El pasado 17 de Agosto la televisión Russia Today me entrevistó en torno a las declaraciones del gobierno finlandés de buscar cauces de expulsión de algunos países de la Eurozona, en particular aquellos que incumplan las condiciones para un rescate de los fondos europeos.
La entrevista puede seguirse aquí, donde se toman algunas cuestiones comentadas por Daniel Albarracín.
Aunque en la entrevista no aparece -de hecho es una selección del canal con la que no me siento del todo cómodo-, básicamente pretendía señalar que ante el curso de negociaciones para un rescate total (de la deuda soberana) para el caso español, probablemente se está produciendo una tensión fuerte entre algunos gobiernos como el de Finlandia, Austria, Luxemburgo, Alemania u Holanda, donde los dos primeros principalmente, señalan la necesidad de arbitrar posibles cauces de expulsión de la eurozona a países incumplidores. También el gobierno español advertía que si las condiciones del rescate no eran suaves siempre cabe la posibilidad de salir del euro o declarar una suspensión de pagos. Es decir, unos amenazan y otros chantajean, en un tira afloja propio de estas situaciones límite.
13/8/12
La otra deuda, la energética (M. Garí)
http://blogs.publico.es/dominiopublico/5652/la-otra-deuda-la-energetica/
Manuel Garí.
Miembro del consejo editorial de ‘Viento Sur’
La factura energética supone un importante rubro en la estructura de costes de las empresas. En ciertos sectores, como los de refino y de los minerales no metálicos (cerámica, vidrio, etc), los costes energéticos suponen casi el 30% del valor añadido de bruto sectorial. Importamos la mayor parte de nuestra energía primaria a un alto precio que incrementa nuestro déficit comercial, exige financiación ad-hoc y contribuye a agravar nuestra deuda externa. La factura la pagamos todos y beneficia a unos pocos. Por tanto, la energía determina la viabilidad de la economía española.
Bulimia energética
La voracidad energética de la economía española en plena crisis es altísima. En 2010, con un crecimiento casi cero del PIB español, la intensidad primaria creció un 1,2% y la intensidad final un 2,4%. El consumo de energía primaria tuvo la siguiente composición: 47,3% petróleo, 23,5 % gas natural, 12,2% nuclear, 11,1% renovables y 6,4% carbón. El grado de autoabastecimiento en petróleo fue del 0,2%, en gas del 0,2% y de carbón el 40,7%. Quemamos sin tino. Y quemamos lo que importamos.
Estas cifras revelan la envergadura de la ineficiencia energética española y la fortísima dependencia importadora.
11 ago 2012
Manuel Garí.
Miembro del consejo editorial de ‘Viento Sur’
La factura energética supone un importante rubro en la estructura de costes de las empresas. En ciertos sectores, como los de refino y de los minerales no metálicos (cerámica, vidrio, etc), los costes energéticos suponen casi el 30% del valor añadido de bruto sectorial. Importamos la mayor parte de nuestra energía primaria a un alto precio que incrementa nuestro déficit comercial, exige financiación ad-hoc y contribuye a agravar nuestra deuda externa. La factura la pagamos todos y beneficia a unos pocos. Por tanto, la energía determina la viabilidad de la economía española.
Bulimia energética
La voracidad energética de la economía española en plena crisis es altísima. En 2010, con un crecimiento casi cero del PIB español, la intensidad primaria creció un 1,2% y la intensidad final un 2,4%. El consumo de energía primaria tuvo la siguiente composición: 47,3% petróleo, 23,5 % gas natural, 12,2% nuclear, 11,1% renovables y 6,4% carbón. El grado de autoabastecimiento en petróleo fue del 0,2%, en gas del 0,2% y de carbón el 40,7%. Quemamos sin tino. Y quemamos lo que importamos.
Estas cifras revelan la envergadura de la ineficiencia energética española y la fortísima dependencia importadora.
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Transición Energética
5/8/12
Una ruta de interpretación del contexto económico español y europeo..
Daniel Albarracín
Mayo 2012
A pesar de la duración de esta
crisis económica la economía europea sigue estancada. Mientras tanto, la
española se sumerge en una nueva recesión.
El tipo de crisis que padecemos es,
en primer lugar, una crisis de oferta:
una crisis de rentabilidad, desde 2007; una sobrecarga de endeudamiento
financiero de las empresas, que comenzó a finales de los 90; y una situación de
sobreproducción de diferentes sectores, entre los cuales está el de la
construcción que causó el estallido de la burbuja inmobiliaria en la primera
década del siglo XXI. Pero, asimismo, ha degenerado en una crisis de demanda. La austeridad pública, la racionalización
productiva y de inversión de las empresas, la destrucción de empleo y la caída
de los salarios están ocasionando un retroceso en la demanda efectiva, sólo
mínimamente compensada por las exportaciones y por el comportamiento, hasta
2011, positivo del sector turístico. Ambas crisis, a su vez, están envueltas en
otras crisis como la energética, la climática y la de los cuidados –que afecta
principalmente a las mujeres-.
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