En el marco del debate inaugurado en Espacio Público denominado "El euro, en entredicho" Daniel Albarracín interviene respondiendo a una serie de preguntas en torno a pronósticos y estrategias sobre el futuro del euro. A continuación las preguntas planteadas y las respuestas que le propuso.
Daniel Albarracín. 17-Noviembre-2013
- 1. ¿Considera factible y probable una ruptura acordada del euro?
El escenario, ante los profundos desequilibrios del sistema euro, más
factible es el de un colapso financiero por “fascículos”. Ante dichas
circunstancias, caben situaciones diversas, entre la que no sería descartable
una expulsión de determinados países que incumplan sus objetivos de devolución
de deuda. Pero eso no sucederá antes de exprimir sus posibilidades de pago
hasta lo máximo posible. Dicha ruptura acordada es más probable que suceda tras
alguna conmoción sociopolítica que determine lo inasumible de seguir pagando
los compromisos contraídos, que asuma lo impagable de la misma.
- 2. ¿Puede considerarse que la devaluación interna es una política eficaz para que los países del Sur recuperen su competitividad?
La recuperación de la competitividad por vía devaluación interna es eficaz,
pero únicamente lo es para un núcleo reducido de empresas en cada país con un
perfil exportador y en las que el factor coste laboral sea determinante para su
negocio. En este sentido, las empresas multinacionales de cada país cuentan con
posiciones desiguales en la división internacional del trabajo. En cambio, la
devaluación interna es suicida para aquellas empresas cuyos mercados son
internos. Esto es, la mayoría de los casos, en la inmensa mayoría de países. En
balance, el resultado neto, de esta política de austeridad, que deprime las
inversiones, el consumo y las inversiones, es catastrófico. Pero son
precisamente estas grandes corporaciones transnacionales las que gozan de mayor
influencia en la esfera de la toma de decisiones políticas europeas.
- 3. ¿Respondería Alemania a la posible devaluación interna de los países del Sur con políticas de limitación del crecimiento salarial para preservar su actual ventaja competitiva?
Parece que es el caso, por lo menos hasta hace bien poco. Esta línea
prosigue, si bien se atempera, merced a la actuación de los sindicatos alemanes
que exigen revalorizaciones salariales, y también fruto de cierta presión
internacional. Ahora, parece que es la política austeritaria la predominante
todavía.
- 4. ¿Soportarán los países del Sur el desempleo elevado y las consiguientes tensiones sociales durante los largos períodos necesarios para lograr la devaluación interna?
Es difícil predecir, pues estamos hablando de cómo digieren las clases
populares una situación de degradación material, en la que no sólo cabe hablar
de factores objetivos de deterioro, sino también subjetivos de cómo se organiza
una resistencia y una alternativa a este modelo. Lo que sí podemos afirmar es
que la polarización está cantada, y los tiempos de moderación política y de
relativa paz social han finalizado.
- 5. ¿Es la suavización o supresión de las políticas de austeridad la solución o una contribución a la solución de los problemas de la eurozona? ¿Son necesarias las medidas de austeridad para impulsar la devaluación interna?
La mitigación del alcance de las políticas de austeridad no es suficiente
para superar la crisis a la que nos enfrentamos. De hecho, es previsible que en
los próximos tiempos se alternen políticas duras con otras aliviadas, sobre
todo con la perspectiva de hacer socialmente digerible una tendencia depresiva
de fondo. La alternancia entre recesión y estancamiento (ahora estamos en este
segundo momento), y vuelta a la recesión, también será contestada por gestiones
gubernamentales nacionales y europeas que levanten el peso del freno, con el
objeto de no asfixiar los fundamentales aún más. Y es en estos donde debemos
fijarnos. Nos referimos a las tasas de rentabilidad, la disponibilidad y
creación de nuevos mercados y productos, los potenciales recorridos de la
tecnología, la redistribución de la renta. Atendiendo a estas dimensiones no
hay razón alguna para vaticinar una superación de esta crisis que se acaba de
inaugurar.
- 6. ¿Contribuyen las reformas que se proponen y que se aplican a restaurar el crecimiento económico de los países del Sur?
