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Entrevista
a Daniel Albarracín en Loquesomos.org. Enlace directo aquí.
11
de Junio de 2013
1.
W. Buffet, el tercer hombre más rico del mundo, ha dicho: “Hay una lucha de
clases, por supuesto, pero es mi clase, la clase de los ricos, la que dirige la
lucha. Y estamos ganando”. ¿Cree usted que tiene razón?
Sin duda alguna. El proyecto burgués de las grandes
corporaciones transnacionales está consiguiendo, a través de la UE y los
Estados de los países del Norte imponer unas condiciones que permitan, en un
contexto de decadencia, conjugar la oscilación, que se prevé duradera, entre
estancamiento-recesión-depresión, y por consiguiente un decrecimiento a largo
plazo, y recabar una tasa de rentabilidad holgada, cuanto menos para las
oligarquías capitalistas, y en detrimento de una fracción capitalista y,
especialmente, entre las clases populares y trabajadoras. Ahora bien, las
resistencias, movimientos en todo el mundo y países antiimperialistas de
América Latina suponen un contrapeso y una esperanza cara al futuro. Entre
medias, brotan nuevos países emergentes que, en la práctica, tienen parte de su
destino ligado al futuro de las potencias occidentales, aun cuando supondrá un
reequilibrio entre las clases dominantes, ahora sí, presumiblemente cómplices
para seguir subyugando a las clases subordinadas y, especialmente, la
naturaleza, en un ejercicio de acumulación por desposesión de energías, fuentes
de alimentos y materias primas.
2.
¿Cree que es posible la reconstrucción del pacto social roto por la oligarquía
económica, cuyo mascarón de proa era el “estado del bienestar”?
Quien piense que es posible restaurar el denominado
diálogo social es un iluso, aunque los hay, y muchos. Al igual que el Estado
del Bienestar fue una excepción en la historia del capitalismo, de carácter
irrepetible, el diálogo social de la concertación social no puede tener
espacio, salvo en lo que fuese un esperpento de sumisión arrinconada. Volviendo
al Estado del Bienestar, aquel fue producto de varias circunstancias: la
presencia de un bloque soviético (si bien de corte estalinista), la fuerza
estructural (e integración) del movimiento obrero en occidente, y una fase de
prosperidad inaudita, producto de un ascenso formidable de la tasa de beneficio
tras la IIGM. Ninguna de esas circunstancias están presentes hoy. En cualquier
caso, el Estado del Bienestar se construyó como cortafuegos a iniciativas
socialistas de carácter revolucionario. Sin negar que el Estado del Bienestar
proveyó una porción creciente del salario indirecto, cuyas conquistas hay que
defender, el marco político contuvo su alcance notablemente. En España, por
otro lado, llegó tarde y empezó a desmantelarse muy pronto. Dentro del
capitalismo, el horizonte más factible es volver a viejas formas decimonónicas,
aún cuando el recorrido de destrucción de los vestigios de Estado del Bienestar
puede aún durar algunos años.
3.
Se publicita ahora un nuevo gran pacto nacional, ¿puede ser esa la solución
para la insostenible situación de los trabajadores? ¿sería un nuevo éxito para
la clase de Buffet, o para la clase trabajadora?
La orientación y el carácter de clase es lo que
define a cualquier línea política e institucional. No es factible un modelo
superador de nuestra situación vigente con un pacto con la burguesía. Una
estrategia de construcción de un bloque popular y trabajador parece lo más
aconsejable, liderado por organizaciones políticas rupturistas y con bases
sociales del mundo del trabajo. Eso quiere decir que, ante la quiebra del mundo
burgués tal y como lo conocíamos (con nuevas contradicciones internas) y
desclasamiento creciente de la pequeña burguesía, es posible incluir en este
movimiento a personas de esta procedencia comprometidos políticamente con
acabar con la relación salarial y la propiedad privada de los medios
estratégicos. Sin embargo, habría que prevenirse de una nueva restauración de
un nuevo bloque dominante neoburgués populista-nacional, en tanto que la
continuidad del capitalismo no abriga más que deterioros crecientes del modo de
vida, y porque las tentaciones de repliegue nacional romperían la alianza
necesaria de la clase trabajadora internacional en aras de una estrategia
socialista.
4.
Permanentemente se dice que la meta anhelada es el crecimiento económico, en
términos neutros, sin caracterizar la naturaleza de esa economía, ¿no sería más
clarificador hacerlo, explicitar de qué economía hablamos?
En efecto. La economía no puede sujetarse a un
indicador como el PIB (que mide, en términos monetarios, la producción
intercambiada en un año). Es preciso construir una economía que incluya en sus
conceptos las dinámicas de los ecosistemas, los flujos de energía y materias
primas, la producción de residuos y la huella ecológica. Sin esas bases
materiales sustentables no es posible dimensionar el perfil de una economía
sostenible. La economía del futuro podrá adoptar muchas formas, aunque anticipo
que de lo primero que se trata es de derribar el modelo en vigor. Aunque sólo
una deliberación y decisión democrática podrá llevarlo a cabo, el modelo que a
mí me convence es uno en el que el sector público, bajo una planificación
democrática (que no puede ser hipercentralizada), asume, con un control popular
y de sus trabajadores, las actividades estratégicas (finanzas, energía,
alimentación, transporte, comunicaciones, etc…), adoptando decisiones basadas
en consultas periódicas sobre el nivel y perfil de las inversiones,
estadísticas de consumo, y la propia experiencia, para evitar desfase entre lo
producido y lo necesitado. Al mismo tiempo, mediante una regulación que destine
los excedentes hacia las áreas socialmente más necesarias, y con criterios de
minimizar los costes sociales y garantizar el pleno empleo, podrían
desarrollarse empresas públicas, o iniciativas autogestionadas en áreas menos
estratégicas. Al mismo tiempo, esto implica que las economías locales serían el
eje autocentrado de desarrollo, lo que podrá implicar grandes cambios en el
modelo urbano y en la propia ubicación de las ciudades en función de sus
posibilidades de abastecimiento en base a un nuevo modelo productivo
energéticamente sostenible y fundamentalmente basado en renovables.
5.
Según la agencia Bloomberg, en 2012, las 100 personas más ricas del mundo
ganaron 241.000 millones de dólares. Nos hemos acostumbrado a oír hablar de
reparto de sacrificios, ¿por qué se habla tan poco de distribución de la
riqueza?
La riqueza, originada en la naturaleza, y el valor,
emanado del trabajo, está en manos o es apropiada por parte de una minoría. Ha
llegado la hora de la distribución, pero no sólo a posteriori, como mejoras de
salarios, aumento de servicios públicos, etc… También como socialización de la
propiedad privada de bienes socialmente necesarios hasta ahora en manos
privadas. La dificultad radica en que sólo una estrategia política y colectiva,
que tome en serio la toma del poder, mediante la expropiación de estos bienes y
poniéndolos bajo gestión pública y popular, seremos capaces de emprender tamaño
desafío.
6.
Vemos en nuestro país las consecuencias de la “política de austeridad”, por
utilizar unos términos masivamente acatados. ¿Puede esbozarnos cómo sería, en
su opinión, el escenario si se aplicase una “política de estímulo” de la
economía?
Tengo recelos con el término “estímulo” manejado
habitualmente por líneas próximas a Obama u Hollande. El primero estimuló la
economía norteamericana con una profunda desfiscalización del capital y masiva
creación de dinero ficticio. El segundo plantea estimular la economía mediante
una “austeridad con crecimiento”, oxímoron donde los haya. En primer lugar, la
única austeridad admisible es la que refiere a la del consumo innecesario de
energía y materias primas, lo que implica clamar por un cambio de bases
tecnoenergéticas en el mundo industrial y en el entorno urbano, así como en
partidas tales como las militares o de control policíaco. De tal modo que los
estímulos que cabe perfilar como necesarios se basarán en inversión públicas
(una vez se plantee un impago de toda la deuda ilegítima y tras un impulso a
una reforma fiscal progresiva) que se destinarán a áreas socialmente útiles.
Básicamente consistirá en el cambio del modelo industrial y energético, para
modificar el tipo de tecnología empleando energías renovables fundamentalmente,
lo que implicará cambios de la organización de los hábitos sociales muy
significativos, y en el desarrollo de áreas públicas de cuidados que no sólo
mejorarán la atención sanitaria y educativa, sino también la ayuda a la
dependencia, la apertura de escuelas infantiles, etc… En este contexto, una
política de pleno empleo es factible mediante el recurso a sistemas de
intermediación pública renovados y mejor dotados y la reducción del tiempo de
trabajo y el reparto de todos los trabajos.
