Nota de Jaime Pastor al número 191: https://vientosur.info/al-vuelo-22/
Introducción al Plural del Número 191 de la Revista Viento Sur.
En este post se anticipa la introducción a la sección "plural" de la revista, que Daniel Albarracín ha coordinado. ¡Suscríbete!
Daniel Albarracín
La
economía es una disciplina de las ciencias sociales que hegemoniza, en su
versión mainstream, la cosmovisión social de nuestro tiempo. Ahora, una
y otra vez, la realidad golpea a la puerta recordándole a los economistas
convencionales, que lo reducen todo a la crematística del mercado, la presencia
de dimensiones que preceden a esa esfera. Dimensiones que son los que se hace
posible plantearse los asuntos humanos referidos a los recursos, el trabajo, la
producción, el intercambio o la distribución.
La
crítica de la economía política, asimismo, ha focalizado la atención en la
lógica de la mercancía y de la acumulación, movida por la rentabilidad. Sin
embargo, los mercados mundiales están fuertemente estructurados e interconectados,
con lazos en los que el mercado no explica muchas prácticas y aspectos de la
dinámica real. El papel del Estado, de las grandes corporaciones globales, o
los conflictos geopolíticos por el dominio imperialista donde la fuerza está
presente, la formación de relaciones de reproducción, o -como se trató en el plural
del número anterior, 190, de viento sur, como condición de
posibilidad de la vida, las sociedades humanas y la propia economía- la
relación con la biosfera, son factores que hacen singularmente compleja, más
allá de las dinámicas cíclicas de la economía de mercado, la comprensión de las
relaciones materiales, pero no por ello menos necesarios de estudiar para dar
cuenta de la estructura de la realidad que nos proponemos cambiar.
A
este respecto, la disputa por la hegemonía y la acumulación del excedente, que
abren las puertas al poder imperial, requieren de un dominio múltiple: sobre la
naturaleza, la colonización de territorios y pueblos enteros, sobre la clase
trabajadora y sobre el cuerpo y el trabajo de cuidados de las mujeres, en
términos materiales y de legitimación cultural.
Una
parte del marxismo ha puesto énfasis en la conformación de largas etapas y
ondas largas que el capitalismo y sus diferentes formaciones han atravesado.
Para ello ha ensayado diferentes nociones que diesen cuenta de la jerarquía
relacional existente entre formaciones sociohistóricas. Dependencia,
imperialismo, colonialismo y decolonialismo, acumulación originaria o por
desposesión, sistema-mundo con centros y periferias, desarrollo desigual, son
todas ellas ideas que refieren a las condiciones de subordinación, acople, fuga
o desconexión, que se han manejado con la finalidad de comprender eso que
algunos han llamado el capitalismo global, su desarrollo y posibilidad de
transformación.
Desde
este punto de vista, una mirada que contemple la dinámica del Sur Global, como
agente, y no como subproducto sobredeterminado, debe asumir su complejidad y la
presencia y acción de sus sujetos. El Sur Global contiene en sí periferias, semiperiferias,
países emergentes, subimperialismos o nuevas superpotencias que modifican sin
cesar su lugar en el sistema-mundo. Lejos de una visión estática o
determinista, nos impele a la revisión de varias construcciones interpretativas
no pocas veces dadas por sentado. Por ejemplo, si nos referimos al campo
económico, ¿las jerarquías imperiales o la hegemonía de los oligopolios son
inmóviles? ¿Qué puede alterarlas o, incluso, romper con ellas? ¿Resulta
práctica una idea de etapas o de onda larga de acumulación a escala mundial? En
este número, nos proponemos reabrir estos debates para acercarlos al mundo
activista, ante todo para contribuir a una mejor comprensión susceptible de
promover cambios en el objetivo de la emancipación de los que trabajan, las
mujeres y la naturaleza.