En primer lugar, debe advertirse que el conjunto de medidas aplicadas
dentro de la arquitectura del sistema euro son simplemente un fracaso y
generarán una catástrofe. En el terreno de las políticas fiscales no se cesa en
la regresión tributaria (que puede alternar incrementos impositivos con carga a
las clases trabajadoras, con reducciones para las rentas del capital), la
conversión del gasto público en rescates financieros en contra de los servicios
públicos y políticas sociales, que no están impidiendo, sino más bien lo
contrario, déficits públicos formidables. En el terreno monetario, la política
ultraexpansiva es sencillamente tan inoperativa, generadora de nuevos capitales
ficticios, como desastrosa, al extender en el tiempo un sistema financiero zombie. La unión bancaria, bajo el
diseño planteado, tampoco es solución. La orientación y requisitos de
funcionamiento del BCE implican un reciclaje de la deuda financiera privada en
contra de los tesoros públicos, y está acompañando el mayor proceso de
concentración bancaria conocido. El poder político, paradójicamente, se va
concentrando en los grupos bancarios triunfantes de este proceso, más allá de
la insolvencia generalizada que han ocasionado. En el terreno de la política de
inversión y de rentas, la depresión salarial e inversora, propician que las
empresas supervivientes restauren sus tasas de beneficio a costa de la recesión
general, situación que sólo es posible por la apropiación de estos nuevos
oligopolios del capital destruido.
- 7. ¿Aceptarán los mercados financieros proseguir con las compras de la deuda pública de los países del Sur siendo dudosa la solvencia de éstos pero estando respaldados por el compromiso del BCE de hacer “todo lo necesario”?
El BCE
hará todo lo necesario mientras pueda. El primer efecto es positivo, como hemos
visto. Además, la política ultraexpansiva, siguiendo la estela que ya abrieron
la Fed y el Banco de Japón, puede generar una ficción momentánea ante nuevos
capitales que, sin encontrar ningún sector en prosperidad, van a dedicar sus
disponibles a adquirir activos devaluados y abrir negocios en las esferas
abandonadas por lo público. Sin embargo, para conseguir estas consecuencias el
coste es proverbial. El desapalancamiento que exige la situación, y la
futilidad de la caída de tipos de interés para promover en estas circunstancias
la inversión, caerán por su propio peso. Y a los problemas de unos
fundamentales deprimidos, la recesión y la austeridad, se añadirá una
gigantesca deuda y capital ficticio que caerán como el plomo sobre la mayor
parte de las economías europeas, y en la mayor parte de sus núcleos de
actividad.
- 8. ¿Considera que Alemania aceptará tasas de inflación más elevadas que las de los países periféricos para facilitar la recuperación de la competitividad de éstos?
Hasta el momento no ha sido así, y parece que el triunfo de Merkel apunta
que seguirá sin ser así. Ha triunfado una concepción insolidaria en Alemania.
Parece que se considera que la UE es simplemente una serie de mercados al
servicio de las grandes corporaciones exportadoras alemanas.
- 9. ¿Estará dispuesta Alemania, para garantizar la supervivencia del euro, a realizar las transferencias necesarias para que el Sur no colapse, es decir, a aceptar que la UME es, de hecho, una transfer union?
Esto
entra en el terreno de las perspectivas políticas. Por desgracia, en Alemania
las posturas europeístas solidarias son minoría. Un modelo de reciclaje de
excedentes, tal y como sugiera Varoufakis, parece harto improbable.
- 10. ¿Puede la eurozona tener un superávit comercial permanente con el resto del mundo procurando mantener una paridad baja del euro?
Parece
que en este capítulo hoy por hoy se presenta una situación de equilibrio, o
leve situación superavitaria. A Alemania le vendría de perlas una paridad baja
del euro. Pero este tipo de esquemas tendría consecuencias desiguales
internamente, y desde luego abocaría a una pugna rivalista mundial, cuyos
frutos positivos serán escasas, más allá de que esta opción implica un juego de
suma cero que no encerraría soluciones pacíficas.
