Daniel Albarracín[1], 05/03/2020
https://vientosur.info/spip.php?article15985
¿Qué pasó realmente en Grecia en 2015, en el epicentro de la crisis de la UE? Aquella historia aún rezuma héroes y tragedias. ¿Y si todo ese fuese un mito, producto de una sublimación por una derrota tras una batalla no librada?.
Eric Toussaint
, protagonista en primer plano de la Comisión de la Verdad que auditó la Deuda Pública griega, lanzada por el Parlamento heleno, en ese periodo, responde en este libro "Capitulando entre adultos" al relato selectivamente olvidadizo de Varoufakis en su libro "Comportarse entre adultos". Un relato que incluso cautivó a Costa Gavras en su conocido documental, pero que, lamentablemente se basa en medias verdades, que son las mentiras más efectivas. En esta reseña introduzco las aportaciones de Toussaint para este episodio que marcó un antes y un después de la historia de la UE.
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En 2015 Europa vivió su primera
gran crisis. Aunque se hubiesen producido otras anteriores, ninguna fue como
esta. Grecia, otrora considerada la cuna de la cultura europea, se situó en el
epicentro de un terremoto político. Se vió cuestionaba la arquitectura
económica que soporta la Unión Europea y, especialmente, su zona euro. Aquellos
meses, de Febrero a Septiembre, Grecia, y sus protagonistas inundaban las
portadas de la prensa. Por primera vez, la Troika parecía asustada, parecían
removerse sus cimientos, porque un país europeo llevaba al gobierno a un
partido de izquierda, Syriza. Pasado ese episodio se crearon mitos, sublimados
más aún tras la claudicación y derrota del gobierno de Syriza. Los
“imposibilistas” se resignaron a decir que no cabía alternativa, otros
ensalzaron como héroes vencidos a los que simularon librar una batalla.
Se transitó del anhelo a la
frustración. Con ello la esperanza en Europa quedó seriamente dañada. Una serie
de relatos han querido rescatar las figuras, en su momento icónicas, de Tsipras
y, especialmente, de aquel insigne economista que parecía haber toreado al Minotauro:
Yannis Varoufakis. A este relato contribuyeron todos aquellos que querían
alabar la razonabilidad y la política pro-UE de la dirección del gobierno, o
los que, aunque los hechos hablasen en otro sentido, trataban de presentar a
Varoufakis como el nuevo Hércules, en aras de impulsarle a nuevos desafíos
posteriores[2].
Libros, como el del propio Varoufakis (2017), Conversación entre adultos, o la película del admirable, en esta
ocasión fallido en el ángulo escogido, Costa Gavras (2019), Comportarse como adultos, que obtuvo el
premio Donostia de cine, han dado una versión elogiosa de este protagonista
casual. Desde entonces, los mitos se encargaron de dar lustre y brillo a los
bustos de los perdedores, como si hubiesen librado la batalla en buena lid. Por
desgracia, esas narraciones, rindieron como vano consuelo, especialmente para
ocultar y deformar lo sucedido.
El libro de Eric Toussaint, plenamente
involucrado con el pueblo griego en aquellos meses, coordinando la histórica
Comisión parlamentaria de la Verdad de la Deuda Pública Griega, desde el 4 de
Abril, impulsada por la presidenta del Parlamento griego Zoe Konstantopoulo y
la diputada Sofia Sakorafa, brinda una versión algo distinta, con una
conclusión bien diferente. Lejos de las hagiografías y los mitos, se basa en lo
realmente sucedido, sin esconder nada, constatando que hubo varias
oportunidades para aplicar una política diferente, a pesar de las enormes
adversidades que sufrió, y sufre, el país heleno.
