Mayo 2012
Daniel Albarracín
Un nuevo contexto político.
Desde la inauguración de la
crisis económica en 2007 la sociedad y el mundo laboral que conocíamos han
sufrido y están padeciendo cambios muy notables. Además, en un contexto muy
difícil, las perspectivas son de gran incertidumbre.
En 2011 un nuevo gobierno ha
obtenido una mayoría absoluta en el Estado español, después que la crisis
derrumbara al anterior Ejecutivo. El Partido Popular dispone del control de la
mayoría de las instituciones en casi todos los niveles de la administración
pública. Sin duda alguna, en estos meses de gobierno ha tensado al máximo las
condiciones de convivencia y consenso hasta ahora establecidas, poniendo en
tela de juicio, desmantelando o arremetiendo directamente contra instituciones
de cohesión como representan, entre otros, el diálogo social, la arquitectura
de la negociación colectiva, el pilar fundamental que representan los
sindicatos para la expresión de las necesidades de los y las trabajadoras, y
derechos sociales y servicios públicos históricamente conquistados y reconocidos
democráticamente.
Pocos meses lleva ya imponiendo
una serie de medidas que no se anunciaron en ningún programa electoral, y que,
por el contrario, contradicen las promesas que una y otra vez declararon en su
día. La dureza de dichas medidas, su injusticia y la decepción de sus
ineficaces resultados, a lo que se suma la represión contra los movimientos populares, están desacreditando al
Ejecutivo. Los primeros signos de esta pérdida de legitimidad son los cambios
de gobierno de Andalucía y Asturias; o, en otro plano, la profundización en la
recesión, la fuga de capitales, la crisis bancaria o la ausencia de
credibilidad en Europa. Estas mismas políticas, son precisamente las que están
haciendo caer a gobiernos como el de Sarkozy en Francia, o en diferentes
Landers a los partidarios de Merkel, en Alemania. También los sondeos prevén un
descalabro a la propia CDU
en las próximas elecciones o dejan mal parado a David Cameron en el Reino
Unido. Estas mismas políticas son las que han conducido a un abismo de pobreza en Grecia, poniendo contra las cuerdas a las instituciones y representantes políticos convencionales. Las medidas aplicadas han puesto en pie a las
fuerzas sociales abriendo la puerta a nuevo ciclo de contestación.
En España, nos enfrentamos a una
situación compleja dado que se enfrentan legitimidades en litigio: la de la
mayoría de escaños obtenidos que hacen posible el gobierno del PP y la de la
mayoría social que se opone a sus políticas.
Se abren tiempos de conflicto, donde
en toda Europa se pone en tela de juicio el liderazgo conservador y sus
políticas. Al mismo tiempo no debemos levantar ninguna ilusión sobre soluciones
socialiberales o keynesianas, o en el afianzamiento de las instituciones burguesas. Para enfrentar la situación requerimos de fuerzas sociales de izquierda comprometidas con la transformación, con el papel fundamental de los y las de abajo.
Un nuevo movimiento obrero organizado debe construirse
Hoy más que nunca hay que
realizar esfuerzos organizar a los y las trabajadoras y dar expresión a la
indignación acumulada y tratar de contribuir al cambio del estado de cosas. Si
no somos capaces de contribuir a organizar el malestar y la protesta, ahora
dispersa y descoordinada, el conflicto adoptará formas desesperadas
preocupantes. El movimiento obrero organizado que necesitamos ha de ofrecer un
marco participativo para los y las trabajadoras y orientar la fuerza del
trabajo con soluciones organizadas y alternativas, defendidas con actitud de
combate que nos permitan resistir y avanzar con transformaciones y mejoras en
los derechos laborales y las condiciones de vida y trabajo.
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