22/6/22

Mandel, precursor de la democratización ecosocialista y autogestionaria del trabajo con rostro humano.

Daniel Albarracín Sánchez, Marzo de 2022.

El texto que prosigue incluye la introducción que realizo al libro de Ernest Mandel Autogestión, Planificación y Democracia Socialista, que reúne varias conferencias del economista belga, y que reedita Sylone. 


 https://vientosur.info/mandel-precursor-de-la-democratizacion-ecosocialista-y-autogestionaria-del-trabajo-con-rostro-humano/




Decía Frederic Jameson que en esta sociedad resulta más fácil imaginar el fin del mundo que el final del capitalismo. Diríamos nosotros, no es posible imaginar una sociedad que supere el capitalismo sin desarrollar una política que libere al trabajo del yugo de la relación salarial y que le democratice. Eso requiere poner en marcha un tipo de trabajo dotado de características democráticas, emancipadoras y de cooperación social -productivas y de cuidados-, alineadas con fórmulas de planificación democrática de la economía -al menos en sus actividades estratégicas-. Esta planificación[1], para evitar la degradación de nuestro planeta, ha de basarse en criterios de transición ecológica a largo plazo atentos a la cuestión de clase, haciendo de ésta una herramienta de transición ecosocialista y democrática. Se trata, por tanto, de poner en pie un modelo de trabajo bajo una forma social nueva, de y para una sociedad de personas productoras y cuidadoras, libres y asociadas, que se cuidan en común y que respetan la madre Tierra. Ernst Mandel, en este trabajo[2], que ahora se reedita, y que reúne las líneas de varias de sus conferencias, sienta las bases de este proyecto.

 

1.       La alienación, ¿una condena antropológica inevitable?

 

Según Hegel, en una sociedad organizada los individuos ceden parte de sus derechos individuales mediante un contrato social, viendo aquí una alienación de todo individuo respecto del Estado. Asimismo, la dialéctica entre la necesidad y el trabajo conduce, a su juicio, a la imposibilidad de satisfacer plenamente las necesidades humanas por la organización del trabajo, causando el fenómeno de la alienación en el ámbito laboral (Mandel, 78:16 y 18). Para Hegel, a su vez, la enajenación está asociada a la naturaleza del ser humano, debido a la distancia entre lo que produce en la práctica y la idea que proyectaba en su mente antes de iniciar su labor (Mandel, 78:18). De esta manera, presenta como ineludible este fenómeno, más aún cuando el ser humano se separa, inevitablemente, del fruto de su trabajo.

Marx señala que la auténtica alienación obedece a la forma social del trabajo, no al trabajo en sí mismo necesariamente. Marx considera que, en una sociedad donde los individuos parten de condiciones dispares respecto a las relaciones de propiedad, esa cesión de derechos al Estado, de la que habla Hegel, es un fenómeno de alienación que afecta principalmente a los que no la poseen, al perder derechos entregados a una institución hostil con ellos (Mandel, 78:16), pero no respecto a los propietarios entendido como clase.

Así, Marx se desprende de la concepción idealista hegeliana. Ni las necesidades humanas son ilimitadas ni el producto del trabajo colectivo está abocado a no poder colmarlas; depende de la situación histórica (Mandel, 78:19) y no de una razón antropológica intrínseca y perenne. La opresión no es fruto de la enajenación frente a una idea, sino de una forma de sociedad organizada en torno a la producción de mercancías, en un contexto histórico donde predomina la economía capitalista. De tal modo, que, contra la resignación, es concebible y posible liberarse de dichos condicionamientos.

1/6/22

Para un diálogo con Raúl Sánchez Cedillo en torno a su libro Lo absoluto de la democracia

26/04/2022. Este material sirvió de base para mi intervención en la charla celebrada en la Universidad Pablo de Olavide el pasado 26 de Abril de 2022, en el que, moderado e introducidos por Eduardo Molina, participamos Raúl Sánchez, Pilar Cruz, Rafael Rodríguez y yo mismo, a propósito del libro de Raúl Sánchez Cedillo Lo absoluto de la democracia y el balance del 15-M.

Preguntas de Eduardo Molina (EM). Respuestas de Daniel Albarracín Sánchez (DAS) 

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E.M.: El título del libro (de Raúl Sánchez Cedillo) tiene por nombre: Lo absoluto de la democracia. Es sabido que dicho concepto proviene del filósofo Baruch Spinoza. Un filósofo materialista algo difícil de digerir. ¿Podrías explicarnos el significado de dicho concepto de democracia y por qué sigue teniendo actualidad?

DAS:

Spinoza es, posiblemente, uno de los filósofos racionalistas más interesantes del siglo XVII. Parte de Descartes y Hobbes, dándoles la vuelta, y es precursor de Rousseau, siendo un impulsor de las ideas favorables a un Estado liberal-demócrata. Propone un pacto racional entre los hombres, pacto sustentado en su utilidad y en el conocimiento, como guía para las acciones virtuosas y no dejarse llevar sin más por las pasiones.

Parte del derecho natural. Entiende que es legítima toda acción que mueve al hombre basado en su poder para poder satisfacer su supervivencia, siempre que se guíe por la virtud y en la razón.

Ese pacto puede consistir o bien en una monarquía con fuertes contrapesos de control y la “propiedad común del suelo”; una aristocracia controlada por el pueblo; o, mejor aún, una democracia que promueva la plena libertad de los hombres fundada en un pacto racional entre ellos.

Dicho esto, señalar algunas observaciones e interrogantes.

Primero, Spinoza, fue un ilustrado liberal. Defendía que no debía limitarse el poder del hombre cuando busca satisfacer sus necesidades, solo debe guiarse por la razón. No cuestionaba la propiedad. Podemos admitir, con aquellos ilustrados, que la propiedad originada en el trabajo propio pueda ser legítima, así como disponer de bienes para satisfacer las necesidades también lo es. Spinoza fue consecuente con estas ideas.