Resumen
El pos-desarrollismo expone
acertadas críticas y participa en intensas resistencias contra el
extractivismo. Pero algunas variantes objetan el propio concepto de desarrollo,
olvidando que el retraso económico no es un relato sino una dura realidad, que
distingue a Latinoamérica de los países centrales.
Las propuestas localistas
permiten iniciativas comunitarias, pero no enmiendan las falencias del
capitalismo. Tampoco doblegan la agenda extractivista que comparten gobiernos
muy disimiles. Con criterios puramente ambientalista no se puede distinguir a
los modelos neoliberales, neo-desarrollista y redistributivos.
Los proyectos eco-socialistas
concilian protección ambiental con crecimiento e igualitarismo, evitando el
endiosamiento de la naturaleza. El rechazo pos-moderno del desarrollo obstruye,
en cambio, esos objetivos y contradice su aceptación de otras metas generales.
Tampoco clarifica los intereses sociales subyacentes en los distintos esquemas en
disputa. Las rebeliones populares necesitan sustentos teóricos comprometidos
con juicios para comprender la realidad.
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