En él se detalla la errónea y
confiada estrategia de Tsipras, asesorada por un pequeño grupo dirigente, sobre
todo Dragasakis y Pappas, que o eran sumamente moderados o estaban del otro
lado. No ignora los gestos rebeldes, si bien pocos, más allá de la retórica
pública. Ahora bien, no pueden más que calificarse de faroles sin cartas para
jugar, porque no se prepararon[3], y siempre para tratar de
negociar alivios. Tsipras aisló a su partido de sus decisiones clave, trabajaba
al margen del gobierno con sus dos figuras más cercanas, gobernó en contra del
programa de Tesalónica y de las decisiones de su propio pueblo, como así
sucedió tras el Referéndum donde ganó el no a las condiciones que quería
imponer la Troika al tercer memorándum por más de un 61%.
En aquella derrota del gobierno
griego cabe señalar el pequeño peso de la economía griega, y el poder de los
grandes países centroeuropeos, y los portentosos instrumentos que dispone la
Troika. Ni que decir tiene, que todo aquello fue muy importante. Ahora, tal y
como describe Toussaint, los recursos de los que disponía Grecia antes de su
secuencia de pago de las deudas en sus primeros meses, para un reembolso total
de 7.000 millones de euros de Febrero a Junio, junto a una política económica
alternativa, más los beneficios retenidos de los intereses de los bonos del
programa Secutiries Market Programme[4] que debieron haberse
devuelto a Grecia por el BCE, posibilitaban haber reconstruido el país y
afrontado la crisis social. Se pudo haber construido un movimiento de
solidaridad internacional que no se invocó. Todas las medidas de agresión y
bloqueo que pudo aplicar la Troika no fueron una amenaza sin más, sino que se
aplicaron con rotundidad desde el inicio del mandato del gobierno de Syriza.
La idea de actuar con moderación
en aras de una negociación para no provocar males mayores no detuvo a la Troika,
sino que mostró la debilidad del gobierno griego, la falta de consistencia y
coherencia política, y dio más posibilidades para golpear al enemigo, que
exigió más y más. Hasta hundir a la economía griega, entregar la soberanía real
sobre su economía, e hipotecar a las futuras generaciones de trabajadores y
trabajadoras griegas a décadas de austeridad y venta de los bienes públicos.
Cabría preguntarse si algo se
hizo bien o si cabe rescatar alguna figura de esta tragedia. El libro de
Toussaint no deja de señalar los gestos o acciones de interés, aun cuando
fuesen tímidos, que también se produjeron. Pero no desempeñaron un papel
significativo real. Si Tsipras y Varoufakis fracasaron, deja también
meridianamente claro que quien pudo impulsar una alternativa, la Plataforma de
Izquierda, no se movió cuando debió, dejando en la estacada caminos
alternativos como los que habían propuesto autores como Lapavitsas –que
merecerían una discusión aparte-. Quien ha quedado como un héroe, Varoufakis,
en absoluto lo fue, frente a lo que aún cree la mayoría. Más bien se trataba de
un académico inteligente, buen orador, de buen porte, pero errático en sus
decisiones, moderado en su política y pagado de sí mismo. Este sólo narra un
relato en el que disimula sus errores, oculta hechos, e ignora alternativas que
se elevaron al debate práctico en ese momento.
El libro, pormenoriza hechos,
personajes, acciones y posibilidades alternativas de alguien que vivió “la
historia en caliente”. Toussaint observa como fue Varoufakis el responsable de
impedir la aplicación del programa de Tesalónica, disuadiendo a Tsipras de aplicarlo,
por considerarlo muy radical. Fue Varoufakis el que asumió el que el Estado
griego prosiguiese pagando las deudas contraídas, hasta agotar prácticamente
los recursos de las arcas griegas, en aras de conseguir concesiones en la forma
de pago de la deuda. Estas nunca llegaron, entre otras cosas porque un acuerdo
paneuropeo sobre una medida que va contra la naturaleza de los Tratados resulta
una quimera. Fue Varoufakis quien estimaba que un 70% de las propuestas de la
Troika eran asumibles, y el resto sólo las adaptó para hacerlas viables. Fue
Varoufakis el que teorizó que era oportuno mantener en puestos decisivos a directivos
que jugaban en contra de la política de cambio. Si bien, fue Tsipras el que
convocó un referéndum para el 5 de Julio, con el ánimo de perderlo, y que
sorprendentemente se ganó, para justificar la aceptación de las medidas de la
Troika sobre Grecia. Y fue Tsipras quien dijo que no se podía hacer otra cosa
más que acatar. Varoufakis fue retirado del proceso al final, pero su proyecto
permaneció del lado de la ingenuidad académica y de la idealización de una
gestión diferente que pudieran haber realizado las instituciones europeas. Cosa
que expresó con su dimisión y con el voto en contra del III Memorándum.
