15/1/14

Cuando la brecha disminuye y pierden cada vez más todas y todos: Empleo y condiciones de vida de hombres y mujeres en el periodo de crisis.

Daniel Albarracín
 








Según el BarómetroSocial de España, elaborado por el Colectivo IOE, en el periodo de crisis que atravesamos en conjunto, afirmaban en 2011: “la desigualdad de género se mantiene en el mismo nivel que hace 16 años, si bien las mujeres han ganado posiciones en actividad y formación, y han perdido en salud y protección social[1].

La tasa de actividad en España se ha situado en el 59,5% (III T 2013, EPA-INE). De la población de más de 16 años (en términos estadísticos, una población de 22,72 millones de personas) las personas que están ocupadas o buscan ocupación representan el 59,5% (el 75,1% si hablamos de población entre 16 y 64 años).
Este dato es del 53,1% para las mujeres y del 66,4% para los hombres. En comparación con el mismo trimestre de 2007, cuando ya se presentía el inicio de la crisis, observamos que todos los ratios empeoran tanto para mujeres como para hombres. Sin embargo, son los hombres los principales perjudicados en el ámbito del empleo, porque lo pierden en mayor medida o porque se desaniman, cuando lo pierden, a buscar uno nuevo (lo que implica una disminución de población activa masculina). Las mujeres se ven obligadas a buscar empleo (aumenta la población activa femenina). Sin embargo, sufren la frustración de encontrarlo con más dificultad que al inicio de la crisis, tal y como atestigua su tasa de paro. En términos de trayectoria hombres y mujeres salen perdiendo, pero los hombres pierden más, y eso hace que algunas brechas estadísticas virtualmente se aminoren.

El altísimo paro (el 25,98%) alcanza entre las mujeres el 26,5% y para los hombres el 25,5%. A pesar de que a día de hoy este dato es peor para las mujeres se ha reducido la diferencia entre hombres y mujeres en los últimos años. Ahora bien, es inocultable que el fenómeno más importante no es dicha brecha sino que la tasa de paro ha crecido en ambos enormemente.

Tasas de actividad, paro y empleo, por sexo y distintos grupos de edad
Unidades:Porcentaje


Tasa de actividad de la población
Tasa de paro de la población
Tasa de empleo de la población

2013TIII
2007TIII
2013TIII
2007TIII
2013TIII
2007TIII
Ambos sexos






   Total
59,59
59,10
25,98
8,03
44,11
54,36
Hombres






   Total
66,42
69,61
25,50
6,21
49,48
65,28
Mujeres






   Total
53,13
48,98
26,55
10,53
39,03
43,82

Notas:
1) Tasas de actividad: Porcentaje de activos respecto de la población de cada grupo de edad.
2) Tasas de paro: Porcentaje de parados respecto de la población activa de cada grupo de edad.
3) Tasa de empleo: Porcentaje de ocupados respecto de la población de cada grupo de edad
Fuente: EPA, INE

La incorporación creciente al mundo del empleo de las mujeres no puede leerse en este contexto como una salida emancipatoria. Solamente se produciría un hecho tal si nos encontrásemos con un empleo de calidad, con suficientes ingresos que permitiesen autonomía económica para cada persona. Al contrario, en muchos casos la disponibilidad en el mercado de trabajo es producto de una carestía de los ingresos familiares, empuja a una solución de necesidad.

Sin embargo, esta mayor disponibilidad femenina no implica buenas condiciones de empleo. Ellas suelen recibir salarios muy inferiores (entre el 25 y el 30% menos, debido a la segregación ocupacional y vertical, así como a discriminaciones indirectas) y se emplean de manera creciente en empleos a tiempo parcial (el 72,5% del empleo a tiempo parcial es para ellas), con peor remuneración global, por hora, y más sacrificados en términos de productividad por hora (estos empleos se desarrollan en momentos punta de producción, mayor afluencia de público, etc…).

Aunque globalmente la tasa de temporalidad ha disminuido –no crece el empleo indefinido sino que se destruye el temporal- la inestabilidad de todos los empleos ha crecido con el proceso de degradación de las garantías y costes de indemnización de todas las figuras (incluido el empleo indefinido e inclusive el funcionarial) y la aparición de nuevas formas precarias de empleo (contrato de aprendizaje, empleo a tiempo parcial desregulado, prácticas no laborales, etc…). En un contexto de devaluación salarial, tanto de los salarios directos como de la protección social y de las pensiones, la situación cada vez es más penosa.

En suma, las disminuciones temporales de las brechas estadísticas en este periodo de crisis entre hombres y mujeres son fruto de que los hombres están padeciendo en mayor medida el castigo del desempleo. El efecto composición puede incluso dar reducciones en la brecha salarial (entre 2007 y 2009 pasó del 30% al 25%), no porque las mujeres ganen más, sino porque todos ganan menos, y menos aún los varones. Todas y todos pierden. Ellas ocupan empleos peor remunerados y con ello no siempre se consigue cubrir las pérdidas de ingresos del varón.

La cara oculta de la crisis de las mujeres es que las cargas domésticas, los indicadores de salud –el punto más negro para ellas en este periodo, los varones presentan ahora menor tasa de enfermedad y discapacidad que ellas-, el retiro de la protección social (por ejemplo, en 2009 ellas percibían en un 20% menos de los casos la prestación de desempleo), se traducen en peores condiciones de vida, y las ventajas hasta de las mujeres en este punto, está disminuyendo (IOE, 2011). Ya se observa una caída de la esperanza de vida media. Apenas el capítulo educativo mejora en el caso de las mujeres, al igual que en el de los hombres, debido a que las personas en el paro dedican su tiempo en ocasiones a prolongar sus estudios, a actualizarse o especializarse. El balance, es diferenciado en términos estadísticos, pero en términos de condiciones de vida todos pierden, y, las mujeres, por su incorporación precaria al mundo del empleo, por el mantenimiento de las cargas familiares sobre ellas, salen perdiendo en términos personal. Lo que no quita que en términos laborales remunerados, aunque todos pierdan, pierdan más los varones.


[1] “Efectos sociales de la crisis. Una evaluación a partir del Barómetro social de España”. (2011) Publicado en Papeles, 113.

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