29/4/16

¿Qué podemos hacer con los bancos? Medidas inmediatas para ir hacia la socialización de la banca



Manifiesto 
Por

Daniel Albarracín, Marina Albiol, Quim Arrufat,
Josep Manel Busqueta, Sergi Cutillas, Iolanda Fresnillo,
Michel Husson, Fátima Martín, Carlos Sánchez Mato, Tom Kucharz, Natalia Munevar, Adolfo Muñoz, Mikel Noval, Eulàlia Reguant, Teresa Rodríguez, Lola Sánchez, Patrick Saurin, Lidia Senra,
Stavros Tombazos, Éric Toussaint, Miguel Urban, Esther Vivas
http://www.publico.es/actualidad/veintena-activistas-politicos-e-intelectuales.html

Nueve años después del comienzo de la crisis financiera es el momento de volver a hablar sobre los compromisos que adquirieron en aquella época los banqueros, financieros, partidos del régimen y los organismos de control. Estos cuatro actores, fracasaron en cuanto a las promesas de moralizar el sistema bancario y garantizar la función crediticia. Bien al contrario, estos profundizaron en iniciativas a favor de sus intereses, perjudiciales para la sociedad. En varios países, entre ellos el Estado Español, se usaron de forma arbitraria recursos públicos, tanto estatales como europeos, dañando gravemente las cuentas públicas, para rescatar a las entidades financieras, promocionar y subvencionar operaciones de concentración bancaria, facilitando la adquisición de las cajas de ahorros a bajo precio por parte de la gran banca, y dirigir todo el desarrollo económico y social al sostenimiento de los intereses bancarios privados. En toda Europa se taparon los agujeros de los balances bancarios y se prosiguió con la distribución desmedida de remuneraciones para aquellos que estaban al frente de los bancos privados. La última filtración de los “Papeles de Panamá” muestra además la bochornosa orgía de desviación y evasión fiscal a paraísos fiscales por parte de grandes fortunas, figuras políticas y grandes corporaciones.

No les creímos en su momento y tuvimos razón. En lugar de la susodicha moralización del sistema bancario, presenciamos una larga lista de malversaciones que saltaron a la luz gracias a las quiebras bancarias que sucedieron a la de Lehman Brothers del 15 de septiembre de 2008. Si solo considerásemos los rescates bancarios producidos desde 2012, tendríamos la siguiente lista: Dexia en Bélgica y Francia (2012, tercer rescate), Bankia en España (2012), Espirito Santo y Banif en Portugal (2014 y 2015, respectivamente), Laïki y Banco de Chipre en Chipre (2013); Monte dei Paschi, Banca delle Marche, Banca Popolare dell’Etruria e del Lazio, Carife en Italia (2014-2015), NKBM en Eslovenia (2012), SNS Reaal en los Países Bajos (2013), Hypo Alpe Adria en Austria (2014-2015).  
En cuanto a las remuneraciones de los directivos bancarios, el techo de la parte variable decidida por el Parlamento Europeo el 16 de abril de 2013 tuvo por consecuencia inmediata… el aumento de la parte fija de las remuneraciones y el recurso a una disposición derogatoria prevista por la ley. Finalmente, con respecto a la financiación de la economía real, los esfuerzos desplegados hasta hoy por los Bancos Centrales, en particular el BCE, han sido impotentes para iniciar la más mínima recuperación de la economía. La realidad es que la banca europea continúa en una situación precaria y no presta dinero a la economía real.
Mientras tanto a escala de la UE se está promoviendo una Unión Bancaria que introduce el Mecanismo Único de Supervisión (MUS). Esta operativa, que forma parte del BCE, supervisa los niveles de capitalización de la banca de tamaño medio y grande, y establece como norma las reestructuraciones bancarias a través de ‘rescates internos’ (bail-in), que priorizarán la absorción de los pasivos en balance en vez de fondos públicos provenientes de rescate externos (bail-out). De esta manera, y en ausencia de un fondo de garantía de depósitos común creíble en el sistema bancario europeo, se fragmentará aún más el sistema bancario europeo, generando una dinámica en la que los depósitos amenazados volarán de los bancos periféricos con problemas a los bancos más solventes del centro europeo, poniendo en riego a la banca periférica y subordinando aún más la periferia al centro.

