Reseña sobre Ensayo de Economía Marxista, de Fred
Moseley.
(2017, Editorial Maia.)
Daniel Albarracín,
Agosto 2017.
Ante nuestros ojos se muestra una
crisis de una civilización atravesada por contradicciones que polarizan las
sociedades y degradan, como jamás se vio, nuestro planeta. Son estas razones
las que hacen que El capital, la obra
más importante para conocer los aspectos socieconómicos de nuestra
civilización, vuelva a ponerse al día. Más aún, cuando muchos de los
desarrollos, incompletos pero sólidos, de la teoría del monumental genio de
Marx, cobran más sentido hoy día incluso que en el siglo XIX, época en la que
el capitalismo aún estaba en formación.
La obra del estadounidense Fred Moseley
resulta decisiva por muchos motivos y cabe felicitar a Maia por redoblar
esfuerzos por seguir trayendo obras del ámbito marxista fundamentales para
comprender nuestro tiempo. En primer lugar, y a pesar de la titulación
insustancial de esta obra Ensayo de
economía marxista, cabe advertir de
una jugosa y sistematizada aportación de contenido de primer orden.
A este respecto, el curso del
paradigma marxista ha estado afectado por una historia que le ha dado forma,
que implica no sólo numerosos acontecimientos y transformaciones sino también
el trabajo de distintas escuelas e influencias. Desde el dogmatismo simplista y
esquemático de las escuelas soviéticas hasta la vulgarización ricardiana,
pasando por las reinterpretaciones y malentendidos de muchos que tomaron parcialmente
o sesgadamente su obra, el marxismo ha adoptado rutas que muchas veces o bien
poco han tenido que ver con los cambios reales –dando pie a justificaciones
bastardas de intereses políticos creados- y muchas más se han alejado del
espíritu metodólogicoabierto de la obra marxiana.
En este sentido, este trabajo de
Moseley trata sobre El capital, en
especial con una lectura sistematizada del controvertido debate sobre el Libro
III, ofreciendo pistas para interpretar de una manera más unitaria y profunda
sus dos primeros libros. Con esta lectura nos trae de nuevo una vieja pero
relevante disputa originada por las críticas ricardianas sobre el ciclo del
capital y, más particularmente, el problema de la transformación. Sin embargo,
esta obra va más allá y no sólo termina con este falso debate sino que
aprovecha para tumbar los fundamentos de otras escuelas económicas tanto
convencionales como heterodoxas.
También contribuye con una
actualización de la teoría marxista del dinero en el marco de economías con
monedas no convertibles, cubriendo un espacio que la escuela marxista estaba
perdiendo con otras aportaciones de escuelas heterodoxas alternativas.
El libro culmina con un documento
sintético con altas implicaciones políticas que aporta razones para
considerarque la economista marxista y su método de análisis superan por su
capacidad explicativa al resto de paradigmas convencionales de interpretación
económica. Su fuerza como discurso resulta rotunda e incontestable, por lo que
sugerimos su lectura. En esta reseña nos detendremos, no obstante, en sus
aspectos analíticos que se derivan de sus primeros tres capítulos.
El falso problema de
la transformación: una perspectiva macromonetaria del circuito capital-dinero
en el capitalismo real.
El problema de la transformación es
suscitado como objeciónpor los críticos de la teoría de Marx entre la “aparente
contradicción entre la teoría laboral del valor y la tendencia a que se igualen
las tasas de ganancia entre las industrias con composiciones de capital […]
desiguales (pues) parece implicar que las industrias […] deberían tener tasas
de ganancia diferentes” (Moseley; 2017:5). Según aquellos el problema surgiría
porque a Marx se le habría olvidado transformar los insumos de capital
constante y variable de valores a precios de producción, lo que sería
contradictorio, debido a que los “insumos de las distintas industrias son
también los productos de otras industrias, y los insumos no pueden ser
comprados a sus valores y vendidos a sus precios de producción en la misma
transacción”. Moseley argumenta sin embargo que esto no es cierto, ni hubo
olvido, porque el capital constante y el capital variable “no deben ser
transformados”.
De tal manera, que, si
comprendemos el método lógico de Marx se nos estaría presentando un problema
que no es tal. Sraffa y los neorricardianos seguirían un método que ni entiende
la manera de proceder de Marx y que difiere con él sustantivamente, en tanto
que aquellos conciben la transformación de valores-trabajo individuales en
precios de producción individuales, suponiendo que la tasa de ganancia se
determina simultáneamente con los precios de producción tanto de insumos como
de productos.
En primer lugar, Marx, mediante
su estudio del circuito capital-dinero (D-M…P…M’-D+d’) no persigue
principalmente el cálculo de precios individuales sino, más bien, mediante una
aproximación macroeconómica, comprender la extracción del plusvalor total
entendiendo la “economía como un todo” (Moseley; 2017:7).
En segundo lugar, el Libro I,
frente a la interpretación mayoritaria, no aborda su análisis sólo desde las
cantidades de trabajo, sino que su teoría trata sobre el dinero desde su
comienzo, entre otras cosas, porque su fin último es comprender como una
cantidad inicial de dinero D pasa a ser convertido al final en una cantidad
D+d’, esto es, la ganancia. Vale decir, la conversión de dinero en capital,
posible por la explotación del plustrabajo de los trabajadores. El dinero es,
en todo momento, la “forma de apariencia necesaria del trabajo abstracto”, y
por tanto la teoría de Marx opera siempre con cantidades que dinero que
“representan, y que están determinadas por, cantidades de tiempo de trabajo”.