7.
Grecia, Chipre... a nadie se echa y a nadie se deja salir del euro, ¿qué
mensaje se quiere transmitir?
La salida o expulsión del euro de un
país significaría un fracaso del proyecto de la Europa del capital, pues
implicaría un desprestigio de la moneda, que podría perder su peso como moneda
de reserva internacional y su valor de cambio, así como un riesgo de impago
posterior de algún país que saliese. Chipre tiene una dimensión menor y Grecia
es muy pequeña. Su impacto material, aún siendo significativo en el caso de
Grecia, serían absorbibles. Si no se ha producido aún es debido al efecto
contagio que podría ocasionar, pero es muy probable una salida próximamente,
como un castigo a estos países (que también perderían los elementos de abrigo
que el euro proporciona), sea temporal o permanente. Es posible que, como la
deuda es impagable, al final se les expulse. Por eso, un gobierno de izquierdas
debe tomar la iniciativa del impago unilateral de la deuda ilegítima, antes de
quedarse sin recursos, definiendo el perfil de la reestructuración (un amplio
porcentaje de reducción del montante, una reducción de los tipos, una
derivación de plazos muy amplia). Esta iniciativa sería más potente si varios
países la emprendiesen, mejor, pero no necesariamente, a un tiempo. De hecho,
realizar esta iniciativa antes de salir del euro, permitiría, en el caso de
tener que recurrir a algún tipo de negociación, unas mejores condiciones para
poder llegar a una solución más favorable. La salida del euro no puede
entenderse más que un paso atrás para intentar dar dos adelante, en aras de
construir un nuevo área supranacional socialista, que, a medio plazo, sentase
las bases de una cooperación en materia de inversión, comercio y financiación
mutua, una posible construcción de un sector público supranacional redistribuidor
y, quizá, una nueva moneda.
8.
EE.UU. apuesta por inyectar billetes en su economía. Europa se mantiene firme
en la austeridad ¿tiene esta discrepancia de estrategias alguna otra dimensión
de conflicto presente o futuro?
Tal y como señalábamos aquí,
no son tantas las diferencias. Este dilema, presentado a beneficio de la
interpretación keynesiana, ignora algunos aspectos importantes. En primer
lugar, el BCE también ha desarrollado una política monetaria ultraexpansiva
(sólo un poco menor que la de la Reserva Federal). Ahora bien, el modelo de
política monetaria expansiva se basa en lo que viene a denominarse Quantitative
Easing, que viene a proveer crédito para mejorar la fluidez y confianza de los
mercados interbancarios y que, en la práctica, sólo contribuye a cubrir los
agujeros de insolvencia bancarios, pero no se traslada a la inversión
productiva. El supuesto éxito relativo y comparado de Obama no obedece ni a que
la Reserva Federal preste a su Estado (aunque eso, desde luego, ayuda) ni a su
política monetaria expansiva más decidida, sino a la fortaleza del dólar como
moneda de reserva internacional que tiene como mejor respaldo al ejército imperial.
En tiempos de crisis, y aunque los fundamentos de la economía norteamericana
son muy malos, los capitalistas de todo el mundo prefieren refugiar sus
capitales en países como EEUU (aunque también en Alemania, Suiza, Luxemburgo,
etc…). En segundo lugar, en EEUU también sigue profundizándose las políticas de
austeridad, especialmente contra el mundo del trabajo. A este respecto, es
conveniente manejar la tesis de neoliberalismo
de Estado para los tiempos que corren.
El problema está en el desencaje y transición hacia
el nuevo papel de los países emergentes, que están erigiéndose en nuevas
potencias superavitarias, y grandes acreedores de EEUU y la UE. Las oligarquías
de unos y otros bloques mantienen tensiones y acuerdos cruzados en materia de
producción, exportación e importación, y también de alianzas militares
respectivas. La alianza internacional entre las clases dominantes del mundo,
aunque tensa, es muy importante para darse cuenta del retraso que tenemos los y
las de abajo. Porque aunque la competencia entre ellos ofrecerá sacudidas
puntuales (disputa del mercado del área del Pacífico, la lucha por los recursos
en África y América Latina, etc…), ellos tienen claro que su amenaza son las
clases populares. ¿Y nosotros qué estamos todavía pensando sobre dónde está
nuestro enemigo?.
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