26/4/16

EL SUBDESARROLLO EN LOS MARXISTAS CLÁSICOS (Claudio Katz)

                                                                                                                                                                                            
                                    
                                                                                              Claudio Katz[1]

RESUMEN

En un escenario de guerras y polarización económica, Lenin, Luxemburg y Trotsky introdujeron nuevos conceptos para comprender la relación centro-periferia. Polemizaron con las justificaciones del colonialismo y discutieron derechos de auto-determinación nacional que anticiparon el antiimperialismo contemporáneo.
Lenin atribuyó la fractura entre países avanzados y retrasados al desarrollo desigual y esclareció las causas endógenas y exógenas de esa brecha. Inscribió el subdesarrollo en una teoría del imperialismo referida al contexto bélico de su época. Ese condicionamiento es olvidado por muchos intérpretes.
Luxemburg demostró la necesidad de la periferia para el centro y retrató obstrucciones estructurales al desenvolvimiento de las economías atrasadas. Los teóricos de la acumulación por desposesión retoman su enfoque y debaten la relación entre la depredación y la acumulación corriente.
Trotsky añadió una teoría del desarrollo desigual y combinado para ilustrar las nuevas mixtura de atraso y modernidad. Superó simplificaciones y refutó mitos de universalización del desarrollo europeo. Su concepto tenía propósitos socialistas, es ajeno al catch up y no sería aplicable a sociedades pre-capitalistas.

8/4/16

Marx y la periferia. (Claudio Katz)



                                                                                                                                                                               

                                                          Claudio Katz[1]


RESUMEN

El giro de Marx frente a la periferia suscita interés. Bajo el impacto de varias rebeliones modificó su mirada de la expansión capitalista mundial y sustituyó sus expectativas cosmopolitas por críticas al colonialismo. Revalorizó la lucha nacional e imaginó transiciones al socialismo desde formas comunales.
También reemplazó el esquema unilineal de desarrollo de las fuerzas productivas por una visión multilineal de desenvolvimientos variados. Percibió empalmes entre economías desarrolladas y fracturas con el resto del mundo, pero no definió primacías exógenas o endógenas en la gestación de esa brecha.
Los liberales transforman las denuncias de Marx del capitalismo en elogios. Los nacionalistas desconocen su viraje, equivocan las críticas al eurocentrismo y recrean objeciones superadas a los “pueblos sin historia”.
Marx inspiró caracterizaciones objetivo-subjetivas de la nación y criterios para diferenciar los nacionalismos progresivos y regresivos. No postuló teorías del progreso y anticipó nociones sobre el subdesarrollo.



1/4/16

Algunas lecciones importantes sobre el reciente episodio griego




Daniel Albarracín. 28 de Febrero 2016

Las esperanzas abiertas en Grecia se truncaron el pasado verano, desanimando y confundiendo a propios y extraños. Conviene mirar con serenidad a lo que sucedió en términos objetivamente estructurales. Así como a las decisiones que los actores adoptaron en esas condiciones.



En primer lugar, las políticas europeas consagradas a los tratados habían conformado un corsé que conducía a la recesión en las periferias, su ahogamiento financiero, su subalternidad productiva y, en el caso griego además, se experimentaba una política extrema con la complicidad de las propias oligarquías griegas. 


En segundo lugar, el gobierno se alzó con un proyecto a favor de las clases populares, elaborado durante años, fue fruto de un trabajo orgánico en la sociedad helena. Constituía el programa político para gobernar más favorable a las mayorías en un país europeo. Ahora, aquel gobierno era el que la izquierda europea podía ofrecer dado su grado de maduración. Sólo alcanzó el gobierno tras largos fracasos de la derecha y decepciones causadas por el PASOK. Aquel gobierno mostraba un programa de reparto y protección social, al mismo tiempo que en algunos de sus párrafos más importantes se señalaba la necesidad de reestructurar la deuda pública griega, en un marco de negociación europeo, o la inclusión de consignas tan significadas como la de no proseguir con “ningún sacrificio más por el euro”. Algo audaz para el momento.


Sin embargo, hubo varias carencias. En primer lugar, habían previsto una negociación en la que el Eurogrupo “estaría más preocupada de evitar un seísmo para la eurozona” y que, gracias a un marco razonable de negociación, sería posible adecuar la política griega a una relación aliviada con la UE. En segundo lugar, se jugó permanentemente con la responsabilidad que tenía que adoptar el club de acreedores –principalmente instituciones europeas públicas y gobiernos nacionales- que “no se atreverían a proseguir en el erro”. En tercer lugar, el primer ministro y su segundo ministro de finanzas no contemplaron ninguna posible réplica a un contexto de intransigencia de los acreedores. Únicamente, en el seno del Comité de la Verdad de la Deuda Pública, promovido por Zoe Konstantopoulou y coordinado por Eric Toussaint, se estudiaron no sólo el origen y carácter de la deuda, sino las reflexiones apropiadas para responder el probable autoritarismo financiero de la Troika. Si bien sus conclusiones no fueron contempladas.  A decir, verdad, El propio Varoufakis sólo rectificó a pocas semanas antes del referéndum y la firma del tercer memorándum, y apenas un reducido equipo trabajó en un plan alternativo, antes de que Varoufakis fuese conminado a dimitir. Un factor decisivo fue la soledad del gobierno que tuvo que enfrentarse a la decisión que tuvo que tomar: contaba con el beneplácito del pueblo griego en su referéndum para no acatar, pero no tenía ningún gobierno amigo de su parte, las ayudas rusa y china sólo servían para un periodo corto, y la desesperación les hizo abrazar la financiación de 80.000 millones de euros del Mecanismo Europeo de Estabilidad, y todas sus draconianas condicionalidades. 


