Más allá de lo sugerente de una serie así, creo que este documental, como casi todos los de Punset, esconde muchas cosas, y sesga profundamente el análisis de los hechos, con una visión ideológica simplista y cerrada. Sí, discrepo completamente del enfoque de Punset, y mucho más de casi todo lo que dice Robert Mundell, que aporta una visión neoliberal. Y, lo que es peor, no dice la verdad de lo que sucede, y de los objetivos de algunas de sus propuestas. Parece que ser un Nobel en economía, a mi modo de ver, es más motivo de desprestigio que otra cosa, a la vista de a quien se les concede, casi siempre, salvo honrosas excepciones (Amartya Sen), de la misma orientación.
Vayamos por partes. Punset adopta una perspectiva sumamente convencional sobre los fenómenos sociales, del comportamiento, y de la economía. De formación de economista, simplifica la conducta social con un enfoque conductista ramplón, en la que los seres humanos son una suerte de herencias genéticas, y conductas psicológicas derivadas de instintos primarios. Más allá de que lo genético predisponga y limite, y que los instintos formen parte de nosotros la condición humana es fundamentalmente sociohistórica y cultural, la sociedad es netamente conflictiva, y las interpretaciones son complejas, generalmente vinculadas a la experiencia material de los grupos sociales, exigiendo marcos de elaboración cultural ligados a un modo de vida. A mi me parece Punset un divulgador positivista del pensamiento dominante, un comunicador sugerente, pero precisamente por ello muy peligroso, por el sesgo ideológico que comporta.
En lo que refiere a la interpretación de Mundell hay de nuevo muchas simplificaciones, muchas deformaciones y bastantes hechos pendientes de analizar o directamente falseados, incluso más allá si indicamos que en su análisis el conflicto social, los problemas políticos, o los intereses y el poder están casi ausentes o desviados en su relevancia.
Como no puede ser de otra manera de un discurso mínimamente escuchable combina exámenes sobre aspectos que son ciertos con otros que no lo son en absoluto.
Además, hay que advertir que su tesis sobre las "áreas monetarias óptimas", con la que consiguió el Nobel, más allá de exigir reducción de salarios y movilidad plena del factor trabajo como "grandes e innovadoras recetas", deduce que la eurozona no cumple sus condiciones como tal área óptima. Pero en fin, es sólo un desliz que se olvida en la entrevista...
Las explicaciones sobre las sucesivas burbujas punto.com, inmobiliaria y financiera forman parte del curso del problema, pero no son más que síntomas del auténtico problema. Las cuestiones sobre los problemas de liquidez son ciertos, pero oculta que en la práctica se ha asistido a una difusión de una crisis de solvencia generalizado, causados por sucesivos fenómenos capitalistas recurrentes de sobreproducción. La financiarización que señala es un fenómeno cuyo perfil es inédito en su dimensión, pero no puede divorciarse de las dinámicas de la economía real, de la perenne desinversión en occidente orientada a las pujantes economías asiáticas y brasileña (donde la relocalización fabril se sitúa, siempre en manos del capital occidental en complicidad con las oligarquías locales), de la evolución de la tasa de beneficio, de las desproporciones sectoriales, de la explotación del trabajo, y de los subsiguientes colapsos de la demanda.
Entre tanto hay unas cuantas cosas a desmentir de la sesgada interpretación de Mundell. Es verdad que la voluminosa deuda privada -el auténtico problema causado por una política de laxitud regulatoria del sistema financiero, y una política monetaria expansiva de bajísimos tipos de interés-, ha sido contenida con su endosamiento en las cuentas públicas. En modo alguno puede decirse que la deuda pública sea alta. Posiblemente llegará a ser un problema, pero lo que no dice este señor es que los Estados no solo prestaron y avalaron hasta un punto de emplear el 24% del PIB mundial a la banca privada en su rescate, desfiscalizaron al capital (estímulos fiscales le llaman), sino que la Reserva Federal (una entidad semiprivada ¿no lo sabías? en la que cogobiernan grandes corporaciones privadas norteamericanas) y el BCE inyectaron y en su caso prestaron grandes volúmenes de dinero a un determinado tipo de interés, que luego se demostrará muy por debajo de los réditos que comporta comprar deuda soberana de algunos países. Todo ese dinero no se destinó, en el caso del sistema financiero, al crédito a la inversión empresarial (no por un problema de confianza o escasez de liquidez, que también, sino por las bajas expectativas de rentabilidad) sino a una especulación devaluativa -para comprarla se exigiría unos comparativamente altos tipos de interés de devolución- de la deuda soberana (pública) de algunas economías vulnerables, como la griega. El capital financiero manejó parte de esos montantes de liquidez nueva disponibles, junto con los sobrantes de capital excedente que unas economías que no crecían mucho no podían absorber, para exigir a los gobiernos griego, y más tarde español, y ahora portugués e irlandés, tipos de interés mucho más altos que ese 1% al que prestaba el BCE, por ejemplo. De modo que no sólo salió al rescate el sector público del capital privado, sino que aquel (los llamados mercados, que no son otra cosa que las oligarquías financieras internacionales y grandes corporaciones industrial con capacidad de inversión financiera) extorsionó a los gobiernos para eliminar de facto cualquier rastro de posición consecuente con los programas por los que se les votó. Y además, salió ganando negocio.
