y cooperación a nuevos gobiernos populares que pudieran subir en los países europeos o fuera de ellos.
No sería en modo alguno un camino fácil. Durante unos meses habría dificultad de pagar al funcionariado, y habría una devaluación efectiva de la moneda (al convivir los pagarés como nueva moneda y el euro cada vez más escaso), y medidas que podrían ocasionar un empobrecimiento de Grecia. Pero podrían disponerse recursos nuevos al no tener que pagar la deuda y contar con nuevos ingresos fiscales o disponer mecanismos bancarios propios para poder actuar. Se abriría un camino difícil, pero soberano. También se activarían las alarmas en Europa, pues el impacto en el crecimiento europeo podría restar un 2% del PIB. En ese escenario, los contribuyentes europeos comprobarían que las ilegalidades e irresponsabilidades de los dirigentes de las instituciones europeos, muy atentos a los consejos de las elites financieras centroeuropeas, ha conducido a dañar a su bolsillo.
Podría, tal y como revelará la Truth Committe and Audit on the Greek Debt el próximo 18 de Junio, en la que estamos participando, como los gobiernos centroeuropeos han empujado al resto, siendo cómplices, a quebrantar la propia regulación europea con los rescates a Grecia, cometiendo acciones ilegales con su política financiera (creando instrumentos como el siniestro FEEF, generando unas condiciones de chantaje inadmisibles para, por ejemplo, las recomendaciones de la ONU, o con la socialización paneuropea de las deudas privadas) que persiguen generar un escenario y un marco, sin consulta democrática alguna, de tiranía financiera que conduzca a una modificación de la UE en términos austeritarios.

Algunos economistas y politólogos han barajado la posibilidad de que Grecia busque financiación fuera de la Unión Europea, como Rusia o China. ¿Es esta opción posible?


Como hemos apuntado, esa opción no es una hipótesis. Varoufakis visitó al Reino Unido, de la que no obtuvo más que una buena respuesta política, pero no material. Ha conseguido alcanzar acuerdos con Rusia, por un montante modesto pero significativo, a cambio de permitir el paso del gas por su territorio; está vendiendo patrimonio griego a China, como el puerto de Pireos; y está solicitando la cooperación con países de América Latina en términos financieros. Pero, como también decía, quizá su capacidad no sea suficiente para las necesidades inmediatas de Grecia. Todo depende de que otros países europeos, o bien de un cambio del esquema de funcionamiento europeo, lo permita. Grecia puede abrir nuevas veredas difíciles de transitar, pero que puede invitar a otros a entrar por ellas y construir algo juntos, algo que Grecia sola no puede. También puede aceptar condiciones draconianas, algo que sería muy distinto a lo que pude entenderse en Febrero pasado, en términos de ganar tiempo, porque ahora de lo que se trata es de que se quiere doblegar a un gobierno, y ya sabemos que si el gusano se enrosca es más fácil pisarle. En suma, parece que la solidaridad internacional con Grecia urge, porque le va la vida no sólo a la población griega, sino también a los pueblos que aspiren a poner en su sitio a unas oligarquías financieras dispuestas a casi todo.

No hay comentarios: