Daniel Albarracín
La celebración de esta nueva Eurocumbre
parece que no tiene motivos para el festejo.
Las últimas medidas del Banco
Central Europeo, presentadas como una iniciativa de política monetaria audaz
puede que estén ocultando una situación de alarma y urgencia. A nosotros se nos
antoja tanto una respuesta desesperada como un paquete de medidas que sólo
persiguen socorrer una vez más a la banca privada, haciéndonos preguntar si no
estamos ante una nueva grave crisis de insolvencia bancaria a gran escala y la
inminencia de una nueva quiebra de varios bancos sistémicos.
Sin duda, el diseño de la
arquitectura del Sistema Euro ha constituido un fracaso para Europa y un
ejercicio de blindaje de privilegios del sistema financiero privado. Este
Sistema Euro se ha forjado sobre tres pilares que consisten en:
-
- Tratados y políticas de austeridad
que deprimen la economía. Unas políticas de ajuste (Tratado de Lisboa, Pacto
Fiscal, etc…) que sólo sirven para que las grandes corporaciones sobrevivan y
acaparen los mercados abandonados por multitud de pequeñas empresas en
bancarrota; para que las condiciones laborales del mundo del trabajo se
deterioren para tratar de restauran las tasa de beneficio de las grandes
empresas; y para que los sectores públicos nacionales se vean presionados a
reducir permanente sus impuestos y los servicios que proveían.
- -
Un Banco Central Europeo al servicio de
un objetivo obsoleto y absurdo en el actual contexto, como es el control de la
inflación, precisamente cuando el escenario es el de repetir el marco
macroeconómico japonés, conocido por 25 años de deflación y estancamiento. Un
Banco Central que no presta a los Estados y rescata a la banca privada
abriéndole el negocio de la deuda.
- -Una moneda única, el Euro, que en
ausencia de mecanismos correctores y de compensación, sólo puede alimentar un
esquema dual en Europa, con países en permanente déficit de balanza de pagos y
devaluaciones internas antisociales, los de las diferentes periferias, y otros
con superávit, con disponibilidades de capital que ya sólo emplean para
acaparar la riqueza de los maltrechos países periféricos, tanto con la compra
de bienes raíces como a través del mecanismo extorsionador de la deuda, como
acreedores.
Este sistema inestable y en
permanente desequilibrio ha demostrado su fracaso en su diseño actual. Un
Sistema Euro más frágil aún en un contexto en el que el sistema económico ha
pasado de la recesión al estancamiento, en el que el principal incentivo que
conoce el sistema en vigor es la rentabilidad y que se encuentra en sus horas
más bajas, incapaz de animar ni el crecimiento ni mucho menos el desarrollo
social de los Pueblos de Europa. Un Sistema Euro que no previó los graves
problemas de endeudamiento privado y de insolvencia del sistema financiero
privado.
Llevamos así varios años a la
desesperada con una huida hacia adelante. La Unión Europea se inhibe e inhibe a
los Estados Miembros con sus reglas contra la iniciativa pública, a través la superación de los problemas
económicos mediante una inversión decidida, útil socialmente y que desarrolle
un nuevo modelo energético sostenible y genere empleo en las sociedades
europeas. No quiere enterarse lo que es una constatación desde hace tiempo: que
el capital privado es incapaz de otra cosa que de mirar por su ombligo.
Así se ha confiado toda la
política a una institución como es el Banco Central Europeo. A la desesperada
ha emprendido una bajada de tipos de interés que los sitúa en el 0,05% y una
reducción del tipo de facilidades de depósito desde el -0,1% al -0,2% -para
desincentivar el tener activos sin movimiento-, cuando todos los expertos
serios muestran que el problema no es que el crédito sea caro, sino que la
economía no muestra incentivos para las inversiones privadas, que las
expectativas de negocio están de capa caída. En definitiva que la banca tiene
tres gravísimos problemas: que no encuentra a quien prestar dinero si no es con
un alto riesgo, que si presta dinero puede que no lo recupere, y que tiene los
ratios de solvencia que convierte a gran parte del sector financiero privado en
organizaciones zombie.
El Banco Central Europeo no
animará así la economía, porque la política monetaria en este contexto es
ineficaz, o si lo es, sólo lo será para que algunos bancos a punto de quebrar
sigan unos meses más haciendo como que funcionan. El Banco Central Europeo
parece que está decidido a ser instrumento de salvamento del sistema financiero
privado, mientras la crisis hace que los Estados permanezcan en crisis y la
compra de la deuda pública siga siendo uno de los pocos negocios (junto al
acaparamiento de inmuebles y compra de bienes y servicios elementales de los
que la población no puede prescindir) que le quedan a la banca. Una política
suicida porque más tarde o más temprano varios bancos quebrarán, los fondos
MEDE de la UE se agotarán, y la deuda de la UE explotará. Y el euro, bajo estas
políticas y este diseño institucional, hará aguas, tras haber ahogado a la
población europea.
¿Qué alternativas, por tanto?.
Pues para empezar necesitamos una
Unión Europea decidida con la inversión en áreas estratégicas, y la creación de
empleo en actividades de futuro: energías renovables, infraestructuras para un
nuevo modelo productivo y energético. Esto implica elevar el tamaño del
presupuesto público y dar más peso a este tipo de funciones.
Necesitamos una Unión Europea
comprometida con una integración y convergencia real de los pueblos europeos,
lo que implica conducir una reestructuración de las deudas, propiciando un
reciclaje y redistribución de los excedentes de los países aventajados a los
que han padecido los corsés de las reglas europeas. Necesitamos una UE que deje
de pisar el cuello a los países de las periferias, de las clases trabajadoras
europeas, en beneficio del gran capital centroeuropeo.
Para proseguir, necesitamos un
Banco Central Europeo que preste directamente a los Estados y que gobierne
realmente al sistema bancario privado y no sea su lacayo.
Necesitamos acabar con unas
políticas neoliberales y un diseño particular de políticas monetarias
expansivas (quantitative easing) que
no llegan donde deben llegar, que hacen que el crédito se estanque en el
recinto de los mercados interbancarios sin llegar a empresas y familias.
Necesitamos otro diseño económico de la UE. Porque en este contexto, si no se
producen cambios de calado, el Sistema Euro no forma parte de las soluciones
sino de los problemas que atraviesa Europa.
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