Se dijo que los causantes de esta cuestión fueron unos gobiernos irresponsables, como el griego o el español. Más allá de lo que haya de cierto en su negligencia, lo que se ha ocultado es que los gobiernos alemanes y francés diseñaron unas políticas europeas (Tratado de Maastricht, Tratado de Amsterdam, y así...) siempre para el interés de sus economías nacionales. Con aquellas se afianzaba el poder de mercado, la posición privilegiada de las empresas de los países aventajados, y la división europea de las economías en países centrales y semiperiféricas. El euro se fortaleció, y el tipo de interés fijado no se adecuaba a sus necesidades, debilitando a economías desaventajadas como las de España o Grecia, entre otras, causando grandes déficits de la balanza de pagos, que corresponden a los superávits alemán, fundamentalmente. Para financiarlos los países periféricos se endeudaron, sobre todo sus economías privadas.
A continuación, la jugada del capital financiero ha sido también amenazar a las propias y grandes divisas, como el euro. Será precursor de una invitación de la oligarquía globalizada a unir las grandes monedas (algo ya ideado por Keynes). Retén el nombre del Phoenix como posible propuesta de integración monetaria del área dólar y la eurozona.
Hay que pensar que contar con una moneda única, que bien es cierto que es como el tejado en una construcción, y que aquí se edificó sin los cimientos de contar previamente con un régimen fiscal armonizado, y un Estado más capaz para integrar las economías europeas (¿cómo puede ser que el presupuesto europeo sea sólo de un 1,7% del PIB europeo, cuando cualquier país para compensar las heterogeneidades regionales y mantener un mercado que sea mínimamente equilibrado e integrado requiere al menos de un 33%?). ¿Por qué se hizo así?. Porque al mismo tiempo que se imponía una política económica neoliberal y regresiva en los países candidatos (antes España o Portugal, ahora los del Este), el contar con una moneda estable (y con un BCE que sólo persigue que haya una baja inflación, pero que no se cree empleo, por ejemplo) favorece a las economías más fuertes, que ya no verán oposición a invertir en aquellas nuevas colonias por la existencia de monedas nacionales.
El interés del dólar (más bien, de los poderes económicos estadounidenses) de integrarse en un futuro con el euro está bien claro. Ante la emergencia de China, India y otros países, y los desequilibrios monumentales de la economía norteamericana en claro declive (sólo compensada por ser el guardián del mundo), contar con una moneda en las dos zonas más consolidadas del mercado mundial le permitiría sostener a su moneda como reserva internacional (lo que supone contar un extra del 3% en su PIB, pues actúa de moneda refugio), al mismo tiempo que las multinacionales norteamericanas (y las alemanas y quizá las francesas) podrían irrumpir en el mercado europeo a sus anchas. También propiciaría dinámicas de devaluación fiscal y competitiva peligrosísimas. En modo alguno es una propuesta neutral.
Eso no quiere decir que contar con monedas únicas sea malo, porque lo que hay definir son las políticas que están detrás, y a quienes responden. En fin, el debate es largo...
Te invito a ver un video-cómic explicativo, mucho más serio (pedagógico, fundamentado y divertido) que la entrevista tan pedestre de Punset y Mundell. Seguro que no te arrepentirás, si es que has aguantado el tirón de esta explicación que te doy aquí... Se trata de David Harvey, y este sí que mola: