11/11/10

Encuesta del CIS y el 29-S


Daniel Albarracín

9-11-10

El pasado mes de Octubre el Centro de Investigaciones Sociológicas realizó, en su estudio nº2.847, una encuesta con una muestra estadísticamente representativa, en la que se consultó sobre valoraciones electorales, opinión sobre líderes políticos e instituciones, posicionamiento ideológico y otros asuntos de inclinación sociopolítica.

Entre todas las cuestiones consultadas también se consultó acerca de la percepción y la participación en la Huelga General del 29-S, al realizarse la encuesta poco después.

Es preciso señalar que la técnica de la encuesta aporta mucha información sobre asuntos bien cristalizados y sobre los que se formulen preguntas correctamente diseñadas (que recoge la serie y el tipo de preguntas adecuado, incluyen todas las opciones de contestación, que no prejuzga las respuestas, etc…); y sobre los que no hay influencia de algunos fenómenos que puedan sesgarlo: que los asuntos tratados se manejan con conceptos comúnmente aceptados y sin apenas juego de interpretación, que no se trate de un fenómeno extremo –sobre el que haya una fuerte presión social al individuo para que se sincere, o sobre el cual hay una opinión mínimamente formada por no ser un acontecimiento de difícil interpretación- y sobre los que no se produzca un fenómeno de aquiescencia, ausencia de opinión o un estereotipo cargado que impida una respuesta libre “que se cree que se comparte con el público” –a pesar del anonimato de la técnica-. Además, la encuesta como técnica tiene un efecto bien conocido, que es el de moderar la respuesta, no sólo por el diseño de preguntas y respuestas –y su orden-, sino también porque las respuestas individuales suelen aminorar las respuestas extremas.

Cabe comenzar por advertir que una Huelga General entraña problemas de los anteriormente expuestos. No tanto en el diseño de las preguntas y respuestas, que hemos comprobado en este caso son adecuadas, sino por el carácter de acontecimiento extraordinario altamente sesgado y polarizado en la sociedad, tanto en su conceptualización como en su aceptación social, y en la que se juegan intereses fuertes y en el que la respuesta está condicionada a una posible consecuencia que puede inhibir algunas inclinaciones o potenciar otras. Esta advertencia debe tomarse en cuenta, porque los huelguistas por un lado se encuentran ante la aversión de los que ostentan el poder, de aquellos que no secundaron la huelga, y no sólo de las reformas que el gobierno emprendió. Y los no huelguistas, ante el poder empresarial y político, así como en el discurso de los medios de comunicación, no se encontrarán tan mal parados, aunque puedan encontrar una reprobación por insolidarios por el colectivo que secundó la huelga.

No obstante, creemos que es conveniente también analizar esta fuente, porque refleja un indicio de participación y simpatía con la huelga general, a pesar del importante sesgo que nos podamos encontrar.

Ya hemos señalado por aquí que la huelga general fue un éxito en cuanto a participación en las manifestaciones, participación en piquetes como, especialmente, de cara a parar la producción, según datos objetivos de consumo eléctrico. Sin embargo, admitíamos un seguimiento desigual, que fue menor en el sector servicios, precisamente el que más emplea a población asalariada.

Cabe indicar que la huelga general no sólo se juega en el marco del proceso de producción. En el Estado español las huelgas generales son de apenas un día, y siendo una iniciativa nacional, con importantes servicios mínimos y meramente diaria, la perturbación a la lógica de valorización es relativa.

La huelga general también se juega, en esta sociedad del espectáculo, en la imagen pública, y en este territorio los instrumentos los manejan principalmente los medios de comunicación de masas, la mayor parte de ellas con posturas preconcebidas. Con esta consideración, la encuesta consultó a una muestra de 2475 personas –fueran asalariados o no, estuviesen en paro o no-, y de ellos un 70,5% manifestó que en su opinión la huelga fue más bien un fracaso, considerando apenas un7,5% que fue un éxito. Hasta un 12,6% dijo que fue ni un éxito ni un fracaso. Observamos una respuesta alta de NS/NC (9,4%) un claro indicio de lo problemático de tal contestación, porque en ella se conjuga la predisposición inicial y de antemano del encuestado, mediada por su entorno social e intereses, y por no contar con suficiente información (indicadores de incidencia, interpretaciones neutrales).

También se preguntó sobre la utilidad de la HG para alcanzar acuerdos entre gobiernos, sindicatos o empresarios. En esta pregunta, hay un problema de concepción porque la utilidad o el sentido de una HG no siempre se pueden plantear en términos de acuerdo, y no sólo concierne a agentes sociales y gobierno –si admitimos un esquema de sujetos sociales en términos de clase-. Una HG es un instrumento de protesta, de lucha y de presión, y la lógica del acuerdo no siempre está en el horizonte, sino más bien el de la victoria y la derrota –una lógica de fuerza social-, en tanto que los razonamientos e intereses, a nuestro juicio, de las partes en litigio son poco conciliables. De este modo, la pregunta induce a una difícil interpretación y confunde.

En cualquier caso, el resultado a ésta fue que un 9,7% pensaba que podía ser bastante o muy probable que contribuyese a dicho acuerdo, que un 79,2% pensaba que era poco o nada probable, y hasta un 11% se situaba en el NS/NC.

La encuesta también muestra respuestas de participación en iniciativas expresivas de protesta o propuesta. Es llamativo que diciendo los encuestas que han participado con anterioridad en una huelga alguna vez (29,3%), firmado alguna petición o manifiesto (33,8%) o asistido a una manifestación (40,1%), que en los últimos doce meses, en un periodo de gran conflictividad, lo habrían hecho respectivamente apenas en un 9,2%, un 14,8% y un 9,9%. El miedo, la presión, tanto a protestar como a decir que se protesta pueden estar incidiendo.

Preguntadas sólo las personas que trabajan (1083 unidades muestrales) por cómo actuó el 29-S un 65,7% fue a trabajar. La casuística es diversa entre los que no asistieron al trabajo. Un 14% hizo huelga, hasta un 14,8% no fue por vacaciones, día libre o enfermedad (un valor altísimo que muestra cómo algún segmento de estos buscó un subterfugio respecto a dicho día), y un 2,5% aunque quiso hacerla no pudo. Sólo un 2% quiso ir a trabajar y no pudo, por el contexto de huelga.

Los motivos por los que siguieron la huelga los que la secundaron son variopintos, pero en nuestra opinión la base muestral no es representativa (179), aunque el CIS nos ofrece los resultados, casi todos inclinados a motivos de protesta y presión contra las políticas del o contra el gobierno.

Más base muestral (734) es la que tiene la de aquellos que dicen no haber hecho huelga. Los motivos principales alegados son los siguientes:

- Un 23,6% dice no estar simplemente “de acuerdo con la huelga” (sin mostrar razones sobre la orientación de su protesta), un 13,1% consideró que las huelgas no sirven para nada (un síntoma de derrotismo, o de sumisión). Ambas respuestas evidencia un desconocimiento de la utilidad de presión de la huelga, una desconfianza sobre las condiciones de victoria, o simplemente una deslegitimación de emplear medidas de conflicto por pensar que las cosas “funcionan bien”.

- Un 15,8% no estaba dispuesto a perder el descuento de la nómina (es decir, que no consideraba que protestar le compensase, posiblemente por un sentimiento de derrotismo y desconfianza en la victoria, y por otra parte porque una parte de los trabajadores con bajos ingresos el sacrificio potencial es mayor),

- un 7,4% se sintió obligado a trabajar (un síntoma de presión empresarial o riesgo de perder el empleo),

- un 6,4% porque pensaba que llegaba tarde y la decisión estaba tomada (una asunción a priori que las leyes una vez promulgadas no pueden revisarse, como si fuesen para siempre e irreformables),

- un 6,3% porque eran autónomos.

- y apenas un 4,4% por no estar de acuerdo con los sindicatos, entre otras respuestas.

En suma, cabe señalar que, en efecto, el seguimiento de la huelga general fue desigual, a pesar de que el medio de presión, en los objetivos de parar la producción y de manifestación fueron un éxito. Esta circunstancia va a tener su reflejo en las urnas presumiblemente, no obstante, y más en forma de abstención, voto protesta, o voto de castigo al gobierno, que quizá favorezca menormente al Partido Popular, y pueda ocasionar un repunte de opciones minoritarias.

Parece claro que la población, y los y las trabajadoras, en su mayoría padecen un cuadro complejo de miedo (a protestar y al desempleo o a perder parte de los bajos ingresos de que dispone); de presión empresarial, política y mediática; de desinformación de los contenidos y orientación de las políticas económicas y laborales seguidas; de dificultad de encontrar espacios, tiempos y hábitos de participación y entornos de elaboración de reflexión e interpretación autónoma y de criterio propio sobre asuntos de debate público; de descreimiento de los mecanismos de expresión del conflicto; y, en alguna medida, en cierta desconfianza en las organizaciones que les representan –aunque esa desconfianza ha sido claramente exagerada por los medios-.

Sin embargo la HG es únicamente un acontecimiento dentro de un largo proceso de conflicto, y parece que el resultado no está dirimido, porque la lucha sigue. La HG no constituyó, ni podía serlo, una victoria contundente del movimiento obrero, pero sí ha permitido lanzar a la discusión pública una tensión sociopolítica y laboral, cuyas consecuencias son inciertas.

En este sentido, todo dependerá de lo que hagamos los sujetos y actores en disputa, cómo se organice el conflicto y cómo se dirima.

Por de pronto, en noviembre diferentes sindicatos minoritarios han convocado diferentes manifestaciones (el 24N, entre otras fechas), y en Diciembre el 15 la CES convoca a una iniciativa europea de protesta, a la que se suma el 18D manifestaciones descentralizadas, con amplio respaldo por todos los sindicatos y movimientos sociales, para continuar la lucha. A esto se añade la Iniciativa Legislativa Popular impulsada por CCOO y UGT. Esto no ha hecho más que comenzar.

3 comentarios:

[Jos] dijo...

Muy interesante tu blog. Prometo leer tus entradas con cierta frecuencia.
Por cierto, te recomiendo que incorpores el gadet de seguidores en un margen de tu Blog, para poderme unir al tuyo y para facilitar que otros blogueros accedan con más facilidad a tus spots; realmente valen la pena.
Un saludo desde Sevilla.

Daniel Albarracín dijo...

Muchas gracias por tu apreciación y por la recomendación. Me ayudan mucho estas cosas.
Un saludo,
Daniel

Daniel Albarracín dijo...

Muchas gracias por tu apreciación y por la recomendación. Me ayudan mucho estas cosas.
Un saludo,
Daniel