Publico
este artículo con el que respondemos Manuel Garí y yo al profesor de la Universidad de Málaga Juan Carlos
Martínez Coll que redactó un artículo crítico que firmé con Manuel
Garí sobre la cuestión de la UE y el Euro.
Este debate se ha publicado en Viento Sur.
Esta sería nuestra respuesta.
Mayo de 2017.
Daniel Albarracín y Manuel
Garí.
Recientemente, como
réplica a un artículo que redactamos Manuel Garí y Daniel Albarracín en la
revista Viento Sur nº150 (2017), el profesor Juan Carlos Martínez Coll nos
trasladó algunos comentarios, análisis, críticas y alternativas que, en nuestra
opinión son de interés, incluyendo varias aportaciones y puntos de vista que
compartimos y algunas otras interpretaciones y consideraciones en las que
diferimos.
Es de agradecer la
muestra de interés por cuestiones de esta índole estratégica y su carácter
propositivo y constructivo. Cabe reconocer que los procesos de cambio político
y las turbulencias sistémicas nos enfrentan a retos complicados, no sólo por la
tensión que se encuentra tras ellos, sino también por la dificultad de dar
cuenta de todos los aspectos novedosos que pasan a un primer plano. A este
respecto, nuestras modestas elaboraciones y propuestas, en este difícil contexto,
se desarrollan en una permanente reflexión. Al mismo tiempo que formulamos las
preguntas y respuestas, provisionales, se nos exige esbozar rutas y guías para
la acción política.
Creemos conveniente
desarrollar este intercambio y debate, no para reafirmar posición alguna, sino
para seguir avanzando juntos ante el desafío que se nos presenta por delante.
Con esta motivación, vamos a realizar dos ejercicios. Uno, de carácter de
revisión teórica en relación al papel de la moneda en el mundo contemporáneo. Y
dos, una discusión con algunas de las propuestas y afirmaciones políticas que
se nos trasladan, para, en algún caso, aceptarlas y, en otros, rebatirlas.
1.
1.1.
El papel de la dimensión monetaria en la economía, según las teorías
económicas alternativas.
Quizá convenga
comenzar por dar una vuelta a algunos fundamentos de economía política sobre un
terreno de discusión insuficientemente trazado por los intelectuales de la
izquierda política que no es otro que el campo de la política monetaria. Cabe admitir principalmente en este espacio progresista
a las escuelas postkeynesianas y las marxistas. En más de una ocasión las dos
escuelas reconocibles en el campo de la izquierda han originado discusiones
bizantinas y malentendidos, fundamentalmente por una ausencia de diálogo y
comprensión mutua, en algunas ocasiones y, en otras, sencillamente por un
problema de perspectiva.
En líneas
generales, una interpretación muy extendida en la escuela marxista
(Astarita, R.; Albarracín, J., entre otros) ha tratado la cuestión de la moneda
como la expresión de las transacciones económicas reales, interpretando que hay
un correlato entre la producción de valor y su equivalente monetario, desde una
perspectiva de largo plazo. Se señalaría, por otra parte, que el valor de la
moneda, como equivalente general, respondería al coste de extracción y
producción de la mercancía que le da soporte, tradicionalmente el oro u otra
materia prima que pudiese hacer las veces. Sin embargo, tras el fin de la convertibilidad
entre el dólar y el patrón oro y la generalización de un sistema fiduciario
(Albarracín, D.; 2006), este tipo de interpretación ha naufragado para dar
cuenta de algunos fenómenos monetarios y financieros, especialmente en la
comprensión de algunos fenómenos financieros y monetarios de corto plazo.
De todo este
armamento teórico, sin embargo y a pesar de la novedad de la transformación
fiduciaria del dinero, se ha de admitir la permanencia de validez de algunas
hipótesis. En primer lugar, la relativa correspondencia a largo plazo entre
producción de valor y el valor del dinero, o dicho de otra manera la moneda o
divisa de un país y su valor correlativo a la fuerza de los fundamentales de la
economía y el Estado que tiene detrás. En segundo lugar, la validez del
concepto acuñado como “capital ficticio” cuando se trata de los fenómenos que
expresan la distancia entre ambas dimensiones. El concepto de capital ficticio,
entendido como capital financiero titularizado del que se espera un flujo de
ingresos futuros, refleja, entre otras previsiones, la tensión que se produce y
que conduce a una destrucción, en un marco temporal incierto, del capital que
no se encuentra soportado por bases materiales que le hagan viable.
Por su parte, la amplísima
escuela postkeynesiana –que poco tiene que ver con la escuela neokeynesiana
vinculada a la síntesis neoclásica- y, más particularmente algunas escuelas
como la Teoría Monetaria Moderna (Kelton, Mitchell, Mosler…), la corriente
ligada a Steve Keen o la escuela Minskyana han contribuido con algunas útiles
interpretaciones para dar comprensión a algunos fenómenos de medio y corto
plazo en buen término, aunque limitados a fenómenos financieros de medio y
corto plazo. Más en particular, estas teorías han contribuido a comprender no
sólo cómo se crea el dinero en la práctica, sino también a dar una
interpretación alternativa a la valoración del dinero en base al coste de
extracción del oro, así como señalar algunas dinámicas de crisis financieras.
A este respecto,
algunas contribuciones valiosas muestran el origen del dinero. Por un lado, la
Teoría Monetaria Moderna parte de la asunción de la Escuela cartalista (Escuela
Histórica Alemana) señalando que el dinero equivale básicamente una promesa de
pago con el respaldo del Estado, y se ampara en la fuerza de este para cobrar
impuestos u otras obligaciones en la moneda que este emite; o en la de pagar
prestaciones o salarios públicos, haciendo extensible y normalizado el uso de
la moneda. También han realizado algunas observaciones sobre la creación de dinero crédito que realiza la banca de
manera endógena al
realizar sus préstamos, a los que se asocia la apertura de nuevas cuentas
corrientes que son, en definitiva, dinero nuevo. Estas consideraciones no son
incompatibles con una concepción de dinero-mercancía, propias de la
interpretación marxista más extendida o, incluso, la neoclásica. Merece la pena
también recordar, por otro lado, la explicación ofrecida por Minsky en virtud
de la cual la crisis financieras son de una mayor magnitud y generan un efecto
resaca más fuerte debido a las expectativas desmedidas que se generan en ciclos
económicos positivos donde hay una mayor propensión a endeudarse dadas las
previsiones de rentabilidad que, por el contrario, desaparecen en el ciclo
negativo.
Sin embargo, la
escuela postkeynesiana
se desliza hacia una suerte de abstracción en tanto que traslada las razones
últimas de las causas principales al espacio del Estado o al de las finanzas,
dándole una importancia subordinada –o incluso denegando- a la dinámica de las
relaciones de producción, y dejando al margen el papel de los ciclos, al menos
los de largo plazo.