1 de Julio de 2012
Daniel Albarracín y Alejandro Ramírez
El
29 de Junio, en la cumbre de la eurozona, se acordó una declaración que incide
directamente en el mecanismo según el cual se aplicará el “rescate” al sistema
bancario español. Queda por conocer varias de las condiciones concretas que
sólo tendrán certeza una vez dispongamos del Memorando que las establezca.
Simplemente, apenas sabemos un poco más de lo que se avecina.
Se
han modificado algunas de las condiciones previstas y van a ser empleadas por
el gobierno como quien pone una pica en Bruselas. Todo se pintó muy feo al
principio y cuando a un túnel oscuro se le pone una vela al ahorrarnos los
tropiezos las sensaciones son mejores. Pero este túnel nos dirige igualmente a un
destino fatídico.
Aunque
la facilidad de crédito europeo para recapitalizar bancos españoles dispondrá
de un tope de 100.000 millones de euros, se espera que la cantidad que se utilice
al final ronde los 60.000 millones, en línea con las estimaciones de
necesidades adicionales de capital de las auditoras Wyman y Berger. De acuerdo
a la declaracion de los jefes de estado y de gobierno de la eurozona, el crédito
para recapitalizar bancos será concedido en un principio por el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF) al FROB y el Estado
español será el responsable de su devolución. Cuando comience a funcionar el
Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE), el crédito será traspasado del FEEF al
MEDE. La primera novedad de la declaración reside en el hecho que especifica
que en el futuro el MEDE podrá proveer fondos para recapitalizar directamente a
los bancos sin utilizar al Estado como intermediario de modo que dichos créditos
no computen come deuda pública adicional del país receptor. La declaración deja claro que esta
posibilidad solo podrá emplearse una vez que se haya establecido un supervisor
supranacional Europeo, en cuyo trabajo participe el BCE. La condicionalidad
tiene una lógica clara: si los Estados no van a ser los responsables de
devolver los créditos para recapitalizaciones bancarias la responsabilidad de
aplicar la condicionalidad y el control sobre como se emplean estos fondos
deberá residir en un nuevo ente supervisor.
La
segunda novedad de la declaración consiste en que especifica que aun cuando el
crédito para recapitalizaciones se traspase del FEEF al MEDE en el futuro, el
MEDE no se constituirá en acreedor prioritario en caso de impago. El FEEF nunca
gozó de este privilegio de manera formal mientras que el MEDE sí. Se temía que
convertir formalmente a un acreedor tan importante como el MEDE en acreedor
prioritario presionase al alza la prima de riesgo de la deuda soberana ante el
temor de los acreedores privados de quedar subordinados al derecho de
devolución prioritario del MEDE en caso de impago.
La
referencia de la declaración a la capacidad del FEEF y el MEDE de intervenir en
los mercados de deuda soberana de la eurozona usando al BCE como agente, no
constituye una novedad.
El
Gobierno querrá vender que la operación no acumulará más déficit público, que
no será el Estado, a través del FROB, quien responda de los intereses. Ahora
bien, la recapitalización directa a los bancos está condicionada a que el BCE
asuma un nuevo papel de supervisor único del sistema bancario europeo, algo así
como el policía financiero que hasta ahora debiera haber sido el Banco de
España. En la declaración se espera que eso suceda en seis meses. Eso quiere
decir que mientras tanto los intereses de los tramos del rescate que vengan sí
ocasionarán mayor déficit, pues pasarán por el FROB. Lo que no se explica es
que nadie se cree que una operación tan compleja y que requiere tanto consenso
en tantos países se realice en tan breve plazo. Más bien parece un gesto
dilatorio, una jugada inteligente de Merkel, porque mientras no se dé ese
inmenso poder al BCE serán los Estados los que sigan garantizando la operación. Esto
es, Merkel sólo admitirá la recapitalización directa si el BCE obtiene plenos
poderes. Y hay dudas razonables para alcanzar un consenso así.
No
obstante, este conjunto de mecanismos, que aliviarían algunas condiciones
iniciales, no pueden ocultarnos el gran compromiso que adquiere la ciudadanía a
través del Estado y sus políticas que van a adoptar un carácter más
disciplinario si cabe. En efecto, El Estado español ya está obligado a cumplir
con un severísimo ajuste fiscal por el Procedimiento de Déficit Excesivo del
Pacto de Estabilidad y Crecimiento para poder cumplir con el objetivo de
alcanzar un déficit del 3% del PIB en el 2013. Bajo el marco del Semestre
Europeo, España también se ha comprometido ante sus socios europeos a realizar
toda una serie de reformas estructurales marcadamente neoliberales. Una vez que
el FEEF o el MEDE concedan el crédito para recapitalizaciones a bancos
españoles la UE supervisará directamente a la banca española y la Troika
(Comisión, BCE, FMI) tutelará directamente la política económica del gobierno
con una doble orientación: pagar la deuda pública a toda costa y aplicar todas
las medidas posibles para liberar recursos que garanticen ese objetivo. En este
sentido, se comenzará con un programa de ajustes muy severo, cargando sobre
unas cuentas públicas duramente adelgazadas, especialmente en lo que concierne
a políticas y servicios esenciales. Aunque el crédito para recapitalizaciones
bancarias se acabe traspasando al MEDE y el Estado español consiga desembarazarse
de su papel de intermediario y responsable de la devolución del préstamo, la
ciudadanía española habrá perdido la capacidad de decidir sobre el futuro de la
reestructuración de su sistema bancario.
Las
próximas medidas del programa de ajuste al que está sometido España para poder
alcanzar el quimérico objetivo de déficit del 3% para el 2013, van a consistir
en un alza importante del Impuesto del
Valor Añadido. Se esperan reordenaciones del gravamen de algunos productos y
servicios, que podrán pasar de tipos superreducidos (al 4%) al reducido (al
8%), o de éste último al normal (18%), sin descartarse incrementos de los tipos
para armonizarse con los más altos establecidos en países del entorno. Esto equivaldrá
a que bienes elementales como los alimentos y servicios cotidianos como los
hosteleros puedan sufrir en la práctica un incremento del impuesto en un 125%.
El IVA no sólo es un impuesto que genera un mayor esfuerzo fiscal en las rentas
más bajas, también afecta al consumo y propicia la depresión.
Otra
modificación esperada será la eliminación de la desgravación por la compra de
vivienda, no se sabe bien en qué términos. Esta, que se recuperó hace poco,
podría desaparecer otra vez. En nuestra opinión, esta desgravación premia la
compra de vivienda frente al régimen del alquiler (endurecido recientemente).
No es negativa su desaparición. Pero sí lo será sobre familias asfixiadas que
afrontan el pago de su hipoteca. Y sobre todo lo es en ausencia de medidas
alternativas, como por ejemplo pudiera ser el impulso a un régimen de alquiler
social asequible y un abordaje sobre el inmenso e inutilizado parque
inmobiliario en manos privadas. Asimismo, todo apunta a que se vuelve a la
carga con el retraso en la edad de jubilación y una nueva reducción salarial de
los y las empleadas públicas, sin descartar incluso despidos. Este castigo
social causará más conflicto social.
En
suma, quizá, en algún futuro ignoto, con esta modalidad de rescate el avalista
no sea el Estado como se preveía. No obstante, este seguirá siendo el
instrumento de garantía a través del compromiso firme de pagar la deuda a toda
costa. Suficiente rescate ya están realizando los últimos gobiernos en los años
recientes para socializar las pérdidas por diferentes vías del capital privado,
con medidas de desfiscalización, amnistías fiscales y generosos rescates
financieros, mientras se han aplicado medidas propias de un Robin Hood al
revés. Los beneficiarios de esta operación serán aquellos que verán asegurada la
devolución en plazo de los fabulosos compromisos de deuda de la banca privada
española, fundamentalmente bancos centroeuropeos. También, por el momento, se
descartarán defaults que activen los
seguros de impago que están sobre todo en manos de la banca estadounidense.
Seguramente Obama ha intervenido en su favor en este capítulo.
Las
consecuencias de estos rescates no supondrán un nuevo fluir del crédito, porque
estas inyecciones directas de capital servirán únicamente para paliar las
maltrechas cuentas de los bancos, mediante nuevas provisiones. Tampoco
resolverán el voluminoso problema de activos tóxicos de la banca, que aún
cuenta con un problema como el enorme parque inmobiliario en su poder, extraordinariamente
sobrevalorado, y un sin fin de operaciones con diferentes sectores asfixiados,
ahogados por la pinza de una rentabilidad algo menor y unos costes financieros
crecientes, incapaces de devolver sus deudas.
En
este contexto, es preciso poner en pie alternativas. Estas no pueden ser otras
más que la exigencia política y ciudadana de no admitir esta socialización de
las deudas privadas al tiempo que se declare el impago de todas las deudas
ilegítimas y odiosas, en paralelo a la expropiación de la banca privada que no
haya cumplido con criterios de gestión responsable y que no se sujete a una
fuerte regulación que oriente el crédito a actividades socialmente útiles en
condiciones financieras favorables. Parece imprescindible la recuperación de una
banca pública, dirigida por nuevos actores procedentes del mundo del trabajo y
sujetos comprometidos políticamente con nuevos criterios económicos a favor de
las necesidades sociales y ecológicas, bajo un control social, unos objetivos
democráticamente establecidos y un comportamiento financiero transparente. Ni
que decir tiene que en esta operación hay que denunciar al gobierno no sólo por
incumplir su programa, que también era antisocial en cualquier caso, o
descaradamente falsear lo que sucede y lo que pretende, sino reclamar cuanto
antes unas elecciones anticipadas, con un proceso de deliberación participativa
que abra un nuevo proceso constituyente que acabe con los privilegios de la
minoría que quiere blindar su rentabilidad a costa del presente y el futuro de
la mayoría social y de las futuras generaciones.
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