Daniel Albarracín Sánchez
Agosto de 2009
Ajuste y Neoliberalismo“La crisis consiste precisamente en que muere lo viejo sin que pueda nacer lo nuevo, y en ese interregno ocurren los más diversos fenómenos morbosos” (A. Gramsci)
Desde los años 70, al menos, el capitalismo entró en decadencia. En muchos países del Norte ha podido sostenerse el sabor dulce de la opulencia durante algunas décadas. Si bien para cada vez menos capas sociales y a costa de los países del Sur y de las clases subordinadas en general. Desde entonces, la crisis de acumulación e inversión se ha instalado como un rasgo definitorio. Las contradicciones sistémicas son claramente visibles. Entramos en una etapa de creciente embarrancamiento y deslegitimación del capitalismo.
Mucho se ha dicho sobre el periodo inaugurado en los años 80 con las políticas iniciadas por Reagan y Thatcher, amplificadas en el Consenso de Washington, y que venían a definir el neoliberalismo con medidas de ajuste como característica singular. Los y las autoras
[1] demuestran, para casos nacionales americanos, tanto en países periféricos como centrales, como las políticas de ajuste no son un hecho transitorio ni particular. Singularmente las de retroceso salarial (relativo, real, directo e indirecto) en forma de derechos y de ingresos y políticas sociales. Se han instalado estructuralmente y de manera global en el modelo de desarrollo capitalista, como línea de gestión económica de la burguesía para recuperar la tasa de ganancia por la vía del incremento de la tasa de explotación. Es decir, cargando el sacrificio sobre la espalda de los y las trabajadoras, destruyendo las clases medias, y generalizando la miseria en los países del Sur. Y que esta tensión de clase es mucho más importante y general que la pertenencia a un país u otro. Lo que permite afirmar que “las condiciones de vida de la inmensa mayor parte de la población mundial han empeorado en los últimos lustros”. Constatando este proceso, los y las autoras, siguiendo la máxima de que “la verdad es revolucionaria”, se comprometen con la denuncia de la ineficiencia e injusticia del sistema, contribuyen a la toma de conciencia y estimulan las prácticas orientadas a la transformación social.
Objeto de estudio: el ajuste salarial en AméricaEste estudio empírico, desde parámetros de la economía política crítica y de la crítica al capitalismo, se centra en países de gran significación en América. Nos permite conocer de manera profunda y actualizada la realidad económica de Argentina, Brasil, Venezuela, Bolivia, Guatemala y EEUU, con especial énfasis en los procesos de apropiación capitalista del producto social y de la configuración de las condiciones de vida del salariado.
Se trata de un estudio sobre casos nacionales, contextualizado en el marco mundial capitalista, en el que se realiza una caracterización de sus actores e instituciones concretas y de su orientación histórica. En este sentido, para comprender la política de ajuste estructural generalizada, sólo una definición internacional del modelo económico como la que se realiza (instituciones financieras y comerciales internacionales, relaciones y resultados comerciales, de endeudamiento, etcétera) permite encontrar las causas de las tendencias comunes en muchos países, así como de las razones del desarrollo desigual. De este modo comprendemos mejor como algunos gobiernos, incluso sin la injerencia directa de estas instituciones económicas internacionales, han adoptado su línea para ganar “credibilidad en los mercados globales”.
No podemos esquematizar la realidad americana sin una revisión en lo concreto de la situación de cada nación. Todo lector despierto no dejará de advertir que los procesos históricos no paran de moverse y que el cambio acontece de manera propia en la realidad inesquivable de cada país.
El análisis concreto de la situación concreta dilucida así el curso económico de países que, también por constituir formaciones histórico-social concretas, adoptan rasgos singulares debiendo estudiarse en sí mismas desde su propia historia política y su situación internacional. En este sentido, cobran especial interés los casos de Venezuela y Bolivia que, frente a los sesgos y estereotipos creados por los medios de comunicación afines al poder establecido, nos sitúan en su contexto histórico –con sus sujetos y actores sociales, procesos y conflictos políticos, etc.-, y en las medidas concretas que allí se aplican, la política económica –fiscal, monetaria, mercantil-societaria, de servicios y políticas sociales públicas, de establecimiento de marcos laborales concretos, y de relaciones con el exterior, o con el capital extranjero- y los resultados que allí se han producido, sin concesiones ni a la demagogia manipuladora ni a la complacencia.
