Una versión a la que ahora es preciso matizar tras los resultados electorales del 10N y la posible formación de un gobierno de coalición fue publicada en https://www.vientosur.info/spip.php?article15298
Daniel Albarracín. Octubre 2019
La irrupción de Podemos
Los proyectos políticos no pueden
ser sólidos sin guardar un suelo material que los sustente, una teoría
política, un marco estratégico, y una organización práctica que los lleve a
cabo.
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La irrupción de Podemos fue
posible por varios factores. En primer lugar, un
vacío político sin representación, causado por la indignación ante
el deterioro de las condiciones de vida fruto de la crisis económica de 2008 y
las políticas de austeridad, aplicadas con severidad desde 2010, que pusieron
en entredicho las aspiraciones de movilidad social de una clase media
amenazada, las débiles protecciones del mundo del trabajo y las políticas
públicas, en favor del sistema financiero y la “casta política”. Es en ese
contexto en el que, precedido del movimiento de las plazas que altera el
imaginario de época, aparece esta formación política basándose en dos bases:
una
estrategia comunicativa que se
abre paso en el espacio mediático, liderada por lo que Santiago Alba Rico llamó
el “comando mediático”, y una
base
organizativa basada en los círculos.
Su primera dirección adopta una
línea populista, y consigue imponer su política para construir una maquina
electoral con el objetivo directo de alcanzar las instituciones y gobernar, una
vez que una parte del movimiento 15-M no obtuvo grandes resultados políticos
prácticos tras su vigorosa experiencia política de deliberación pública en las
plazas y de movilización popular. La metamorfosis de la organización política
fue rápida, y se liberó del lastre que, a juicio de la dirección, representaban
los círculos y los grupos activistas organizados que pudieran cuestionar el
liderazgo personal de Iglesias, a la hora de definir su estrategia orientada a
recabar mayor electorado, aún a costa de la desmovilización y la moderación
política.
En el periodo que apareció
Podemos, dirigió la experiencia la teoría política del populismo, inspirada por
la lectura errejonista de Ernesto Laclau, y cuya aplicación política ha estado
también influida por la dirección de Pablo Iglesias. También recogía la tradición
eurocomunista y algunas lecturas del operaismo
italiano, que en la práctica se ha mostrado como una sección adusta del
errejonismo, con variantes en la política de alianzas dentro del mismo esquema
interpretativo.
Podríamos afirmar que, en realidad,
en aquel contexto, cualquier fuerza antiestablishment
habría tenido enormes probabilidades de éxito, y que, por tanto, los méritos de
aquella irrupción ha de hacer balance de factores internos (una buena
estrategia comunicativa, la metamorfosis de las plazas en círculos), pero sobre
todo externos, que lo hicieron posible.
Caracterización de la teoría política populista
De manera sumaria, la teoría
populista consiste en:
a) tratar de unificar el campo popular en torno a
la construcción de un discurso que articule las demandas diferenciadas del
mismo, sin más jerarquías que su expresión coyuntural (y cuyos analizadores
preferidos fueron las encuestas, lo aparecido en los medios de comunicación, o
“el sentido común publicado”);
b) Identificar
y señalar al adversario (en una serie degradada que fue desde “los políticos y
banqueros”, “la casta”, “la trama”, a los “políticos corruptos”…), para definir
las fronteras del campo propio.
c) El
objetivo sería alcanzar las instituciones públicas mediante victorias electorales,
desde las cuales aplicar políticas de cambio. Para ello, habría que adaptarse
al sentido común, o si acaso apoyarse en las expectativas frustradas del campo
popular respecto a lo esperado por las “expectativas prometidas”, para ganar
electorado, subordinando las iniciativas de los movimientos, que se mueven
muchas veces disociados de las expectativas de las mayorías.