Daniel Albarracín
Marzo de 2011.
1. Introducción
La cuestión social de la prostitución, aún siendo una compleja discusión, resulta una materia relevante por diferentes cuestiones:
· Afecta a un colectivo ocupado en la industria del sexo que puede oscilar entre las 50.000 y 300.000 personas -aunque es posible que ronden las 100.000-, en el Estado español. Dicha actividad a nivel mundial, con flujos de capital transnacional especializado, está ascendiendo de manera inequívoca.
· Concierne a trabajadoras que, cuando cuentan con un contrato, lo hacen con la figura de camarera y bailarina, y parte de ellas desarrollan su actividad ligada a la industria hostelera. En España, los formatos de la provisión de este servicio se desarrollan en pisos de citas, plazas de hoteles, clubes de alternes y discotecas y, en menor medida, prostitución de lujo o, en otro segmento, prostitución de calle.
· Porque se trata de una cuestión que, en el modo que se está tratando, ha confinado, vulnerabilizado, y ha desprovisto de recursos de defensa a un amplio colectivo de personas, que en su mayoría son inmigrantes y mujeres.
· Porque el movimiento feminista se ha bifurcado y enfrentado, impidiendo una comunicación fluida, tanto con los varones de izquierda, como entre las diferentes corrientes feministas que lo componen, dificultando enormemente el entendimiento y la colaboración en el marco de los movimientos sociales y obrero.
· El movimiento sindical debe también formular alguna posición al respecto, cosa que ya se ha hecho en el caso de CCOO a nivel confederal. Pero algunas federaciones no se han pronunciado todavía al respecto.
· Porque la actividad del trabajo del sexo se ha tratado de manera apriorística y, muchas veces, de manera moralista, lo que ha dificultado si cabe aún más la situación de muchas personas, añadiendo a la ausencia de derechos una estigmatización excluyente.