Los gobiernos de Chavez y de Morales son, en sus singulares y diferenciadas políticas económicas unos desconocidos si nos alejamos de las noticias manipuladas procedente de los mass media dominantes. Suponen un cambio, un antes y un después, de una larga trayectoria neoliberal, introduciendo reformas favorables a sus pueblos. La especificidad petrolera de Venezuela y la polarización social son los rasgos idiosincrásicos de este país. Un país que había sufrido el neoliberalismo así, encuentra los límites en la propia contestación social y en la configuración de un nuevo gobierno y reforma constituyente, que sin abandonar el capitalismo, ni sin extravagancias populistas, emprende una serie de reformas populares positivas en materia de salario indirecto, programas públicos y políticas sociales, de participación democrática, así como una nueva línea de política internacional alternativa. Esta situación abierta no impide que se encuentre en un punto de duda entre la regresión y concesión a las nuevas oligarquías, bajo la insidia internacional y la amenaza de golpe de Estado, y la posibilidad de ruptura con las relaciones capitalistas a favor de un socialismo del siglo XXI que aún está más en el terreno de los proyectos que de las prácticas.
El caso del débil país boliviano, dependiente de otros hidrocarburos, encierra una extrema y compleja polarización social (de clase, territorial y étnica), que contribuye a explicar el cambio político realizado, como sucedió en Venezuela, a través de un proceso electoral, algo casi inédito en el contexto internacional. Con el cambio por primera vez se pone en cuestión el papel explotador y subalterno del Estado al servicio del capital transnacional, emprendiendo una reapropiación pública de la riqueza natural de su suelo y de su producto con fines de desarrollo nacional y popular. Su proceso constituyente formal ahora depende de la resolución de los conflictos con los territorios y oligarquías aliadas con el capital extranjero, y de que una alternativa internacional ofrezca las condiciones para profundizar reformas y cambios más profundos en la práctica.
El caso argentino nos muestra los efectos del proceso de financiarización internacional, cómo los vaivenes políticos han determinado el desarrollo concreto de su gestión económica, de la losa de la deuda pública, y como han supuesto una degradación de las condiciones de negociación de los y las trabajadoras, el empotramiento cómplice de los sindicatos en el aparato del Estado y de sus gobiernos, y del empeoramiento de las condiciones laborales y de vida. Un auténtico experimento drástico de las políticas neoliberales, en el que la reactivación se hace a costa del endurecimiento de las condiciones de empleo y trabajo, aún sin ser este factor el causante de la crisis precedente, y situando como víctimas a los y las trabajadoras.
De igual modo, se analiza Brasil poniendo en su lugar la última trayectoria. Muy lejos de su buena imagen social, el gobierno de Lula se erige en paladín y discípulo ejemplar de las políticas de ajuste salarial, laboral, social y fiscal, aún sin el concurso directo del FMI; ahora bien, dentro de un neoliberalismo compasivo.
Guatemala es un país en el que, sin embargo, las políticas de ajuste han sido menos extremas dadas las condiciones paupérrimas de partida de una nación muy empobrecida, donde la informalidad y la desestructuración son la norma, y donde los conflictos bélicos han destruido durante tiempo sus posibilidades de desarrollo. Aún cuando las reformas formales en algún caso no siempre apuntan a una línea neoliberal, en la práctica, en un país sin instituciones ni normas instituidas que se apliquen, también se ha producido un ajuste precarizador muy severo.
EEUU no va a estar fuera de la regla, y, ya en una situación de crisis que tiene como prueba la propia realidad de estos años, también asiste a una aplicación de ajuste salarial sin ambages. El proceso de endeudamiento y la exportación de la crisis a otros países –gozando de las ventajas de ser una superpotencia militar y política, de disponer el dólar como moneda de reserva internacional y de no sufrir el castigo de los mercados internacional a pesar de desarrollar políticas fiscales y monetarias anticíclicas-, han permitido prolongar una prosperidad para ciertos grupos sociales que ha llegado en 2007 a su cenit. Esto no impide que gran parte de la población sufra un inequívoco proceso de depauperación. El proceso de financiarización, siendo de los pocos países beneficiados en las últimas décadas, y las nuevas prácticas propias de la corporate governance empresarial tienen en EEUU uno de los casos de despliegue más paradigmático.
Relación salarial: una crítica desde la sociología.
El concepto central que manejan los autores es el de ajuste salarial. Brindan un enfoque económico de uno de los vínculos centrales de nuestro modelo social contemporáneo: la relación salarial. La relación salarial se configura dentro de un entramado de relaciones sociales e institucionales como son las relaciones de propiedad, mercantiles, financieras, estatales, que vienen a determinar unas relaciones de dominio de los medios de producción y de clase. En este sentido, el concepto empleado se plantea en su dimensión económica tanto en lo que configura el salario directo, sea formal o informal, como el indirecto (que incluyen los servicios públicos y políticas sociales) y diferido (en forma de prestaciones, subsidios y pensiones), y que tiene su expresión agregada en el salario relativo, lo que en términos convencionales se conoce como “distribución funcional” entre el excedente y la masa de salarios. Se trata de una concepción en la que, de fondo, se trata el fenómeno de la explotación, de la apropiación del producto social. En suma, del ingreso y de la orientación de las políticas públicas de cara a la provisión de bienes y servicios públicos, una vez dadas esas relaciones de clase.
Esta aproximación central se complementa con otras de orientación sociolaboral y de política económica, que permiten comprobar cómo se produce la explotación y la apropiación del producto social, en ámbitos que condicionan la formación del salario en sus diversos planos. El papel de las disputas de clase, la forma Estado, y las políticas –fiscales, mercantil-financieras, privatizaciones, laborales y financieras, en su marco nacional e internacional- son específicas de un período y de un contexto.
La relación salarial, diríamos por nuestra parte como apunte crítico, no sólo comporta un conjunto de indicadores económicos resultantes, sino que forma parte de la matriz sociopolítica constitutiva del capitalismo. Dicho vínculo salarial
[2] precede en su dimensión de dominación social, en la misma base reproductiva de la sociedad, desde el punto de vista de la misma socialización –generando un conjunto de dependencias, subjetividades construidas, y complicidades-, como –en el plano que es examinado en este trabajo- en su plano económico-material de apropiación y distribución del producto. En efecto, la importancia sociopolítica de la relación salarial antecede dado que para la mayoría social, las clases trabajadoras y subordinadas, supone prácticamente la única vía de acceso al ingreso, y el problema no es tanto una mala situación de empleo y trabajo particular sino una trayectoria y vínculo social de las clases dominadas permanente mientras la relación salarial –entendida como un fenómeno social total- persista. Con lo cual los proyectos biográficos y las diversas estrategias familiares se orientan a disponer, formar, adaptar y adecuar su fuerza de trabajo potencial para ser empleadas para la extracción de valor, con el objeto de conseguir un modo de vida integrado mínimo en el contexto capitalista. La dominación social se basa en esta dependencia que es previa a la propia explotación y explica la enorme tensión que viven las mayorías reproduciendo o resistiendo el orden dominante. Tensión que adopta grados y formas diferenciadas, en tanto que la relación salarial cubre diferentes dimensiones institucionalizadas y adopta formatos distintos en cada país y cada época.
Asimismo conviene diferenciar otros dos diferentes planos de despliegue de la relación salarial, aparte de su dimensión “reproductivo-dominadora”: en tanto en su plano institucional de regulación del empleo –que en el estudio se examina con cuidado y rigor-; y en la propia organización del trabajo, donde se pone en juego la tensión de la potencial conversión de la fuerza de trabajo en trabajo valorizable, y que en el estudio se examine en menor profundidad.
Dicho de otro modo, el concepto “relación salarial” es examinado en planos fundamentales en esta obra, pero advertimos que algunas dimensiones sociológicas complementarias quedan por completar.
Relevancia y oportunidad de la obraEn el actual contexto es difícil encontrarse con elaboraciones como es esta ejemplar y magnífica obra de economía política. El trabajo va dirigido a analistas de la situación económico-política de América latina, estudiantes que se aproximan a realidades nacionales a través de un marco teórico que se aplica, con solvencia, a situaciones concretas, a librepensadores críticos que anhelan comprender los procesos socioeconómicos contemporáneos, y a economistas en general que emplean, o incluso discuten, los paradigmas heterodoxos.
Se trata de un trabajo muy importante. Primero, por su laborioso y concienzudo trabajo colectivo. Es
rara avis encontrarse con libros que, siendo un conjunto de artículos, se armen con coherencia y mantengan una complementariedad así como estructura de contenidos homogénea y en gran medida comparable, y que sigan una metodología compartida y consensuada. Al contrario de los usos de la academia, no se trata de un sumatorio desarticulado de contribuciones. Todas sus piezas encajan entre sí. Además, la arquitectura del trabajo facilita al lector interpretar los estudios de caso nacionales con un marco teórico explícito y común, acompañando con unas conclusiones globales resultado de un trabajo empírico teórica y sólidamente bien informado.
