Daniel Albarracín[1].
Julio 2014
Este documento fija la atención sobre el cambio de modelo laboral que
han impuesto los últimos gobiernos, la destrucción de las fuentes fundamentales
de la regulación laboral, y las bases del desplazamiento sindical. En este
análisis nos preguntamos cómo impedir que los golpes políticos al mundo del
trabajo sigan demoliendo la capacidad de resistencia, advertir sobre los
riesgos de adaptación a un modelo sindical corporativo y repensar sobre las
posibles alternativas tanto para la contestación en el espacio laboral, terreno
de lucha predilecto del capital, como para la construcción de una nueva y
necesaria alianza entre el movimiento obrero y las fuerzas políticas emergentes
y contrahegemónicas.
Austeridad: medicina de caballo o sanguijuelas para el enfermo.
Las clases dirigentes han pautado
una política de ajuste y devaluación salarial para procurar restaurar las tasas
de rentabilidad del capital, maltrechas por la crisis de sobreproducción y las
cargas financieras ocasionadas por las deudas privadas. Esta estrategia
consiste en sacrificar los salarios directos e indirectos, entre otros aspectos,
y para ello comienzan por la reducción de garantías sociolaborales, el desplazamiento
de los contrapesos sindicales y una decidida política de empoderamiento de las
grandes empresas.