Este artículo ha sido publicado en el nº157 de la Revista Viento Sur
1. Introducción y objetivos
El propósito de este documento consiste en
brindar elementos ordenados de reflexión para determinar el alcance,
oportunidad y utilidad de que un gobierno pueda poner en circulación una moneda
y sistemas de pago alternativos.
El contexto de este debate se ajusta a la
situación de un territorio donde una moneda circula sin que una autoridad
monetaria del país controle los mecanismos de política monetaria sobre la
misma. Está pensada para el caso de la moneda única europea. Reflexionamos
sobre algunos de los desafíos de un gobierno que se formase con la aspiración
de emancipar a su pueblo, lo que supone avanzar en la soberanía popular,
desarrollar una política económica solidaria -que chocará con la arquitectura
económica de la UE- en clara referencia a las clases trabajadoras, y que quiera
adoptar una perspectiva internacionalista.
El control de la circulación de una moneda en
un país, sea extranjera o supranacional, supone una herramienta de
determinación financiera y económica de gran alcance, puesto que presupone el
control de la política monetaria, definiendo la emisión de la moneda, la provisión
de crédito desde el Banco Central, la operativa de compra venta de bonos en los
mercados, y la aplicación de tipos de interés o formación de los tipos de
cambio. Esa influencia determina una gran parte de las condiciones
macroeconómicas del país, las condiciones de liquidez, y la capacidad de
financiación. A este respecto, el BCE cuenta con un poder enorme sobre los
países de la eurozona y sobre los que circula el Euro. Esta experiencia ni es
la primera ni será la última. Así sucede con el Dólar estadounidense, la Libra
esterlina, el Rublo o el Franco Suizo en países que no emiten moneda propia
sino que se sujetan y toman estas divisas como moneda de curso legal en su país.
En otros documentos anteriores fundamentamos
cuestiones del papel del dinero y su valor (Albarracín y Garí, 2017), y algunas implicaciones
en materia monetaria, que serán publicados próximamente. Aquí nos ceñimos a una
cuestión más delimitada. En este contexto de ausencia de soberanía monetaria, y
políticas e instituciones que producen un deterioro comparativo para los
territorios subalternos -deficitarios-, y en el contexto de nuevas formas de
dinero y sistemas de pago, por el desarrollo de la tecnología, ¿en qué
condiciones y hasta qué punto merece la pena considerar la circulación de
monedas complementarias?.
Para responder a esta pregunta nos
encontramos con varias perspectivas y horizontes. La primera tan sólo se
preocupa de los objetivos de facilitar liquidez y transacciones en mercados de
segundo orden, normalmente a escala local para actividades de proximidad. Las experiencias
de este tipo han tenido resultados desiguales, en no pocas veces relativamente
funcionales, si bien en general de corto alcance y en otras ocasiones sin
conseguir aceptación. La segunda, la que trata de explorar la posibilidad de
emplear monedas complementarias tanto como una fórmula de desarrollo endógeno, como
de recuperación de soberanía o, incluso, como mecanismo monetario preventivo o
alternativo en caso de restricción monetaria o crediticia externa.
2. Los costes de
una moneda supranacional como el Euro.
En las sociedades avanzadas, las autoridades
públicas se dotan de los medios para que su economía funcione, garantizando la
confianza y liquidez en las transacciones. Si la moneda en circulación está
controlada exteriormente se pierde soberanía monetaria. Si no se cuenta con un
marco democrático y político internacional apropiado y solidario, con una
arquitectura económica y políticas que establezcan mecanismos de compensación y
convergencia, como ha sucedido, de seguro causará problemas socioeconómicos
serios que conducirán a tensión añadida a las propias del desarrollo de ciclos
y crisis capitalistas.