Daniel Albarracín 20/03/2023
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La crisis de SVB, Signature
Bank y Credit Suisse, ¿una crisis de gestión o liquidez?
Las crisis, como el ladrón,
vienen cuando menos se las espera. Esta semana se han producido una
serie de crisis bancarias, en EEUU y Suiza, y una fuerte caída en los mercados
bursátiles que, por lo visto, han generado cierto desconcierto. ¿Cómo podemos
interpretar lo sucedido?
Podríamos pensar que son crisis
particulares de entidades específicas y apelar a su forma de funcionamiento
o su gestión.
Sillicon Valley Bank, un banco
mediano, el 16º de EEUU, se nutría de depósitos de start ups, empresas
tecnológicas, que contaban con la financiación de capital riesgo. Dejaban su
capital para sus operaciones corrientes en SVB. SVB compró con esos fondos
bonos en los mercados. Todo funcionó bien cuando hubo recuperación y reglas
financieras laxas, y el negocio de SVB fluía como la seda.
Se dice que, de repente, ha habido una crisis de liquidez. Pero eso no explica lo sucedido. Pronto un ascenso de los tipos de interés y una menor proyección de negocio puso en dificultades a las empresas. Al mismo tiempo, SVB necesitaba fortalecer su capital, porque sus clientes empezaban a requerir parte de sus ahorros depositados en sus cuentas. SVB para fortalecer su capital vendió los bonos (21.000 millones$), para poder responder y tener liquidez, y amplió su capital en 2000 millones de $. Pero la venta de los bonos le causó 1.800 millones de pérdidas, y la ampliación de capital deterioró el valor bursátil de las acciones un 75%. Hizo perder la confianza de sus clientes. La fuga de depósitos, 42.000 millones de $ en un día, hundió la viabilidad del banco. Estas son las consecuencias de operar con tan bajos niveles de capitalización. Ese capital se fue a grandes bancos, compra de deuda pública, oro y bitcoins. En suma, no nos encontramos ante una crisis de liquidez, sino ante una crisis de solvencia y credibilidad.
¿Esta crisis es un problema de
unos pocos bancos singulares?
No, este comportamiento está mucho más
extendido de lo que parece, y no está preparado para el giro brusco, desde
julio de 2002, en la política monetaria, y menos aún para el fin de ciclo, que
ya todos los analistas anticipaban, aunque en España esté siendo
sistemáticamente desoído. Puede que en España el impacto no sea tan duro como
una recesión, que se dará en otros países, pero cualquier economista atento
sabe que entramos, al menos, en estancamiento.
A esa crisis de SVB, le sucedió
el hundimiento de otros bancos, como Signature Bank, un banco pequeño (el 29º
de EEUU), vinculado al mercado de las criptomonedas. No se trata de un caso
aislado.
Dicen que las bandadas de pájaros
se mueven sorprendentemente con movimientos armoniosos sincrónicos. Pura
apariencia de un fenómeno emergente. Esconde cómo les afectan al mismo tiempo
las mismas corrientes de aire, a las que los pájaros responden a una vez. No es
contagio la palabra apropiada para esta crisis, sino que las mismas corrientes
de presión afectan estructuralmente a todos, más a los más débiles. Quizá
primero a las entidades más pequeñas o regionales, pero ejerciendo fuerza sobre
todas.
La relajación de las reglas
bancarias, la política monetaria restrictiva, y la crisis de sobreproducción,
la acumulación de un exceso de capital ficticio en las últimas décadas, esto
es, sin respaldo en actividades rentables, y la presencia de muchas empresas
zombies, representan las bases para una crisis financiera, de rentabilidad e
inversión, periódicas, aunque singulares, por las contradicciones sumadas.
Crisis, ¿De qué alcance?
Es difícil de determinar, pero
esto no ha hecho más que empezar. Para seguir, el caso de un banco “demasiado
grande para ignorar” como Credit Suisse, también apunta a una crisis financiera
fruto de un estancamiento y crecientes tipos de interés.
Algunas autoridades oficiales
dicen que la banca de la eurozona está más controlada y mejor capitalizada.
Como para no estarlo, aunque no para tirar cohetes, todo sea dicho. El proceso
de rescate bancario y la enorme concentración bancaria inducidas por las
políticas públicas europeas, el BCE y de los Estados miembros hacen que el
sistema oligopolístico bancario europeo haya recuperado algo de solvencia desde
la crisis 2008. Ya lo sabemos, a costa de las políticas sociales y el mundo del
trabajo. Pero esa recuperación está muy lejos de exorcizar el persistente
riesgo financiero de un sistema soportado por grandes proporciones de capital
ficticio no respaldado en una sólida actividad económica.
