3. LA UNIÓN EUROPEA: ENTRE EL VIEJO Y UN NUEVO MUNDO
MULTIPOLAR.
La UE ha dejado de ser
una gran potencia en el concierto internacional. Aun siendo un gran mercado
rico, en términos comparados, y conteniendo en su seno a países muy poderosos,
ha perdido su influencia internacional. Desde la IIGM estuvo subordinada a los
EEUU, haciendo de frontera con la URSS. Posteriormente amplio su mercado hacia
el Este y generó un espacio institucional innovador, cada vez más pautado por
la hegemonía alemana. Actualmente, el avance comercial y económico de China, el
papel más activo de Rusia, y la respuesta agresiva en términos comerciales
proteccionistas y militares de los EEUU, deja entremedias a una Unión Europea
desamparada, que ve, además, como varios de sus miembros han decidido acabar
con su pertenencia al marco de la UE, como sucede con el Reino Unido.
Ante estas circunstancias,
la UE titubea entre proseguir su alianza con los EEUU, que le exige redoblar
sus esfuerzos en inversión militar y que ya le impone nuevos aranceles, y mirar
con indulgencia ante viejos competidores o adversarios como son China o Rusia. Mientras
tanto, la UE no deja de ser un bloque colonialista en lo económico en los
países del Sur.
A nuestro juicio, Europa
ha de cambiar en su naturaleza interna como adoptar una actitud sumamente
diferente a su exterior. Los pueblos europeos no pueden someterse a ningún
imperialismo o subimperialismo (como el que representa Alemania), y deben
plantearse hacer otra Europa y
relacionarse de manera solidaria con los Países del Sur, primero, quitándole el
pie del cuello, después, estableciendo lazos sinceros de cooperación.
El cambio de la
naturaleza de Europa pasa porque los países y pueblos que se decidan a
plantearlo, quizá comenzando por los Países del Sur de Europa, abran puentes
hacia el Sur del Mundo, comenzando por América latina, pero también hacia pueblos
de otros continentes, con el propósito de construir un polo emancipado de
desarrollo endógeno solidario.
Mientras esto no suceda,
Europa estará atrapada por dos polos competitivos muy agresivos con los que
sólo puede perder y proseguirá acelerando su declive. Su dependencia militar de
EEUU, su dependencia de materias primas con Rusia, Oriente medio o el Norte de
África, o su inferior competitividad con la economía china, sólo pueden revertirse,
desde la autonomía, el desarrollo sostenible y el comercio justo con los países
del Sur, y estableciendo lazos cooperativos a escala internacional.
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