15/7/12

El descrédito de los partidos conservadores y la necesidad del protagonismo del movimiento obrero


Mayo 2012
Daniel Albarracín

Un nuevo contexto político.
 
Desde la inauguración de la crisis económica en 2007 la sociedad y el mundo laboral que conocíamos han sufrido y están padeciendo cambios muy notables. Además, en un contexto muy difícil, las perspectivas son de gran incertidumbre.
En 2011 un nuevo gobierno ha obtenido una mayoría absoluta en el Estado español, después que la crisis derrumbara al anterior Ejecutivo. El Partido Popular dispone del control de la mayoría de las instituciones en casi todos los niveles de la administración pública. Sin duda alguna, en estos meses de gobierno ha tensado al máximo las condiciones de convivencia y consenso hasta ahora establecidas, poniendo en tela de juicio, desmantelando o arremetiendo directamente contra instituciones de cohesión como representan, entre otros, el diálogo social, la arquitectura de la negociación colectiva, el pilar fundamental que representan los sindicatos para la expresión de las necesidades de los y las trabajadoras, y derechos sociales y servicios públicos históricamente conquistados y reconocidos democráticamente.
Pocos meses lleva ya imponiendo una serie de medidas que no se anunciaron en ningún programa electoral, y que, por el contrario, contradicen las promesas que una y otra vez declararon en su día. La dureza de dichas medidas, su injusticia y la decepción de sus ineficaces resultados, a lo que se suma la represión contra los movimientos populares, están desacreditando al Ejecutivo. Los primeros signos de esta pérdida de legitimidad son los cambios de gobierno de Andalucía y Asturias; o, en otro plano, la profundización en la recesión, la fuga de capitales, la crisis bancaria o la ausencia de credibilidad en Europa. Estas mismas políticas, son precisamente las que están haciendo caer a gobiernos como el de Sarkozy en Francia, o en diferentes Landers a los partidarios de Merkel, en Alemania. También los sondeos prevén un descalabro a la propia CDU en las próximas elecciones o dejan mal parado a David Cameron en el Reino Unido. Estas mismas políticas son las que han conducido a un abismo de pobreza en Grecia, poniendo contra las cuerdas a las instituciones y representantes políticos convencionales. Las medidas aplicadas han puesto en pie a las fuerzas sociales abriendo la puerta a nuevo ciclo de contestación.

En España, nos enfrentamos a una situación compleja dado que se enfrentan legitimidades en litigio: la de la mayoría de escaños obtenidos que hacen posible el gobierno del PP y la de la mayoría social que se opone a sus políticas.

Se abren tiempos de conflicto, donde en toda Europa se pone en tela de juicio el liderazgo conservador y sus políticas. Al mismo tiempo no debemos levantar ninguna ilusión sobre soluciones socialiberales o keynesianas, o en el afianzamiento de las instituciones burguesas. Para enfrentar la situación requerimos de fuerzas sociales de izquierda comprometidas con la transformación, con el papel fundamental de los y las de abajo.

Un nuevo movimiento obrero organizado debe construirse

Hoy más que nunca hay que realizar esfuerzos organizar a los y las trabajadoras y dar expresión a la indignación acumulada y tratar de contribuir al cambio del estado de cosas. Si no somos capaces de contribuir a organizar el malestar y la protesta, ahora dispersa y descoordinada, el conflicto adoptará formas desesperadas preocupantes. El movimiento obrero organizado que necesitamos ha de ofrecer un marco participativo para los y las trabajadoras y orientar la fuerza del trabajo con soluciones organizadas y alternativas, defendidas con actitud de combate que nos permitan resistir y avanzar con transformaciones y mejoras en los derechos laborales y las condiciones de vida y trabajo.

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