Este domingo viviremos intensamente un hito democrático de
expresión popular. Las clases populares han irrumpido en escena desde hace
tiempo, autoorganizándose en el 15 M, haciendo un paciente trabajo de debate y
elaboración en asambleas y círculos, construyendo con dedicación herramientas
políticas colectivas para hacerse oír.
Primero, nos organizamos para parar el
sufrimiento padecido durante tiempo, después para levantar propuestas de cambio
de nuestras instituciones, en nuestro modo de vida.
No podemos ser indiferentes
a lo que el 20D suceda, es preciso manifestar que hay una mayoría social tan
harta como hambrienta de nuevas prácticas.
Hemos construido herramientas y labrado una confianza en
común, con muchas discusiones y no pocos desencuentros, pero, qué duda cabe,
hoy estamos mucho mejor que antes de 2011, y se abre una posibilidad histórica
de cambio. Mañana no acaba nada, es sólo un hito, un paso para un largo y
complejo camino.
Mañana los instrumentos políticos de los que nos hemos dotado
los que nos indignamos reclaman recabar todas las papeletas posibles. Y ni una
voz indignada ha de quedarse en casa. Porque aunque las herramientas
construidas sean mejorables, al menos hemos llegado hasta aquí y empezamos a
tenerlas. Nada nos ahorrará la tarea de seguir mejorándolas.
De lo que no cabe
duda es que sólo con material puede el artesano hacer su obra, y que el
silencio suele resistir mal al ruido de la brutalidad del autoritario. Es
nuestra responsabilidad, entonces, poner algunas notas que suenen bien, aúnen
más gargantas al canto en esta batalla, e intentar desalojar a los oligarcas
que nos quieren hacer callar.
Se trata de intentar ponérselo difícil a los que mandan. Para
que no puedan seguir actuando con impunidad y contra las mayorías; para influir
en las medidas que un nuevo gobierno tenga que llevar a cabo; y si es posible,
incluso aspirar a gobernar, siempre y cuando los programas y compromisos
introduzcan cambios notables en las bases energéticas de nuestra producción y
una reducción notable en el consumo de materiales y residuos, viren la política
económica para generar una inversión en actividades socialmente útiles en el
campo de los cuidados y en las energías renovables, y modifiquen el marco
laboral y garantizar políticas de pleno empleo digno, en suma, para que
democraticemos el trabajo y la inversión en las actividades estratégicas de
nuestra sociedad.
Estas aspiraciones no serán posibles únicamente con un
magnífico resultado en las urnas -en las que fuerzas como Podemos o UP, y otros
actores parlamentarios y extraparlamentarios han de jugar un protagonismo
decisivo-.
Es preciso comprometer y contribuir a empoderar a todas las personas
que decidan hacerlo para organizar una nueva sociedad. Convertir lo que es
legítimo y justo en nueva legalidad.
Este
nuevo horizonte se abrirá camino únicamente con una removilización de la
sociedad, sea para oponernos al débil gobierno del establishment o para instar al gobierno de
cambio a sus tareas pendientes. Tareas que no podrán llevarse a cabo sin la
participación y autoorganización de la gente, porque sin su trabajo, el motor
del mundo, nada es posible.
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