25/4/20

¿Del plan Marshall soñado a la farsa de los Pactos de la Moncloa?



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Daniel Albarracín Sánchez y Mats Lucía Bayer. Abril 2020
https://vientosur.info/spip.php?article15909



.     ¿Hacia una mutualización europea de la deuda?



El pasado 5 de abril, Pedro Sánchez reclamó un gran pacto europeo equivalente en términos políticos al Plan Marshall, que EEUU desarrolló durante cuatro años desde 1948 apoyando a la Europa Occidental aliada para facilitar su reconstrucción, la influencia norteamericana y acabar con las barreras al comercio. Aquello fueron transferencias directas, para recuperación industrial y la reactivación económica, y para evitar la sombra soviética.


Mientras tanto se ha abierto un debate, por parte de los neo- y post-keynesianos, sobre la posibilidad de mutualizar deuda, apelando a la solidaridad europea, mediante la emisión de coronabonos. Esta formulación, que reedita la vieja propuesta de los eurobonos, supondría una vía de financiación de los costes de la crisis y una potencial herramienta para la reactivación posterior. La idea de los coronabonos supone mancomunar deuda a escala europea, con el respaldo de todos los miembros participantes, reduciendo las primas de riesgo, aportando más quien tuviese más capacidad para hacerlo, y poder apoyar a Estados, sectores o territorios que lo necesitasen, condicionado a que se emplease para inversiones sociosanitarias o para la recuperación económica.

22/4/20

El virus de la obediencia a la arquitectura económica europea.

Mats Lucía Bayer y Daniel Albarracín Sánchez
https://vientosur.info/spip.php?article15900
18 de Abril de 2020.




1.       El Covid19 como desencadenante de la crisis y los factores determinantes de la depresión económica


“Esta es una crisis sin precedentes, mucho más grave que la del 2008”. Estas fueron las palabras que pronunció Christine Lagarde, presidenta del BCE, en la mañana del 9 de abril, durante su entrevista en el programa matutino de la radio francesa France Inter. Acto seguido, recalcó que los países europeos iban a estar preparados para asumir esta crisis si respetaban el marco de la UE. El equipo de investigaciones del banco Uni Credit publicó un informe el 5 de abril en el que insiste igualmente en la magnitud de la crisis, poniendo de relieve las oportunidades de crecimiento que se abrirán tras los períodos de cuarentena (condicionados, según este banco, a que el BCE no pare de inyectar liquidez). Mientras que Lagarde subraya que los efectos de la crisis serán muy diferentes según los tipos de empresas, los actores financieros, como el citado banco, ya preparan su siguiente paso para reforzar sus posiciones. Todo depende de a quien le preguntemos.


Que a la pandemia se haya sumado ahora la recesión nos ha sumido desde hace semanas en una avalancha de informaciones, a menudo contradictorias. Así, en algunos medios se pretendía dar una sensación de seguridad, incluso de esperanza, querían creer que tras la fuerte caída de la producción durante la pandemia podría darse un efecto rebote. Las previsiones más realistas, incluyendo a las de la presidenta del BCE, contradicen claramente la idea de que el impacto económico tendrá la forma de una “V”. Las condiciones para una crisis de largo alcance están dadas, lo estaban incluso antes de la pandemia del Covid-19.

16/4/20

¿POR QUÉ UNA PLANIFICACIÓN (ECO)SOCIALISTA Y DEMOCRÁTICA?.


Daniel Albarracín. 16/04/2020

Comisión de Economía Política de Anticapitalistas.

 https://vientosur.info/spip.php?article15874
Se puede aquí el video de la charla y el debate asociados:
https://youtu.be/DL44iFmw3JM



Me gustaría tratar una hipótesis que para muchos, desde hace décadas, se ha querido presentar como anacrónica: Me refiero a las ventajas que podría ofrecer una solución basada en un modelo económico de planificación democrática y ecosocialista. 