Las consecuencias de esta
crisis bancaria
Podría pensarse que se aliviaría
la intensidad de elevación de tipos, pero Christine Lagarde ha seguido el guion
rígido previsto de antemano, siguiendo la estela de Jerome Powell con la Fed (que
elevó los tipos a un 4%). Tenemos 3,5% de tipos de interés en el BCE, y parece
que lo compensa con apoyos financieros a la banca. No a las inversiones públicas
o al empleo, ¡a la banca! Posiblemente, los gurús del neoliberalismo lleguen a
un punto pragmático para no proseguir aumentando los tipos, pero a día de hoy,
siguen en su fanatismo contra la inflación, matando al perro para curarle de la
rabia. Quizá, detrás de ello, estén las diferentes fracciones del capital, una de
ellas pensando más en su estrategia geopolítica -acentuando el aumento de los
tipos para revalorizar la atracción de capitales sobre su moneda frente a otras
divisas, así como para darle oxígeno en los márgenes a la banca- que la otra,
que sabe que la carrera al alza de los tipos tiene graves consecuencias sistémicas.
En Suiza, el Banco Nacional de
Suiza rescatará al Credit Suisse. En la UE, Lagarde promete más apoyo
financiero del BCE, que seguirá alimentando al sistema financiero privado, al
tiempo que precipita una recesión. Una vez más, socialización de pérdidas, beneficios
privados.
En EEUU, Biden dice que los
contribuyentes no pagarán el pato. Y que se protegerá a los depositantes todo
lo necesario, de SVB y Signature. No sabemos si harán lo mismo si First
Republic Bank, Wester Allianz o Pact West Bancorp quiebran también, que son
bancos pequeños o regionales con grandes pérdidas en bolsa.
Biden afirma que hará caer a los
accionistas del SVB o Signature, que así funciona el capitalismo. Que el Fondo
de Depósitos (Federal Deposit Insurance Corporation), la Reserva Federal y el
Tesoro cubrirán los depósitos por encima de 250.000 $. Eso supone cubrir más de
un 95% del montante de depósitos. Va a cubrir a empresas tecnológicas,
maltrechas o en buena situación, por igual, va a cubrir a fondos de capital
riesgo que las financian. ¡Menudo capital riesgo que opera sin riesgo! Afirma
que no lo pagará el contribuyente, y esto provoca no pocas dudas. ¿Tiene ese
fondo capacidad y fondos únicamente privados para cubrir todo ese capital? No
lo creemos.
Al igual que el Banco Nacional de
Suiza con el caso del Credit Suisse con un nuevo rescate de 50.000 millones, y
una posible compra por su competidor nacional tras ese saneamiento, el BCE
recupera la política de inyección de liquidez. El BCE persiste en una política
que hace que la banca no tenga que prestar sino simplemente llevar sus
depósitos al BCE para recibir los altos tipos aplicados. En todos esos casos se
están socializando pérdidas. Los poderes públicos son el primo de Zumosol de la
banca.
Estamos en un momento de cambio
de ciclo industrial, que arrastra del pasado problemas acumulados sin resolver,
que han hecho frágil al sistema ante crisis financieras. Esto conduce a un
proceso de mayor concentración de capital y de probable recesión.
También puede destruir capital,
algo que, paradójicamente, junto a la caída de los salarios reales, y una
posible destrucción de empleo, podría contribuir a recuperar parcialmente la
tasa de beneficio. Aunque dudamos que, con esta política financiera, haga que la
tasa de beneficio que importa, la efectiva, que resta las tasas de rentabilidad
los costes financieros, se sostenga y pueda evitar una nueva recesión.
En definitiva, no se trata de una
crisis de gestión ni de liquidez aisladas, sino de un síntoma de una crisis más
profunda. Una crisis de rentabilidad e inversión que, ante un entorno
inundado de capital ficticio, y endeudamiento, muestra los primeros síntomas de
una nueva crisis financiera, posiblemente con un alcance desigual. El
periodo de recuperación débil inaugurado en 2014, y brevemente interrumpido por
la pandemia, llega a su fin.
En juego está qué pasará con el
mundo del trabajo y qué tipo de política económica se aplica, y a favor de qué
intereses: de la vida, la ecología y la clase trabajadora, o, una vez más, del
capital.
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