Daniel Albarracín[1]. 15/05/2020
https://www.nortes.me/2020/05/21/el-ingreso-minimo-vital-y-el-futuro-por-hacer/
Se ha instalado el tópico
elitista que sospecha de todo aquel que, por percibir rentas originadas por un
derecho humano, es un mantenido, un caradura perezoso. Hay un discurso cínico y
disciplinador, que tacha de vagos a personas que no eligieron ser despedidos ni
haber sido empobrecidos. Los que hablan de paguita, no se preguntan siquiera si
la renta será suficiente para vivir. No se quejan de haya créditos avalados,
subvenciones o bajos impuestos para las empresas. Lo que les importa, a los que
niegan al trabajo el origen del valor y piensan que son las empresas las que
crean la riqueza, es la docilidad de la fuerza de trabajo disponible. Parados y
sin ingresos seguro que seremos más obedientes, teniendo que aceptar cualquier
empleo, en un contexto de depresión económica en el que cunde el temor porque
no haya lentejas. Por esta razón la derecha es hostil a cualquier medida de
escudo social a las clases trabajadoras.
Dicho esto, sorprenderá
que ciertos liberales estén conformes con una medida como puede ser el ingreso
mínimo vital. No debe extrañarnos cuando su cuantía anda por debajo del coste
de reproducción de la vida. Recordemos que sirve para “llenar la nevera”, pero
no para pagar el alquiler, la hipoteca y otros gastos propios de una familia. El
misterio se resuelve cuando se comprueba que dinamiza el consumo, que impide un
mayor hundimiento de la economía, al estabilizar la demanda. Vaya, que ayuda a
que el mercado funcione.