- 11. ¿Bastará que un país salga del euro para que, por contagio, se produzca la desintegración total de la eurozona?
En modo alguno. De todos modos el impacto de la salida de un país depende
de la envergadura del país en cuestión y su interrelación y papel en la UE.
Ahora bien, más allá del efecto cuantitativo (por ejemplo, la salida del euro
de Grecia acompañada de un impago implicaría una sucesión de quiebras bancarias
de cierto alcance) habría otro cualitativo. El fracaso del euro para integrar y
sostener países diversos en la UE, sería una señal de debilidad que movilizaría
a los especuladores contra la moneda única. Las consecuencias, por tanto, sería
mucho mayores que un simple desgajamiento de la pieza de un puzle, porque
desestabilizaría toda la arquitectura montada. No obstante, la salida de países
como Italia o España sería una cosa muy distinta, porque sus implicaciones
serían más fuertes. No obstante, aunque las consecuencias serían importantes,
empujando a otros países hacia la salida, eso no impediría que el euro se
plegase y refugiase en una serie de países que adoptarían esta moneda como
salvaguarda de otros países que “fallasen” al sistema euro.
- 12. ¿Qué indicadores debemos observar para juzgar si la crisis de la eurozona se está superando o se está agravando? ¿Cómo se están comportando esos indicadores?
Como hemos señalado, es la tasa de beneficio, la
inversión y el empleo, algunos de los indicadores sobre los que debemos fijar
la atención. Lo que puede seguirse de esta evolución, con situaciones
diferenciadas en la UE, es que la tasa de beneficio se restaura, mucho menos de
lo que sería necesario, pero a costa de generar mayores recesiones (se busca
una política que combina aumentos de beneficios para unas pocas empresas, en el
marco de una destrucción amplia del capital), de destruir demasiado empleo,
reducir salarios e inversiones, etcétera. Las tasas de explotación crecen
sobremanera, mientras que la reducción de la composición orgánica del capital
es insuficiente. Aunque no podamos descartar que sobre esta línea pudiera
propiciarse una nueva onda larga expansiva, estamos a años luz de procurar las
condiciones para ello. Para lograrlo parece que las tensiones sociales y las
políticas de endurecimiento tienen que llegar mucho más lejos, comprometiendo
cualquier consenso político que hacía posible un esquema de democracias
formales.
Sea como fuere, el sistema euro es una forma singular
en la que los esquemas de financiarización cobraron forma en la UE. Este
esquema es el más sofisticado que se ha institucionalizado a escala mundial,
pero, a grandes rasgos, comparte las mismas problemáticas de esta fórmula de
contrarrestar la crisis de sobreacumulación irradiada a partir de los años 70
del pasado siglo, en otras grandes regiones y economías. Este esquema en sí
mismo tiene problemas internos muy graves, generando tensiones añadidas entre
los países que componen la arquitectura del sistema euro. En el contexto de
políticas de austeridad consagradas en
Tratados, de políticas ultraexpansivas que sólo benefician al núcleo bancario
privado, y ante la ausencia de bases públicas y políticas redistribuidoras en
el marco de la UE, la implantación del euro sólo podía traducirse en mayor
devaluación fiscal y salarial permanente, en perjuicio de las clases populares
y trabajadoras europeas y gran parte del capital no exportador, especialmente
el de los países más débiles de Europa, como los del Sur de Europa. Pues bien,
reconociendo que este problema en sí mismo aboca a crisis con perfil propio de
gran alcance, aún incluso resolviendo este esquema anterior, la crisis
capitalista seguiría desarrollándose. Por eso no es suficiente combatir las
políticas austeritarias, aunque sea un paso necesario.
- 13. ¿Se creará un mecanismo de autocorrección en la eurozona por el cual las autoridades de la UME – influidas por Alemania – suavicen las exigencias de austeridad impuestas a los países del Sur ante:
- a) La excesiva contracción de las economía del Sur, que merma las posibilidades de exportación del bloque Norte; y
- b) El riesgo de que en un país se alcance una tensión social excesiva o una deriva electoral anti-euro que provoque el abandono del país con la reacción de contagio que ello podría implicar?