De
esta manera, hemos reunido diferentes contribuciones que revisitan los marcos
clásicos de las ondas largas y, especialmente, la teoría de la dependencia y del
desarrollo desigual, para sea bien actualizarlas, sea bien para discutir con
ellas, para convocar a la polémica creativa, arrojando nueva luz sobre los
problemas cambiantes de la globalización capitalista y las nuevas formas
patriarcales que trae asociadas.
Desde
el marxismo, desde América Latina o desde el Estado español, desde la crítica
de la economía política y la crítica al patriarcado en sus formas históricas
contemporáneas, algunos aspectos vivos del debate vuelven a visitarse aquí, con
contribuciones que no dejarán incólumes las reflexiones al uso, incluso dentro
del mismo campo político.
Para
comenzar, el plural se inaugura con la aportación del economista argentino
Claudio Katz, que revisa en su texto una intervención pública en un seminario
que realizó en 2019. Se interroga sobre la pertinencia de la noción de etapa
histórica frente a la idea de onda larga manejada por Ernest Mandel para
periodificar la marcha del capitalismo. Inspirado por Lenin, la idea de etapa
sostenida por Katz cuenta con la virtud de poder registrar saltos históricos cualitativos
sin verse tentado por una explicación basada en una supuesta recurrencia
económica de los ciclos y la rentabilidad, aun cuando estos estén pautados,
como sugería Mandel, por victorias o derrotas de los diferentes bandos de las
clases sociales, y no por un determinismo tecnológico, como hace la escuela
schumpeteriana, o por otras tendencias determinísticas del sistema-mundo
auguradas por Immanuel Wallerstein, ni por una sucesión de liderazgos hegemónicos
a lo Giovanni Arrighi. Factores que explican defectuosamente, por su
irregularidad y saltos inesperados, cualquier ciclo. También, Katz se inspira en
la teoría de la revolución permanente de León Trotsky y especialmente por los
trabajos de David Harvey, a partir de la noción geohistórica del desarrollo
desigual y combinado y las teorías latinoamericanas de la dependencia, que, más
entendidas estas teorías como principios más que como leyes, proponen incluir
en la ecuación la dimensión territorial y las relaciones sociales tensadas a su
interno. A este respecto, indaga sobre la emergencia de China, con la paradoja
que lastra la dinámica de la acumulación global, donde Asia asciende con vigor,
China puede disputar en varios terrenos la hegemonía de EEUU, aun cuando no
consigue revertir la baja vitalidad del capitalismo mundializado, precarizado,
financiarizado y digital.
A
modo de diálogo en esta discusión entre diferentes autores, algunos incluidos
en este mismo número, el que escribe estas líneas, el economista y sociólogo Daniel
Albarracín, propone una perspectiva multifactorial del desarrollo. Toma como un
buen marco teórico de partida la perspectiva mandeliana sobre las ondas largas,
pero considera necesario revisarla a la luz de aportaciones posteriores, como,
por ejemplo, las del propio Claudio Katz y Rolando Astarita, sin tener porque
impugnarla en su totalidad, y cuidando de “no tirar al bebé con el agua sucia”.
A este respecto, considera fundamental darle una mayor profundidad territorial
al análisis y propone una convergencia entre la teoría de las ondas largas y
del desarrollo desigual y combinado, adoptando algunas líneas de determinadas
aportaciones de la teoría de la dependencia. Estima que no todas las corrientes
de la teoría de la dependencia han acertado, ni tampoco lo hizo el propio
Mandel en todas sus proposiciones. En este sentido, Albarracín sugiere que la
teoría de las transferencias de valor del Sur al Norte explicadas por un
régimen oligopólico internacional, coincidiendo con Astarita, incurre en un
problema serio, si no cuenta con algunas prevenciones. A este respecto, si las
explicaciones Norte-Sur se explicasen por un régimen oligopólico, desplazaría
la primacía de la extracción de plusvalor entre clases, y daría pie a algunos
errores que el propio Mandel habría criticado a los estudios de Sweezy y Baran.