Toussaint, que sigue impulsando
iniciativas, como la que se desarrolló a través del proyecto ReCommons Europe,
con el propósito de construir un programa político para cambiar Europa,
desciende también al perfil de las medidas alternativas, los argumentos y los
momentos en los que pudieron aplicarse. Fundamentalmente fueron dos, cargados
de legitimidad: desde el comienzo del mandato y las primeras medidas agresivas
del BCE (que cortocircuitó la liquidez a la banca griega desde el 4 de Febrero,
o que no reembolsó a Grecia 1.900 millones de euros de beneficios logrados por la
capitalización de beneficios retenidos por fondos griegos, o que se llevó 11.000
millones a Luxemburgo del Fondo de capitalización bancaria que tenía que haber
estado disponible para Grecia); o el mismo momento del OXI, tras el 5 de Julio.
Ambas ocasiones se perdieron, la primera por una perspectiva de moderación e
ingenuidad negociadora, la segunda, por una teoría política que sólo conducía a
la capitulación, o una derrota sin batalla que se redujo a jugada de póker con
las cartas marcadas.
Toussaint señala que la vía
habría de haber consistido, no porque él lo dijese, sino porque estaba en
varias propuestas y en parte del programa político del gobierno, en una
moratoria de la deuda, hacer cumplir los resultados de la auditoría
desarrollada, que determinaría un impago de la que fuese ilegítima u odiosa, el
empleo de los recursos disponibles en un plan de reconstrucción nacional y
abordar un plan contra la crisis humanitaria, establecer el control de
movimiento de capitales para evitar su fuga, y el impulso a un sistema de
moneda complementaria al euro –que comenzaría con billetes de euro sellados
disponibles en el Banco de Grecia-, conjuntamente a una movilización popular y
un plan de solidaridad internacional para buscar el apoyo
de otros pueblos, sin supeditarse a las élites estadounidenses, chinas o rusas
–cómplices en este caso de la Troika de dejar aislada a Grecia a cambio de
diversas prebendas-. En suma, una línea en construcción de una salida ajena,
internacionalista y desobediente a los postulados de los Tratados Europeos.
[1]
Es economista y sociólogo. Formó parte como analista en la Comisión de la
Verdad de la Deuda Pública Griega en 2015. Miembro del Consejo Asesor de Viento
Sur.
[2] DIEM 25 fue otra de sus
aventuras, que, aunque ha fracasado en términos electorales, consolidó una
corriente paneuropeista y progresista, sumamente ingenua y reformista, que aún
sigue en pie en forma de discurso en la izquierda europea.
[3] El autor de esta reseña
tuvo la ocasión de preguntarle personalmente, en el Parlamento Europeo en
Bruselas, a Euclides Tsakalotos a la postre Ministro de Finanzas, sobre si
contaban con un plan B en caso de fracasar las negociaciones. Éste
sencillamente, señaló, “no, no hay ningún plan B, confiamos en que las
instituciones europeas sean razonables”. En ese momento quedaba claro que el
viejo lema de “ningún sacrificio por el euro”, que pudo haber servido de base
de negociación, ante el giro de Varoufakis y Tsakalotos para mantenerse en el
euro a toda costa, se les volvió contra ellos, amenazados por la expulsión de
la eurozona.
[4]
https://www.ecb.europa.eu/press/pr/date/2013/html/pr130221_1.en.html
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