Michel Husson | Viento Sur | 11/11/2015
Mientras que la zona euro esboza una
fase de recuperación muy moderada, los pronósticos alarmistas respecto a
la trayectoria general de la economía mundial se multiplican: por
ejemplo, Le Monde del 20 de octubre titulaba “El crecimiento chino se ralentiza, la economía mundial sufre“. Christine Lagarde/1 enumera las “razones para estar inquietos en torno a la situación económica” y Jacques Attali/2 anuncia que “el mundo se acerca a una gran catástrofe económica“.
Comencemos trazando un breve panorama de
la coyuntura: el crecimiento mundial se ralentiza, principalmente en
los países emergentes, salvo en India. Esta tendencia se retroalimenta
con la caída de los precios de las materias primas y se transmite a los
países avanzados. El comercio internacional también se ralentiza, al
mismo ritmo que el PIB mundial, como si la globalización productiva
hubiera tocado techo. La zona euro registra una recuperación muy tímida y
desigual. Estados Unidos y el Reino unido, siguen aprovechándose de las
circunstancias (se benefician un poco) pero el crecimiento tiende a
ralentizarse en un caso y en el otro resulta artificial.
En el campo de la “esfera financiera”, el quantitative easing
(flexibilidad monetaria) alimenta la burbuja de activos en lugar de
alimentar la inversión productiva, que se estanca. Y la única
perspectiva -hasta ahora retrasada- de un repunte del tipo de interés
del FED (Banco Central de EE UU) pesa como una espada de Damocles
hasta el punto de desestabilizar las monedas y los mercados financieros
de numerosos países. En fin, “la incertidumbre y las fuerzas complejas pesan sobre el crecimiento mundial” para retomar la fórmula del FMI en sus últimas perspectivas/3.
De este cuadro puntilloso, se pueden extraer las tres características fundamentales de la coyuntura actual:
· La persistencia de las “secuelas de la crisis financiera mundial”;
· Las perturbaciones de la economía mundial;
· La perspectiva de un “estancamiento secular”.
Las secuelas de la crisis financiera mundial
La flexibilización monetaria permite
a un Banco Central la compra de títulos. De ese modo crea moneda que,
inyectada en la economía, debería hacerle despegar. Admitamos que eso
haya podido funcionar durante un tiempo en Estados Unidos. Pero el hecho
nuevo es que se comienza a tomar conciencia de que este tipo de medidas
tiene efectos colaterales preocupantes.
El presidente del Banco federal de Dallas, Richard Fisher (de poco peso en el seno del FED), resume de esta manera su escepticismo: “el
dinero que hemos impreso no se ha distribuido tan bien como lo
hubiéramos deseados. Un gran cantidad ha servido para la especulación
corrupta o, con más exactitud, corrosiva“/4. Durante esa conferencia, llegó incluso a citar un poema de Jonathan Swift, fechado en 1735: “El
dinero, la sangre vital de la nación/ Se estanca e infecta en las
venas/Al menos que una buena circulación/garantice su movimiento y su
calor”/5.
La ineficacia a largo plazo de las
políticas monetarias se explica en función de varios mecanismos o de los
efectos secundarios que pesan en la coyuntura actual. De entrada, la
inyección de moneda se hace a ciegas y nada garantiza que la liquidez se
vaya a utilizar para favorecer las inversiones. Por el contrario,
termina por alimentar la especulación y provocar un incremento del
precio de los activos que no beneficia más que a los ricos y conduce a
la formación de burbujas [financieras].
Tipos de interés históricamente bajos
La flexibilidad monetaria conduce
simultáneamente a una reducción de los tipos de interés (ver gráfico
1). También podría contribuir a la recuperación de las inversiones en
vivienda y sobre todo en las inversiones productivas, puras y simples.
La recuperación de las inversiones es, por otra parte, la cuestión clave
para toda recuperación. Ahora bien, nos encontramos con que esta
recuperación no llega porque las empresas, a falta de mercados y/o de
beneficios, no invierten. Restablecen sus márgenes hacen caja, multiplican las fusiones y adquisiciones, distribuyen dividendos, pero sus inversiones no avanzan.
Gráfico 1
Tipo de interés real 1972-2014
Tipos de interés de referencia de los bancos centrales (media ponderada de Alemania, EE UU, Japón). Fuente : BIS-BRI/6
Al mismo tiempo, es verdad que la
inyección de moneda conduce a la inflación de activos, pero no a la
inflación pura y simple, la de los precios. Tipos de interés bajos e
inflación débil se combinan entonces de tal forma que los tipos de
interés reales (descontada la inflación) no pueden devenir altamente
negativos. Los tipos de interés nominales llevan a lo que los
economistas americanos denominan ZLB (zero lower bound): cero como tipo base. Este límite es para algunos, como Lawrence Summers/7,
el resultado del estancamiento secular, caracterizado por elevadas
tasas de ahorro, una aversión al riesgo y una débil disposición a
invertir. Para restablecer la situación, serían necesarios tipos de
interés reales negativos para relanzar la actividad, lo que está fuera
de toda perspectiva. Esta interpretación es muy discutible porque no
tiene en cuenta determinantes más estructurales del eventual
estancamiento secular/8.