Posiblemente, una propuesta así en este preciso momento, por la envergadura de la crisis y desafíos que el mundo atraviesa se pone de nuevo de actualidad. Aparte de ser, posiblemente, la mejor vía para intentar superar los problemas que vivimos…

Con la conmoción que ha causado la crisis coronavirus, hay muchos que esperan una mayor intervención del Estado en la economía. Estos creen que el nuevo escenario podría traer un cambio en las reglas de juego en la sociedad. Ahora, el Estado siempre fue la institución protagonista en la historia del modo de producción capitalista, dándole forma, cuerpo legal, y orden para que la economía de mercado fuese estable y funcionase de algún modo no del todo irracional. Por lo tanto, no basta con hablar de más o menos Estado, sino que de lo que se trata es de estudiar de qué Estado estamos hablando. 

En el marco del capitalismo se da la articulación de una determinada forma de Estado (burgués) y una determinada forma de mercado (capitalista), que también han tenido modalidades y relaciones entre sí diferentes según cada época y país.


Las limitaciones del Mercado (capitalista) 


Fijémonos ahora en esa institución llamada mercado, que en su formato actual, podríamos llamar, siendo necesario los apellidos, como mercado lucrativo.

Los liberales clásicos, ensalzaban la nueva sociedad burguesa justificándola por las siguientes virtudes
  • ·  Para ellos, la propiedad de los medios productivos (la riqueza) se legitima por el trabajo realizado para conseguirla. 
  • ·En su opinión, el libre mercado de competencia perfecta asigna óptimamente los recursos disponibles.
  • ·   La libre iniciativa empresarial y la búsqueda del interés propio da como resultado la mejor toma de decisiones individual y la mejor solución de conjunto.

15/4/20

¿Qué es el MEDE y por qué debería importarnos?.


Daniel Albarracín | Que si los eurobonos son mejores que el MEDE, que si Italia no quiere oír hablar de este último porque su mero nombre ya estigmatiza a quien lo cita, que si Países Bajos no se bajan de ese carro o que si Alemania acepta recurrir al MEDE pero sin que se apliquen sus condiciones habituales. Llevamos semanas oyendo hablar de esas cuatro siglas, pero ¿qué es el MEDE?
 
¿Qué es el MEDE?
MEDE es el Mecanismo Europeo de Estabilidad (o ESM por sus siglas en inglés). Es una institución financiera internacional creada en 2012 por los propios Estados Miembro de la zona euro en plena crisis fiscal y de la deuda. Vino a sustituir y perfeccionar el anterior mecanismo de Facilidad de Estabilidad Financiera Europea (FEFE) creado en mayo de 2010 para canalizar los préstamos a países de la UE en crisis tras el crack de 2008.
Con sede en Luxemburgo, el MEDE es una institución intergubernamental, bajo derecho internacional público, cuyas decisiones se toman en base a las aportaciones: quién más dinero aporta, más peso tiene en su funcionamiento. El objetivo del MEDE es proporcionar apoyo a la estabilidad a través de una serie de instrumentos de asistencia financiera a los Estados Miembros que estén experimentando o se encuentren amenazados por graves problemas de financiación. Para ello, el MEDE recauda fondos entre sus miembros, emite bonos en el mercado de capitales y realiza transacciones en el mercado monetario.
 
¿Qué implicaciones políticas tiene?
En la práctica, el MEDE es un fuerte instrumento financiero con una elevada capacidad de préstamo que, además de intereses, tiene como contrapartida la aceptación, por parte de los países que reciben esa línea de crédito, de una serie de condiciones. Estas condiciones, recogidas en un Memorándum de Entendimiento (MoU, en inglés, popularmente conocidos como “rescates”), consisten en reformas fundamentales en su aparato productivo y normativa económica. Todas de ellas de inspiración neoliberal y semejantes a los Planes de Ajuste Estructural que organismos financieros internacionales como el FMI o el Banco Mundial impusieron durante década a los países del Sur Global a cambio de “refinanciar” sus deudas públicas.