De modo que propone un modelo general soportado por la teoría de la acumulación
por desposesión a lo Harvey, la teoría de las ventajas absolutas para el
comercio internacional a lo Shaikh -que puede dar pie a apropiaciones de valor
por ciertas vías-, y también la idea de trabajo potenciado, siguiendo
parcialmente al propio Rolando Astarita, que desarrolla esta idea en su artículo
de este plural, y cree oportuno para entender cómo se dan algunas dinámicas del
fenómeno de la explotación, así como la necesaria inclusión en el análisis de
las formas de generación de valor y reproducción social de la fuerza de trabajo
en cada formación sociohistórica.
El
también economista argentino, Rolando Astarita desarrolla en su artículo, de
manera polémica, la noción de trabajo potenciado, uno de los factores menos
estudiados y más importantes en este debate, aplicando la teoría del valor
trabajo. Astarita cuestiona de manera frontal que el intercambio desigual
explique ninguna forma de explotación de los países atrasados por los
adelantados. La idea principal es que en los países más industrializados el
capital es capaz, gracias a su potencia tecnológica y su sistema de producción
más sofisticado y eficiente, de extraer más plusvalía a su propia fuerza
laboral que lo que consigue obtener el capital periférico en los países en
desarrollo, al no contar con la misma tecnología. Por tanto, no puede darse una
transferencia de valor, al menos no por esta vía, de la periferia al centro. En
cualquier caso, Astarita extiende esta explicación para impugnar toda la teoría
del intercambio desigual, que, a su juicio, no es pertinente para dar cuenta de
las formas de explotación realmente existentes. No tiene sentido para él
afirmar, como diría Mandel, que el capital periférico obtiene más valor, porque
los y las trabajadoras de los países en desarrollo trabajan más horas, porque
estas horas no terminan valorizándose en el mercado al no ser las mercancías tan
competitivas debido a su más atrasado sistema de producción, o por ser
mercancías de menor valor añadido. El debate queda abierto sobre si juegan un
papel en este debate las formas coloniales, que Astarita niega, o si todo recae
en la contradicción capital-trabajo.
El
economista brasileño Marcelo Dias Carcanholo retoma la teoría de la dependencia
con un desarrollo que, para acometer sus objetivos emancipatorios, debe tener
un carácter específicamente marxista. Días hace un repaso de las diferentes
corrientes que se acercaron a la teoría de la dependencia desde otros ángulos,
para plantearles una crítica, sea bien por su insuficiencia, sea bien por sus
deficiencias. Apunta que se dan procesos de transferencias de valor que
cobrarían lugar a través del comercio mundial y el flujo internacional de
capitales, como son el pago de servicios de capital, el pago de intereses,
remesas y ganancias, a través de la cadena de valor global, con la penetración
de redes de empresa transnacionales de países imperialistas en las economías
del Sur Global, que revierten a sus matrices. También señala cómo hay
corrientes, basándose en la noción polémica de sobreexplotación que otros cuestionan,
como Astarita -que también es crítico con la idea de transferencias de valor
del intercambio desigual-, según las cuales los países del Sur Global, debido a
su dependencia y menor eficiencia, el trabajo que generan acaba dedicando más
horas por encima y, por tanto, un valor que otros capitales se apropian
posteriormente en el curso de la competencia global, al ser más eficientes o
por dominar la cadena de valor internacional, que las empresas o capitales del
Sur Global.
Dias
Carcanholo previene de las estrategias neodesarrollistas que propugnan el
incremento de la producción y su orientación a la inversión interna, para
reducir su extraversión financiera y propiciar el desarrollo nacional, limitando
la proporción del valor que se apropian los capitales transnacionales. Estas
soluciones no suponen una alternativa real si no cuestionan también las
relaciones de explotación. Dias cuestiona así las soluciones etapistas, no
acepta el esquema neodesarrollista y reclama afrontar una estrategia
revolucionaria, porque el antineoliberalismo no conduce por sí mismo al
socialismo y está preñado de una estrategia de colaboración de clases con la
burguesía nacional e industrial.