Al
igual que el FMI recomienda políticas pragmáticas para hacer “sostenibles” la
austeridad, es posible que una situación límite pueda hacer virar algunas
políticas europeas. Somos, no obstante, muy escépticos al respecto. Ahora bien,
no creemos que la excesiva contracción de las economías del Sur lo causase,
porque la recesión en los países del Sur, sin una contestación alternativa,
tendría como consecuencia nuevas devaluaciones internas que favorecería una
estructura de costes mejores para el capital a medio plazo (donde el desempleo
es una forma de disciplinamiento temporal para doblegar la capacidad
negociadora del mundo del trabajo). Tampoco creo que el surgimiento de
gobiernos que reclaman un repliegue nacional cambie dicho escenario, aunque sin
duda tendría consecuencias, ante el cierre o aislamiento de un mercado que
puede ser de dimensiones diferentes. Las políticas de repliegue nacional (de
izquierdas o de derechas) añadirían a la previsible devaluación cambiaria la
misma política de devaluación interna, porque una economía aislada, aunque
pudiera fortalecer sectores propios (sustituyendo importaciones por
industrialización) también quedaría expuesta a dependencia internacional para
contar con recursos decisivos (como la energía, alimentos, etc…) y estaría
abocada a un empobrecimiento casi seguro (producto de la inflación en sectors
estratégicos). Sería más bien una contestación política internacionalista, de
ascenso de las movilizaciones populares, y formación de nuevos gobiernos
apoyados en las luchas, la que podría poner en tela de juicio la orientación
austeritaria, porque se generarían resistencias para no seguir profundizando la
devaluación interna, y, posiblemente alternativas (impago de la deuda,
recuperación del control de capitales, formación de de nuevas alianzas
internacionales y otra política económica supranacional) que, si se establecen
con un mínimo de países, podría tener un relativo éxito.
- 14. ¿Es plausible que Alemania prefiera la salida del euro como rechazo al papel de “donante” que le correspondería en la posible transfer union?
Si se estableciese una política de redistribución interna en la UE, la
salida del euro de Alemania sería una posibilidad, en el actual marco de
correlación de fuerzas ideológicas.
- 15. ¿Cómo es previsible que evolucionen el crecimiento económico, el empleo y la calidad de la democracia en los escenarios más probables de cada una de las alternativas: disolución o permanencia del euro?
En mi opinión, la cuestión monetaria es relevante, pero no es la única
cuestión a tratar analítica y políticamente. Aunque sin duda, la moneda única,
en el marco institucional y de políticas consagradas, implica la devaluación
fiscal y salarial permanentes, y el desequilibrio en la balanza de pagos
permanente entre países fuertes y débiles, lo que en sí da la puntilla
encorsetando a otras políticas alternativas (y dejando un menor margen a las
políticas alternativas o en el marco nacional, aunque haciéndolas desaparecer,
sin duda). De igual modo, al no ser la única variable, es preciso observar las
interrelaciones que mantiene esta dimensión con otras bases económicas y
políticas, para interpretar qué sucedería.
Sea como fuere, ambos escenarios serían problemáticos, entre otras cosas,
como hemos señalados, porque los problemas que atravesamos no refieren sólo a
la cuestión monetaria. Es cierto que el sistema euro ha añadido problemas
añadidos gravísimos en materia financiera, desigualdades norte-sur, y
austeridad procíclica. Pero sería una equivocación importante reducir la
política económica a dar consejos sobre salir o permanecer en el euro. A este
respecto, abordar la cuestión de las deudas, como nuevo y trágico yugo para las
economías más débiles y en especial para las clases productivas, parece un
capítulo a abordar. Las políticas de austeridad son también un eje a combatir
en todos los órdenes. Posiblemente, cuestionar estos puntos implicarán rupturas
que comprometerán el sistema euro. De tal manera que el colapso financiero puede
generar diferentes casuísticas, desde repliegues elitistas de algunos países
que expulsen a otros doblegados por la deuda acumulada, iniciativas de salida
nacionalista (de diferente signo), o alternativas supranacionales.
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