La consigna de “ningún sacrificio por el euro” se tornó en “cualquier cosa por el euro”. No se sabía que hacer fuera de ese marco. Se experimentaba como el BCE –saltándose sus estatutos y adoptando una decisión política de primera magnitud- había cesado el programa (ELA) que soportaba la banca griega y, para muchos, eso ya era demasiado.


Lo que experimentamos en esta tragedia era también que las élites europeas estaban realizando una metamorfosis para consolidar las políticas e instituciones que servían a sus intereses, lo que daba luz a una estrategia austeritaria irreversible en la que negociación no tenía sentido. En todo el periodo de negociación se estaba fraguando un proyecto de refundación de la UE, plasmado en lo que ha venido en llamarse Informe de los 5 presidentes. Este se aprobó en el mismo verano. Su primera fase de implementación ha puesto en marcha con la conocida Unión Bancaria, pero también incluye el control de los presupuestos y sistemas fiscales a priori, o la incorporación a los tratados del látigo financiero del Mecanismo Europeo de Estabilidad. El I5P, constituye el proyecto estratégico de las oligarquías financieras y las élites económicas centroeuropeas para responder a nuevos episodios que seguramente se darán.


Las élites europeas han puesto su “plan” para Europa, la única alternativa que decían posible.


Pero sí la había. Ni que decir tiene que cuanto más tiempo pase es más difícil ponerla en pie. Hubo opción si el gobierno griego hubiera tomado las decisiones apropiadas. Comenzar por una moratoria de pago de la deuda, para dar tiempo a auditarla, dejar de desangrar la economía y tomar las decisiones oportunas llegado el momento; liberar recursos con una reforma fiscal progresiva y una fuerte lucha contra el fraude que reestableciese las arcas públicas y pudiera abrirse un proyecto de inversión que diese algo de autonomía al país y generase empleo; contribuir a establecer un diálogo fluido sobre qué hacer con otras fuerzas del cambio, sea bien ante una negociación con la UE sea, en caso de fracasar, para preparar las condiciones de un nuevo vínculo. 


Eso suponía tener ideado un proyecto para, dado el caso, establecer un marco de control de movimiento de capitales, antes de la fuerte fuga que se produjo. Preparar una nueva autoridad monetaria y sistema bancario público; interviniendo la banca para tratar de rescatar los activos cubiertos con solvencia. Una emisión de una moneda interior –en principio ligada al euro, y posiblemente electrónica, pero susceptible de devaluar, y de uso para pagos a empleados públicos y prestaciones o para exigir el pago de impuestos en ese tipo de moneda- para impedir el cortocircuito financiero que pudiera ocasionarse. Suponía también contemplar las conclusiones del Comité de la Verdad que formulaban y evidenciaban las bases económicas y jurídicas para adoptar una suerte de impago selectivo (aunque se enfatizó en el informe que toda la deuda era ilegal, ilegítima, insostenible y odiosa).


El contraste con el Tercer Memorándum planteaba un dilema espantoso. O sufrir tres años de recortes severos y privatizaciones y varias décadas de sometimiento y hundimiento, a cambio de financiación para la subsistencia de los bancos; o establecer una política propia, de autogobierno que implicaba desobedecer y que, podría generar, pero no necesariamente de inmediato (lo que podría haber dado algo de tiempo para prepararse y esperar cambios de gobierno favorables en otros países), una interrupción de los programas europeos y un cortocircuito del BCE en la provisión de euros. Ese segundo escenario, sin preparación –de la población, de las instituciones, de los instrumentos para enfrentarse a él- habría sido catastrófico. Tsipras asumió que no estaba preparado ni preparó lo que por su parte le correspondía. Pero con preparación, con un plan B, podría haberse enfrentado, posiblemente con grandes dificultades al comienzo –empobrecimiento relativo importante, etc…-. Ese escenario podría haber conducido a Grecia a varias posibles situaciones: convertirse en un país de la UE sin el euro, como cualquier otro del Este-, o configurarse como una nueva Cuba en el continente. Pero habría abierto el camino para otros gobiernos del cambio. El petróleo ya no está tan caro, al menos por ahora. Se contaría con recursos adicionales (se dejaría de pagar parte de la deuda y una reforma fiscal y la lucha contra el fraude lo haría posible), y con una tasa sobre el turismo y otros bienes y servicios de exportación, podrían acapararse euros para las transacciones exteriores.  Grecia no podría conseguir un gran desarrollo sola, pero habría realizado el primer paso necesario para que otros se sumasen y articulasen. Grecia decidió no tomar ese paso, sufrirán el desgarro de que un gobierno de izquierda ha de aplicar el programa de austeridad más severo de Europa. Pero sigue habiendo alternativa, otros habrán de atreverse y, esperamos que sí, si las fuerzas de izquierda en Grecia todavía gobiernan, esperamos contar con ellas.