Reseña de Daniel Albarracín
publicado en el nº128 de la Revista Viento Sur
A
un libro de economía se le ha de pedir algunas cosas cuanto menos. La primera,
es que sea claro e inteligible, a ser posible que emplee metáforas
comprensibles y que se correspondan con la realidad que trata de examinar. La
segunda, que nos relate una interpretación relevante de fenómenos que nos
importan. La tercera, que aporte elementos nuevos o, si no lo hace, que los
arme de manera original arrojando nueva luz. Y, la tercera, que nos ofrezca
alguna perspectiva o propuesta útil.
Todos
estos puntos los satisface el libro del economista y recientemente afamado,
joven y brillante orador Yanis Varoufakis.
Varoufakis
nos aporta una metáfora explicativa, recuperando el mito cretense del Minotauro
que, a costa de devorar carne humana entregada en sacrificio, sostenía la paz
entre pueblos adversarios. Para entendernos EEUU ha desempeñado este papel desde
la IIGM, con una sucesión de gobiernos, tras la victoria y ya erigidos en el
Imperio, capaces de pergeñar, primero, un Plan Global (los supuestos años
dorados del capitalismo) y, después tras los 80, sustituirlo por otro, el
Minotauro global, alzado sobre las dos torres de déficit (comercial y fiscal).
Un esquema de reciclajes de excedentes muy asimétrico si bien capaz de estabilizar
el modelo de desarrollo del Norte durante toda una época. EEUU, en ambas
etapas, antes rescatando a Japón y Alemania –al abrigo del ejército
norteamericano y desprovistos de defensas propias- como motores de
revitalización de la economía mundial, y, después, con su Minotauro Global,
habría logrado reciclar los excedentes mundiales propulsando con la demanda
interna estadounidense los polos de desarrollo internacional.
El
autor nos relata de manera bien hilada y documentada la historia económica tras
la IIGM. Su
foco de atención se centra en el periodo reciente. Afirma que, desde 2008, el
Minotauro agota sus fuerzas y muere, y se levantan doncellas tenebrosas, hasta
ese momento protegidas por la bestia, que nos desgarran sin un proyecto
coherente. Nuevos modelos de empresa tipo WalMart, el dinero tóxico de Wall
Street, y el endeudamiento depredan a sus anchas, en un periodo donde las grandes
torres del Minotauro se derrumban y la “quiebrocracia” se instituye en nuevo
régimen, augurando un oscuro futuro.
También,
nos retrata el rumbo de los dragones, China en particular, que, a pesar de
remodelar el esquema de relaciones de los países emergentes en su totalidad,
también se ve arrastrado por los restos del naufragio de lo que fue el Minotauro.
O de Alemania y Europa, hijo concebido desde el poder norteamericano según el
autor, que fracasan en lo que pudiera haberles salvado: la configuración de un
mecanismo global de reciclaje de excedentes, que el sistema euro impide.
Varoufakis,
en esta su segunda edición, revisa su teoría y da por confirmadas, con algunos
matices, algunas de sus proyecciones. En suma, un panorama incierto, con
tendencias inequívocas, donde los déficits norteamericanos perduran, pero ya
incapaces de completar con éxito ningún mecanismo global de reciclaje de
excedentes. Es esta discapacidad, sumada al desequilibrio de una montaña de dos
torres que se desploman, la que explica la crisis de Europa, la principal
damnificada, o la que puede estar por venir en China, si no consigue un
mecanismo de reciclaje en su área de influencia internacional. Japón, por el
contrario cayó por la pérdida del favor en su día de EEUU, en el Acuerdo Plaza
que vino a exigirle un aumento del valor del yen. Japón no logró crear su
propio patio trasero, y las políticas que emprendieron después, repetidas en
occidente, no ha podido sacarles del estancamiento.
La
caracterización de Varoufakis aporta una visión de enorme interés y guarda una
arquitectura coherente, y dado que es un esfuerzo serio merece la pena repasar
este buen libro. Siendo un libro de economía política es comprensible para no
economistas. Ahora bien, debemos también de advertir de sus sesgos y ausencias.
En
primer lugar, Varoufakis incurre en una línea de interpretación que podríamos
llamar de una historia desde arriba.
Son los gobiernos, casi con artes palaciegas los que determinan prácticamente
todo en el curso del devenir. En su relato EEUU y algunos conocidos asesores,
con nombre y apellidos, “inventan realidades” mientras otros se mueven casi a
su compás o a interpretar lo que hacen los protagonistas. A este respecto, las
clases populares y trabajadoras son víctimas, y poco más que un subproducto de
todo lo que aquellos hacen. No es extraño que la esperanza de Varoufakis
radique en una suerte de “nueva visión” que alguna vez cale entre los
mandatarios norteamericanos.
En
segundo lugar, la idea del minotauro y el mecanismo de reciclaje de excedentes
no es un planteamiento original, desde hace tiempo numerosos autores
advirtieron este funcionamiento desequilibrado. La diferencia es que hoy el establishment, ante el desconcierto de
recetas que no funcionan, está dispuesto a escuchar, y Varoufakis aprovecha la
oportunidad de expresarse, además escogiendo una metáfora atractiva.
En
tercer lugar, la lectura de Varoufakis se realiza desde un enfoque
postkeynesiano de notable interés. Ahora bien, al igual que casi toda esta
escuela, viene a explicar la crisis por un problema de desregulación financiera
y configuración de esquemas de intervención gubernamental, sin dar cuenta de determinados
procesos de largo plazo que afectan al sistema de producción. Es la gran
política institucional desde arriba la que vendrá, en su visión, a definir lo
que sucederá. Es muy llamativo que el peor pasaje de su libro sean las caracterizaciones
del marxismo, pues este quiere lidiar con un modelo determinista sólo
atribuible a un marxismo vulgar moribundo, ignorando los conflictos de clase,
que el capital es una relación social y todas las disputas políticas abiertas
desde abajo, sin, al parecer, haber repasado debidamente el marxismo vivo y
abierto que cobra cada vez más actualidad. A este respecto, el libro pasa por alto
los fenómenos de sobreproducción y las tendencias e influencias de la
rentabilidad efectiva –para él encuadrados en el universo de las expectativas-,
y no realiza un ejercicio de puesta en relación de la evolución financiera y
estos factores.
En
definitiva, el libro merece la pena, siempre y cuando hagamos una lectura
crítica de las ausencias existentes en el enfoque. Por lo demás, su
caracterización es relevante y real, aún cuando falte completar el cuadro. No
obstante, como decía al comienzo, todos los ingredientes de un buen libro los
cumple sobradamente.
2 comentarios:
Cierto que el capitalismo se enfrentó en su crisis mas sonada a un problema de excedentes de producción. No creo que sea ahora el caso. Con la llegada de la crisis energética, el pico de producción del petróleo en 2006, enfrentamos una disminución del trabajo total (ser humano y máquina) y en consecuencia, una caída del PIB global inexorable e irreversible. El capitalismo enfrenta por tanto una crisis de subproducción y la imposibilidad de generar crecimiento económico por imperativos físicos.
Sin embargo, la crisis de sobreproducción permanece, pudo sostenerse por la financiarización durante untiempo, y la tasa de rentabilidad se erosiona (que es la otra cara de la crisis de sobreproducción). A ella se le puede sumar una crisis de demanda, producto de los ajustes. Esta es la razón del decrecimiento que viene. Un decrecimiento en forma de estancamiento y recesión oscilantes. Que apostemos por reducir el consumo productivo (y destructivo) de materiales y energía, y por tanto por una reducción de la producción y por un cambio en el modelo de consumo, no equivale a diagnosticar que el actual decrecimiento (en términos de PIB) responda a un límite físico. El decrecimiento del PIB refiere a valores en términos de precio e intercambio, los límites físicos refieren a energía, materias primas. Lo primero genera rentas, lo segundo riqueza.
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