Coloquial pero crudamente podríamos definir al MEDE como el brazo financiero de las políticas de ajuste estructural que desde la UE ha impulsado la Troika (Comisión Europea + Banco Central Europeo + FMI) durante la última década, especialmente en los Estados Miembro de la periferia europea, y que han sufrido en primera línea las clases populares. Con su potente capacidad de préstamo, el MEDE es un instrumento necesario de condicionamiento de la soberanía económica y de la orientación de la política económica de estos países (privatizaciones, liberalizaciones, fiscalidad regresiva), cuyos resultados conocemos en la práctica como “recortes” y “austeridad social y salarial”.

Durante sus primeros años de vida, los préstamos del MEDE se destinaron principalmente a que los Estados Miembro más golpeados por la crisis financiera “rescatasen” a parte de su sistema bancario privado, asumiendo sus deudas y por lo tanto socializando sus pérdidas, que pasaron a engrosar la deuda pública, que creció hasta convertirse en un problema macroeconómico que justificó nuevos préstamos y nuevas reformas/recortes.
 
El MEDE en tiempos del Coronavirus (si no lo evitamos)
En los últimos años, tras salir del primer plano mediático, el MEDE ha estado envuelto en un debate más amplio sobre las grandes reformas pendientes de la Unión Económica y Monetaria. Esto es, de la UE realmente existente que surgió tras el Tratado de Maastricht.
Informes del Parlamento Europeo, propuestas de la Comisión y decenas de reuniones del Eurogrupo después, su reforma sigue estancada. Pero más allá de las diferentes posturas entre países, de los sueños federalizantes de la eurocracia neoliberal y de los proyectos estratégicos del ordoliberalismo más salvaje, ninguna de las propuestas sobre la mesa pretende avanzar en un sistema de garantía de depósitos que proteja a los pequeños ahorradores, ni en mecanismos de amortiguación automáticos, ni en estabilizadores anticíclicos ni en transferencias redistributivas entre Estados y regiones cada vez más desiguales.

La falta de consenso truncó que el MEDE se convirtiese en un Fondo Monetario Europeo, un instrumento que federalizase la orientación neoliberal a escala de la UE. Aún así, bajo su actual formato intergubernamental no deja de ser una herramienta de chantaje para la soberanía económica de los pueblos y un látigo financiero para quien deba rendirse a la solicitud de sus préstamos.

La UE realmente existente, no la que encontramos en los mitos de los “padres fundadores” ni en las habituales bonitas palabras de la burbuja bruselense, no nació ni para la democracia ni para atender las necesidades de sus pueblos, sino del capital. Y así se empeña en demostrarlo y recordárnoslo cada día. Como por ejemplo en plena pandemia del Coronavirus, donde los intereses de las élites, el negocio de los bancos privados que gestionarán esos “rescates” y la profundización de la agenda de reformas neoliberales pendientes pesan más que la salud de la población o el futuro de quienes sufriremos en primera línea la crisis económica y social que vendrá.

Las y los de abajo tenemos que comenzar a levantar otra Europa, con otros Tratados y otras alianzas y mecanismos solidarios. Y para ello también necesitamos construir una solidaridad financiera que levante un mecanismo de inversión socio-ecológico y público a gran escala, redistributivo, favorable a la convergencia real, compensatorio de las desigualdades y socialmente cohesionador, contra-cíclico, creador de empleo y transformador del sistema productivo. Un mecanismo de intervención del sistema bancario para retomar sus activos viables, que proteja el empleo y reconfigure una banca pública con una política financiera prudente al servicio de las necesidades sociales. Otras herramientas para darle la vuelta a Europa.


(Este post es una adaptación sintetizada y actualizada, con permiso de su autor, de un artículo original del economista Daniel Albarracín que puede encontrarse en su blog https://daniloalba.blogspot.com/2019/03/el-fondo-monetario-europeo-latigo.html)