Por Diego Borja Cornejo*
Igual que sucedía en muchos países de América
Latina, durante las décadas de los ochenta y noventa, sobre todo, buena parte
del futuro económico de Grecia no depende de las autoridades democráticamente
electas, sino de poderosos burócratas del Banco Central Europeo (BCE) y del
Fondo Monetario Internacional (FMI).
La coalición de izquierda, Syriza, ganó las
elecciones en enero pasado con una propuesta contraria a las políticas
neoliberales de ajuste y estabilización impulsadas por la Troika (Comunidad
Europea, BCE y FMI). Estas políticas han conducido a una caída del 25 % del PIB
real de Grecia y a un espectacular aumento de la pobreza. Como resultado de las
políticas de desmantelamiento de la negociación colectiva de los trabajadores,
el salario real por hora cayó en 17.2 % frente al 2009. El salario mínimo se ha
colocado en los niveles de 1970. El desempleo bordea el 26 % del total de la
fuerza laboral. El desempleo juvenil alcanza el 50 % y el desempleo de mujeres
jóvenes el 54 %. La participación de los salarios en el ingreso nacional cayó
del 60 % en el 2010 al 55 % en el 2013. La pensión mínima para los jubilados
cayó bajo el umbral de la pobreza. Alrededor del 36 % de la población y el 44 %
de los niños de entre 11 y 15 años se hallan en riesgo de pobreza o exclusión
social.
A los desastrosos impactos sobre las
condiciones de vida de la población, hay que añadir que el ajuste neoliberal
del Memorandum de Entendimiento (MoU, por sus siglas en inglés) de febrero de
2012 que se le impuso a Grecia, ha impactado también sobre el crecimiento. Hay
estimaciones, como las de Ozlem Onaran[1],
que afirman que sin el plan de austeridad impulsado por la Troika la economía
griega “solamente” se habría estancado (no habría crecido), en vez de sufrir
una caída del 25 % en el PIB. La caída en la participación de los salarios ha
sido crucial para explicar la drástica disminución del crecimiento, así como la
baja de los ingresos fiscales, el endeudamiento público, el aumento de la
relación de la deuda sobre el PIB y por tanto, la propia insostenibilidad de la
deuda de Grecia.
* Ecuatoriano, Economista, Master en Economía por la
Universidad de Lovaina, Bélgica, exMinistro de Economía y Finanzas, exMinistro
de Política Económica, exPresidente del Banco Central del Ecuador, exSecretario
Económico del ALBA, Asambleista Consituyente en Montecristi, Presidente del
Movimiento Poder Ciudadano. Miembro de la Comité para la Verdad sobre la Deuda
de Grecia, constituida por la Presidenta del Parlamento Helénico, Zoe
Konstantopoulou el 7 de abril del 2015.
[1] Profesora de
Política y de Desarrollo Económico en la Universidad de Greenwich, autora de
más de sesenta publicaciones sobre la desigualdad, el desarrollo y la crisis; recientemente,
ha dirigido un programa bajo los auspicios de la Oficina Internacional del
Trabajo de las Naciones Unidas. Miembro de la Comité para la Verdad sobre la
Deuda de Grecia, constituida por la Presidenta del Parlamento Helénico, Zoe
Konstantopoulou el 7 de abril del 2015.
Los intereses del capital especulativo, además
de generar destrozos sobre la vida de los ciudadanos –trabajadores, empleados,
jubilados y desempleados-, ponen en riesgo al propio proceso de acumulación del
capital productivo. De acuerdo a estimaciones de Stavros Tombazos[1], “la sobre acumulación
del capital observada en Grecia está directamente asociada a las políticas de
austeridad las cuales han provocado un decrecimiento extremo tanto del consumo
público como del privado”. Esto se muestra en la caida de la participación de
los salarios en el PIB y en al aumento del supéravit primario del presupuesto
estatal, con respecto al año 2009. La relación entre el stock de capital fijo y
el PIB subió del 3.7 al 4.8 entre el 2007 y el 2014. Esto significa que la
capacidad de producción del capital existente está tan “desempleada” como el
trabajo humano. La utilización de la capacidad instalada habría bajado del 73.5
% durante el período 2006 – 2010 al 65 % en el 2013. Por ello es que la caída
de la rentabilidad del capital en Grecia es más pronunciada que en el resto de
la Unión Europea. En el 2013 y el 2014 se alcanzó una pequeña recuperación de
los beneficios del capital en Grecia, lo cual se puede observar cuando la
relación de la remuneración de la propiedad frente a la remuneración del
trabajo aumentó respecto al 2012. Sin embargo, esta tasa (que antes se le
llamaba de explotación) que supera el 0.82 (82 centavos de euro como
remuneración a la propiedad, por cada euro de remuneración al trabajo, mayor al
promedio europeo, de 0.8) no puede seguir aumentando a expensas del trabajo.
Por tanto, si el capital productivo quiere más beneficios en Grecia solo puede
lograrlo combatiendo la sobre acumulación del capital, léase la baja
utilización de la capacidad instalada y el ajuste neoliberal que contrae la
capacidad de demanda de los hogares y del sector público.
Cada vez queda más claro, que los acuerdos de
“alivio de la deuda” griega del 2010 y del 2012 han significado un salvataje
del capital financiero, donde los bancos alemanes encabezan la lista de
beneficiados; en desmedro de los ciudadanos griegos, que cargan con el grueso
del esfuerzo económico.
El pasado 24 de mayo, Nikos Voutsis, Ministro
del Interior, ha señalado que Grecia no podrá honrar sus deudas con el FMI en
junio, de no llegarse a un acuerdo que permita desbloquear la totalidad o una
parte de los 7.2 mil millones de euros de préstamos disponibles en el marco del plan de ayuda. Entre el 5 y
el 19 de junio Grecia deberá pagar 1.6 mil millones de euros al FMI y “nosotros
no daremos esa plata puesto que no la tenemos” ha dicho el ministro Voutsis.[2]
De no llegarse a un acuerdo que alivie la pesada
carga de la deuda de Grecia, el país tendrá que hacer pagos de servicio de su
deuda con el BCE y el FMI, por más de 12.000 millones de dólares en lo que
resta del año. Como lo han señalado las autoridades griegas, llegar a un
compromiso con los acreedores es algo urgente, puesto que aquella cifra vuelve
inviable a la economía griega, con el consiguiente deterioro de las condiciones
de vida, ya maltrechas, de la mayoría de la población.
El lunes 25 de mayo, el vocero del gobierno,
Gabriel Sakellaridis, afirmó: “pagaremos lo que debemos en la medida en la que
seamos capaces de pagar”, lo cual da una clara señal a los acreedores y al
pueblo griego, pues el gobierno ha señalado que la prioridad es pagar los
salarios y las pensiones de junio, antes que los vencimientos de la deuda con
el FMI.
Buena parte de la solución a la extremadamente
delicada situación de la economía griega podría ser hecha viable por esas dos
instituciones: el BCE y el FMI. Sin embargo, aquellas se ven a sí mismas como
una clase especial de acreedores que no deben retrasar los pagos, peor aun,
condonar parte de las deudas.
Mientras desde el lado de la Comisión Europea
hay receptividad para disminuir la condición sobre el superávit primario a 0.75
% del PIB y sobre los recortes a las pensiones, el FMI se niega rotundamente a
esa posibilidad y exige superávit primario de 3 %, recortes a las pensiones, reforma
del sistema de seguridad social y mayores flexibilidades laborales.[3]
De otro lado, mientras el FMI considera que la deuda griega es inviable y que
hay que dar paso a su reestructuración, los acreedores europeos de Grecia rehusan
categóricamente a esa posibilidad y, particularmente desde el lado alemán, no
se quiere hablar de un alivio a la deuda griega mientras el programa actual no
haya culminado.[4]
Sin embargo, si miramos el origen de estos
acuerdos que hoy asfixian a la sociedad griega, vamos a encontrar claros trazos
de ilegalidad e ilegitimidad en la forma como se constituyeron.
El 9 de mayo de 2010 el BCE decide lanzar el SMP
(Securities Markets Program). Según
este programa, el Sistema de Bancos Centrales de la Unión Europea (Eurosystem)
podía comprar: a) en el mercado secundario, instrumentos de deuda emitidos por
el gobierno central o entidades públicas de estados miembros cuya moneda sea el
euro; y, b) en los mercados primario o secundario, instrumentos de deuda
emitidos por entidades privadas de la zona euro.
Bajo este sistema, entre mayo del 2010 y
septiembre del 2012, el BCE compró en el mercado secundario bonos griegos por
un valor de 55 mil millones de euros.
Por ello, queda claro que el origen de la deuda
de Grecia con el BCE se debe básicamente a la compra de bonos griegos en el
mercado secundario que realizó esa entidad durante la etapa de la crisis de la
deuda griega y el primer “programa de ayuda” a Grecia, impulsado por la Troika
entre el 2010 y el 2012.
De los 55 mil millones de deuda con el BCE, Grecia
ya ha reembolsado una suma mayor a los 28 mil millones, restándole aún por devolver 27 mil millones de
euros, según cifras hasta abril del 2015. Siendo el BCE tercer acreedor de
Grecia, después del ESM (European
Stability Mechanism)[5]
y del FMI, es el que más pagos por concepto de deuda espera recibir hasta el
fin de esta década. Efectivamente, solo en los próximos 5 años, Grecia tendría
que pagar 23 mil millones de euros al BCE y únicamente en el 2015 (20 de julio
y 20 de agosto) tendría que pagar 6.6 mil millones de euros a esa entidad.
De acuerdo al discurso oficial de los
organismos europeos, esta decisión fue tomada con el fin de ayudar a controlar
la severa tensión en ciertos segmentos de mercado en los cuales habían estado interfiriendo
los mecanismos de transmisión de la política monetaria.
Sin embargo, a contrapelo de cumplir con su
mandato, el BCE utilizó este mecanismo para servir a los intereses del sistema
financiero privado, permitiendo a los bancos franceses y alemanes deshacerse de
los bonos griegos que tenían en sus balances. El BCE compró esos bonos por
debajo del valor nominal, pero demanda que Grecia le reembolse a su valor
nominal con los elevados intereses a los que fueron colocados.
A ello contribuyó la total inacción del BCE por
evitar que suba el riesgo de Grecia, incumpliendo por lo demás con su mandato.
Efectivamente, el BCE podría haber parado el aumento del premio de riesgo a
través de diferentes vías, a inicios del 2010. El bloqueo institucional que le
impuso el gobierno alemán a Grecia –con el fin de presionarle para que ponga en
marcha todo un paquete neoliberal de reformas económicas-, provocó un enorme
incremento del premio de riesgo el cual bordeó los 400 puntos en febrero de
2010.[6]
Hasta marzo de ese año, el BCE no anunció
ningún acuerdo de Grecia con la Troika. Solamente el 11 de abril de 2010
anunció el primer préstamo bilateral, seguido por otros préstamos del FMI.
Evidentemente, esto fue acompañado por la condicionalidad que incluía recortes
en el gasto público y “reformas estructurales”. Durante todo este período, sin
embargo, los bancos europeos obtuvieron fondos del BCE a tasas de interés muy
bajas y en términos ventajosos, para luego convertirse en préstamos a Grecia a
tasas de interés elevadas, obteniendo jugosos beneficios a expensas de la
estrangulación de la economía griega. Y cuando se lanza el SMP, ya el premio de
riesgo de la deuda griega se había colocado cerca de los 1.000 puntos básicos.
En septiembre de 2012 el BCE pone fin al SMP y
lo reemplaza por el Programa llamado Outright
Monetary Transactions –OMT-. Dentro de este Programa, el BCE compró bonos
de deuda pública de los estados de la Unión Europea, con plazos de 1 a 3 años,
pero bajo una estricta condicionalidad, ligada al Fondo Europeo de Estabilidad
Financiera (European Financial Stability Facility
–EFSF-[7]),
reemplazado luego por el Mecanismo Europeo de Estabilidad –ESM-.
A pesar de que el BCE tiene el mandato de
cuidar la estabilidad monetaria y financiera de los Estados miembros, lo que
implica defender la deuda de esos estados y actuar como prestamista de última
instancia, la alta burocracia de la Unión Europea prefirió configurar un
cuestionable fondo, desde el punto de
vista de la legalidad: el EFSF. Este es una entidad jurídica especial, creado
como un mecanismo temporal para la resolución de la crisis, por los 17 países
miembros de la Unión Europea el 9 de mayo del 2010 –aunque salieron después
Grecia, Portugal, Irlanda y Chipre como accionistas- . Se señaló que su
objetivo era preservar la estabilidad financiera en Europa ofreciendo ayuda
financiera a los estados de la zona euro que se hallen en dificultades
financieras. El EFSF puede emitir bonos u otros instrumentos de deuda con el
apoyo de la Oficina Alemana de Gestión de la Deuda con el fin de recaudar
fondos y luego entregar préstamos a los países en problemas, comprar deuda
soberana y recapitalizar bancos. La emisión de bonos está respaldada por
garantías otorgadas por los países miembros de la zona euro. El EFSF tenía la
potestad de combinar préstamos de hasta 750.000 millones de euros (440.000 por
su parte, más los 60.000 de la Comisión y 250.000 del FMI) posteriormente
limitada a 192.000 millones cuando nació el ESM, cantidad total que había
prestado hasta que fue relevado el EFSF por éste.
Este proveyó asistencia financiera a Irlanda,
Portugal y Grecia. La forma de la asistencia a esos países se realizó a través
de la emisión de bonos u otros instrumentos de deuda en los mercados de
capital. El 1 de Julio de 2013, el EFSF es reemplazado por el ESM, que queda
configurado como el único mecanismo para responder a las demandas de asistencia
financiera de los estados miembros de la zona euro. Sin embargo de eso, el EFSF
sigue operando hasta que terminen los repagos de los préstamos realizados, se
hagan los pagos de capital e intereses a los tenedores de bonos del EFSF y se
refinancie los bonos pendientes del EFSF puesto que los plazos de los préstamos
concedidos a Irlanda, Grecia y Portugal es mayor que los plazos de los bonos emitidos
por el EFSF.
Dicho sea de paso, el EFSF y el ESM fueron
creados para evitar las restricciones que imponen las leyes de los estados
europeos en un contexto donde confluyeron varios factores críticos. Las
regulaciones de los estados europeos prohiben hacer préstamos a los estados
miembros o a cualquier institución
financiera pública de cualquier otro estado miembro. El EFSF y su continuador
el ESM, fueron creados precisamente para hacer eso.
El total de préstamos entregados por el EFSF a
Grecia alcanzó los 141.8 mil millones de euros, entre el 9 de marzo de 2012 y
el 14 de agosto de 2014.
El BCE añade que “una condición necesaria para
optar por el programa OMT es la estricta y efectiva condicionalidad ligada a un
apropiado programa del EFSF/ESM”, lo cual es claramente inconsistente con la
tan mentada independencia del banco central. En caso de que el EFSF o el ESM
decidieran que un determinado país no es elegible para el programa de esos
organismos, automáticamente lo vuelve no elegible al programa OMT del BCE. En
tal sentido, el BCE se subordina a las decisiones del Consejo de Gobierno del
EFSF/ESM constituido por los ministros de finanzas de los estados miembros.
De acuerdo al Memorandum de Entendimiento,
antes de los desembolsos del EFSF, Grecia debía someterse a: reducciones de
gasto público del orden de los 3.2 mil millones de euros, reducción de costos
salariales y flexibilidad del mercado laboral, despido de empleados públicos,
recapitalización del sistema bancario doméstico después del canje de la deuda
griega del 2012. Adicionalmente debía constituir una cuenta especial para
priorizar los pagos de la deuda; y una estrecha vigilancia del programa de
austeridad fiscal y de la instrumentación de reformas estructurales.
El mayor beneficiario del programa de compras
del BCE fue Alemania, dado que la adquisición de bonos de los países
considerados la periferia de Europa, dejó a los vendedores de esos bonos con la
liquidez suficiente para invertir en deuda alemana. Eso explica, entre otras
cosas, por qué en el 2011 obtuvo financiamiento casi gratis: bonos a seis meses
a una tasa del 0.08 % y deuda a 10 años al 1.8 %. A diferencia de las elevadísimas
tasas de interés a las que Grecia obtuvo financiamiento en esa época.
A esto hay que añadir la responsabilidad que
tiene la condicionalidad fondomonetarista, que generó la recesión económica que
enfrenta Grecia y que hace aún más difícil el cumplimiento del calendario de
pagos. Efectivamente, como ha sucedido en otros lugares del mundo, la ortodoxia
del FMI se asemeja cada vez más a la estupidez. Porque al fracaso que ya ha
registrado su recetario en otras partes del mundo, se añade el incapacitar
económicamente a Grecia para pagar las deudas con el propio FMI. No obstante
esta historia, en la actualidad, tanto el BCE como el FMI se niegan a tratar el
alivio a la deuda griega, mientras el país no se comprometa a impulsar las
reformas condicionadas por estos organismos. Entre estas se hallan mayores
recortes a las pensiones de los trabajadores jubilados y mayor “flexibilización
del mercado laboral”, léase más despidos de trabajadores y más recortes a los
salarios.
De su lado el gobierno de Syriza propone un
acuerdo que incluya la reestructuración de la deuda, un superávit primario menor
al propuesto por estos organismos y no más recortes a pensiones y salarios. Con
mucho pragmatismo el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, ha señalado
que no está dispuesto a aceptar una cura peor que la enfermedad,[8]a
pesar de que los grandes medios de comunicación europeos se han esforzado en
mostrar esta postura como radical e intransigente. Varoufakis ha remarcado que es una “falacia
común” afirmar que Atenas no quiere o no es capaz de implementar un programa de
reforma económica, razón por la que el Gobierno no llega a un acuerdo con la
troika –la Comisión Europea (CE), el BCE y el FMI–. Al contrario, el gobierno griego
está dispuesto a ejecutar una agenda que incluye todas las reformas resaltadas
por los ‘think tanks’ europeos y, además, es el “único capaz de mantener el
apoyo de los ciudadanos a un sólido programa económico”.