Segundo, porque en los tiempos que corren los análisis de clase han estado en extremo marginados, y los intelectuales de izquierda han estado demasiado dispersos o bien en claro enfrentamiento, sin dar pie a muchas colaboraciones colectivas en el trabajo intelectual. Sin lugar a dudas, es visible la necesidad de este tipo de aproximaciones sin concesiones al armonicismo funcionalista neoliberal, sobre todo cuando se trata de comprender el modelo vigente, conflictivo y en crisis permanente. Asimismo, nos brinda un examen más realista que el que nos ofrece la ortodoxia y la academia cómplice con el
status quo.
En tercer lugar, por el objeto en el que se centran. La realidad de la crisis económica internacional y el análisis específico del desarrollo complejo y conflictivo de países de América en dicho contexto. Precisamente, por el singular proceso abierto en algunos países latinoamericanos; por la ejemplificación que representa el proceso de ajuste neoliberal en estos estados; por el estudio y contraste con la superpotencia estadounidense; y por la inédita respuesta de algunos países y por su papel en el concierto internacional, hace de esta investigación una obra imprescindible para entender el capitalismo global contemporáneo y reflexionar sobre sus posibles futuros o superaciones.
Conclusiones generales y específicas del proceso de ajuste estructural.Una de las conclusiones más nítidas del estudio consiste en confirmar el final definitivo de la evolución positiva conjunta de acumulación y salarios relativos, reales e indirectos. El hecho evidenciado es la regresión de los salarios relativos en las últimas décadas, lo que confirma estudios recientes sobre este fenómeno propio del declinar del capitalismo tardío (Maximiliá Nieto; 2005)
[3], que advierten cómo en
la fase de crisis en la que hemos entrado se compatibiliza una acumulación rampante y un retroceso en el salario relativo, rompiendo la tendencia de la fase de prosperidad, años 50-70, de esta última onda larga. De nuevo se constata que ni la acumulación, desde los años 70, es tan vigorosa, ahora incluso en recesión, ni mucho menos los salarios directos e indirectos progresan, sino más bien todo lo contrario.
La burguesía vendría a apostar por sacrificar los salarios y bienes públicos de interés general, ante la dificultad o ante el final de expectativas favorables para remontar el ciclo (la aparición de nuevos mercados que se han mostrado insuficientes –países del Este europeo-, la promesa de algunos países emergentes –como China, Sudeste asiático o Brasil…- que se han mostrado igualmente dependientes de los ciclos económicos capitalistas mundiales-, o que los resultados de la tercera revolución tecnológica están siendo limitados por las condiciones de rentabilidad de la inversión, y siendo aplicados exclusivamente para racionalizar costes en los procesos productivos), esta vez ya al desnudo. Dicho de otro modo, ya no habría subterfugios, elementos distractores o postergatorios, sino que el conflicto no encontraría mediaciones mitigadoras, y en el que la lucha de clases tendría un papel primordial para dirimir cualquier salida.
Ni que decir tiene que tenemos que felicitar a este magnífico equipo de analistas por la consistencia de su trabajo. También, desde aquí queremos seguir animándoles a continuar su elaboración colectiva, profundizando análisis con otras series de transformaciones recientes, apuntadas en este trabajo, y en las que nos consta que se están ocupando actualmente de manera brillante, como son el papel determinante actual de formas empresariales determinadas –la empresa-red y las redes de subcontrataciones, las sociedades anónimas corporativas transnacionales, la subordinación del derecho laboral al mercantil, y la consiguiente disolución de la responsabilidad social y tuteladora como empleador y empresario del capital-; la exhuberancia y papel estructural de la financiarización y de los mercados financieros; o la movilidad del capital –tanto de la inversión financiera, como el fenómeno de las re y deslocalizaciones empresariales-; o los cambios estructurales en la gestión mundial de la disponibilidad y empleabilidad de la población, que incluyen en la agenda los procesos migratorios; o las posibles relaciones entre este conjunto de tensiones y la conformación de subjetividad antagonista y transformadora. Nuevos trabajos colectivos como éste en torno a estas cuestiones son ahora imprescindibles y necesitamos a personas con el talento y compromiso de los y las autoras.