La
economista feminista argentina Verónica Grondona, por su parte, profundiza en
el papel de la fiscalidad internacional y cómo influye en las relaciones entre
el Norte y el Sur Global. El movimiento de capitales y de flujos financieros
internacionales, que conducen a una concentración del poder y centralización
económica en las grandes multinacionales a lo largo de la cadena de valor
global, no ha encontrado contrapeso ni freno en los regímenes de tributación
internacionales ni nacionales. Las formas societarias globales permiten que los
movimientos de capitales y las transacciones circulen al interno de grandes
corporaciones privadas transnacionales, con unas reglas de juego fiscales
repletas de muros fáciles de sortear y agujeros por los que colarse que
privilegian sus movimientos económicos. Los regímenes tributarios nacionales
resultan insuficientes y los marcos fiscales internacionales se caracterizan
por estar extraordinariamente desarmonizados, por ser opacos o sumamente laxos.
Las grandes multinacionales planifican sin contemplaciones sus operaciones de
evasión o elusión fiscal, con una red de intermediarios, figuras instrumentales
y asesores cómplices, conociendo esta situación regulatoria débil, para
tributar lo menos posible, en unas condiciones inalcanzables para cualquier
otro operador económico, haciendo que el capital cosmopolita se comporta como
la nueva nobleza, sin apenas obligaciones fiscales. Grondona fija la atención
como este factor fiscal desigual perjudica al desarrollo del Sur Global y
profundiza su dependencia, que ve erosionadas las bases imponibles y su
capacidad recaudatoria, mientras los beneficios de las empresas multinacionales
se transfieren contablemente a aquellas jurisdicciones fiscales que más les
conviene para tributar poco o nada. La alternativa pasa, desde su punto de
vista, por una colaboración y regulación internacionales hecha desde el sur y
para el sur, quizá con una agrupación de estos países en el seno de la ONU, con
el apoyo de la sociedad civil.
Last
but not least, la
socióloga feminista Sandra Ezquerra analiza las relaciones entre el Norte y el
Sur Global prestando atención a una dimensión fundamental, las relaciones de
reproducción y las consecuencias sobre las mujeres. Esta dimensión, habitualmente
llamada acumulación originaria, debe entenderse como un proceso que no se
detiene, recurriendo al término que maneja David Harvey de acumulación por
desposesión. La violencia capitalista irrumpe y altera radicalmente la relación
con la tierra, los pueblos y las formas de trabajo reproductivo, que son la que
hacen posible las relaciones de producción vigentes. Desde un enfoque global, e
interseccional, se fija en cómo estas formas de desposesión del Sur Global se
han traducido en que varios países, y ella fija el foco en este artículo en el
caso de Filipinas, hayan padecido no solo la colonización, sino también sucesivas
medidas de ajuste estructural, dependencia y empobrecimiento relativo, que,
asimismo, han sacudido la cadena global de cuidados. Así, los procesos de
endeudamiento del sur y las políticas de ajuste estructural del Fondo Monetario
Internacional y el Banco Mundial, han causado un enorme impacto en las sociedades
periféricas y en concreto entre las mujeres. De modo que ha empujado a una
migración desde del Sur global fruto de una expulsión de sus países de origen a
la par que por una atracción laboral dirigida a los de destino. Esto ha
desencadenado una transferencia internacional del trabajo de cuidados, que ha
producido un mayor abandono en los países del sur y una dinámica de cobertura
de los cuidados, por la vía privada y precaria, en los países del norte, que
han hecho posible la incorporación de amplios segmentos de mujeres en el
trabajo asalariado y, por tanto, la acumulación capitalista, con todas sus
jerarquías y desigualdades consiguientes.
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