Lo que en realidad falla es la insistencia de
los acreedores en una mayor austeridad, que ha vulnerado a la economía y a la
ciudadanía griega desde hace cinco años. Insistir en la austeridad es seguir
bloqueando el crecimiento y empeorando el ciclo deflacionario y, en última
instancia, como ha señalado el ministro de Finanzas, erosionando “la voluntad y
la capacidad de los griegos para hacer las reformas que el país tan
desesperadamente necesita”.
[1] Profesor de
Economía Política y de Filosofía Política en la Universidad de Chipre. Miembro de
la Comité para la Verdad sobre la Deuda de Grecia, constituida por la
Presidenta del Parlamento Helénico, Zoe Konstantopoulou el 7 de abril del 2015.
[2] Ver, “Grèce :
M. Tsipras pris en tenaille entre ses créanciers et sa majorité”, en Le
Monde.fr del 25 de mayo de 2015, http://www.lemonde.fr/economie/article/2015/05/25/grece-m-tsipras-pris-en-tenaille-entre-ses-creanciers-et-sa-majorite_4639850_3234.html
[3] La exigencia de un
superávit primario del 3 % que le hace el FMI a Grecia es vista como poco
creíble incluso por el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard. Es una meta “probablemente
irreal por cuestiones económicas y políticas”, ha señalado Blanchard. Ver, http://www.gurusblog.com/archives/blanchard-fmi-grecia/25/05/2015/
[4] En días pasados el
galardonado economista francés Thomas Pikety ha sostenido durante una
conferencia en Berlín que Alemania vió como sus deudas fueron borradas por los
aliados en 1953. “Una muy buena cosa”, ha dicho. Esto le habría permitido la
reconstrucción de ese país y luego convertirse en una gran potencia económica
mundial. “Por qué no hacer lo mismo con Grecia ahora”, se interroga Pikety.
“¿Los jóvenes griegos deber cargar con la responsabilidad de errores cometidos
en el pasado, al igual que los alemanes en 1953? ¿Por qué negarles ahora lo que
si fue aceptado a los alemanes?”. Ver, “Dette grecque : Thomas Piketty
suggère de s’inspirer de l’exemple allemand d’après guerre”, http://www.lemonde.fr/economie/article/2015/05/20/dette-grecque-thomas-piketty-suggere-de-s-inspirer-de-l-exemple-allemand-d-apres-guerre_4637227_3234.html
[5] El European
Stability Mechanism es un mecanismo de resolución permanente de la crisis para
los países de la zona euro. Este, emite instrumentos de deuda orientados a
financiar préstamos y otras formas de asistencia financiera a los Estados
Miembros de la zona euro. La decision de crear el ESM fue tomada por el Consejo
Europeo en diciembre del 2010 e inaugurada oficialmente el 8 de octubre del
2012, luego que los Estados Miembros firmaron un tratado intergubernamental que
estableció el ESM en febrero de ese año.
[6] La diferencia
(spred) de los bonos a 10 años de Grecia con los bonos alemanes en febrero del
2010 era de 400 puntos básicos, similar a la diferencia de los CDS Europeos a 5
años (5 – Year European CDS). Fuente: Bloomberg.con datos a junio del 2010.
[7] El EFSF es un acuerdo
entre los siguientes países: Bélgica, Alemania, Estonia, Irlanda, Grecia, España, Francia,
Italia, Chipre, Luxemburgo, Malta, Holanda, Austria, Portugal, Eslovenia,
Eslovaquia, Finlandia, a los que se les denomina Estados Miembros de la Zona
Euro o Accionistas del EFSF; y el
European Financial
Stability Facility (EFSF), estructurado como una sociedad anónima
establecidad en Luxemburgo, con una oficina registrada en: 43, avenue John F.
Kennedy, L-1855 Luxembourg (R.C.S. Luxembourg B153.414). Según consta en los
terminus del Acuerdo. Ver, http://www.efsf.europa.eu/attachments/20111019_efsf_framework_agreement_en.pdf
[8] “Nuestro
Gobierno no puede, y no lo hará, aceptar una cura que ha demostrado durante
cinco largos años que es peor que la enfermedad”, afirmó Varoufakis en el artículo
“Austerity Is the Only Deal-Breaker” publicado en la página web ‘Project
Syndicate’. Ver,
http://www.projectsyndicate.org/commentary/greece-government-reforms-by-yanis-varoufakis-2015-05.
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