Esto es, ni opera con bienes físicos heterogéneos, que causaría problemas metodológicos
de agregación, como en el que incurrirían los economistas neoclásicos; ni se
desprende del tiempo histórico real en el circuito del capital-dinero, como
haría Sraffa;ni desdibuja el concepto de ganancia, como hacen los keynesianos
al convertirlo en una variable ad hoc
o expectativa anímica, o Kalecki, que la hace variable dependiente de la
inversión –dándole la vuelta a su relación-.
De tal modo que, frente al
cálculo basado en cantidades físicas de insumos y productos de la teoría
sraffiana, Marx, acertadamente, comienza sus cálculos empleando el dinero como
medida, que es precisamente con lo que cuentan los capitalistas al comienzo del
proceso, tomándolo como dato tanto en la teoría del plusvalor total del Libro
I, en su dimensión macro, como en la teoría de los precios de producción del
Libro III, en su dimensión micro. Moseley observa que el adelanto de
capital-dinero se realiza en la esfera de la circulación, antes de la
producción. Sencillamente, lo que observan los sraffianos ni corresponde ni
sería apropiado.
En la obra de Marx, frente a las
aproximaciones analíticas convencionales, se parte de una perspectiva
macromonetaria como método lógico, en términos hegelianos, a la hora de
estudiar los precios de producción. Marx lo aborda con dos niveles de
abstracción. El primero consiste en estudiar la extracción de la producción de
plusvalor como un todo, que será analizada previamente para determinar la tasa
general de ganancia –determinante a su vez de los precios de producción- antes
de su división en partes; para dar lugar después al examen de la apropiación y
distribución del valor y del beneficio, principalmente en el proceso de
competencia intercapitalista (ganancia comercial, interés y renta).
El esquema entraña comprender la
economía capitalista real como un sistema único, primero analizado a nivel
macro y luego a nivel de sus industrias individuales, siguiendo una
determinación secuencial, y por tanto no simultánea como harán otras escuelas
respecto a la comprensión del ciclo del capital.
Según Moseley, no hay un sistema
dual de análisis, en virtud del cual se trataría de un sistema de valores en
los libros I y II y un sistema de precios en el libro III, que estimaría que a
largo plazo, en el primer sistema en valores” los precios de individuales son
iguales a sus valores, y que en el “sistema de precios” los precios de
equilibrio son iguales a los precios de producción. No, “en la economía
capitalista real, los precios de equilibrio de largo plazo de las mercancías
son iguales a los precios de producción y no a sus valores” (Mosely; 2017; 21).
Así, en el libro III, Marx
explica de manera más completa las cantidades reales dadas tanto de capital
constante como del variable. Estas tienden a ser iguales a los precios de
producción de los medios de producción y medios de subsistencia, y no iguales a
sus valores. En cualquier caso, lo cruciales que las cantidades reales de
capital-dinero adelantado para comprar los medios de producción y fuerza de
trabajo en la esfera de la circulación, siguen siendo las mismas. Los precios
de equilibrio a largo plazo dependerían, de manera principal, de los tiempos de
trabajo, algo que se trata en el Libro I, sobre todo para explicar los precios
de la fuerza de trabajo y medios de producción de una manera provisional; pero
también de la igualación de la tasa de ganancia entre las industrias, precisión
que desarrollará en el Libro III.En este examen más completo ya incluirá el
efecto de la transferencia de valor a las mercancías por el capital constante
en un periodo determinado, en forma de capital-dinero adelantado como magnitud
conocida y actual (y no su costo histórico[1])
y que no tiene por qué ser igual al valor de los medios de producción, al igual
que resta del valor nuevo magnitud de capital dinero adelantado para comprar
fuerza de trabajo y que tampoco tiene por qué coincidir con el valor de los
medios de subsistencia (Moseley; 2017:43). Lo que conduce a la implicación de
que la ganancia total real no se explica sólo por el plustrabajo.
La teoría de Sraffa, por el contrario,
resulta inconsistentey parte de supuestos irreales (Moseley; 2017: 47), aun
cuando numerosas críticas que realiza a la teoría neoclásica sean correctas.
Primero, porque falta una consideración del intercambio de salario monetario
por fuerza de trabajo, base de una economía capitalista; segundo, porque está
ausenteen su consideración el intercambio entre el capital-dinero y los medios
de producción, tratados como meras cantidades físicas por Sraffa, cuando todo
medio de producción entra en el proceso de valorización como mercancía con
precio; tercero, porque no es real ni apropiado que se determinen
simultáneamente las variables del circuito de capital-dinero, entre otras cosas
porque D preexiste a D’+d, de tal modo que ha de seguirse una lógica
secuencial, y que de no hacerse así tampoco haría posible la lógica
determinación previa del plusvalor total.
No nos encontramos, así, con una
teoría de “mercancías que son producidas por mercancías” sino que las
mercancías son producidas por el capital, que no es otra cosa que un proceso
creador de dinero (Moseley; 2017:47).
El manuscrito
económico de Marx de 1864-65 y las correcciones de Engels al Libro III.
El capítulo que aborda persigue
una comparación analítica entre el texto que publicó Engels, en base a la
reorganización y correcciones de éste, y el manuscrito original de Marx, que
contiene el único borrador completo de Marx del Libro III, cuya publicación
será posible por el proyecto MEGA, que reúne la colección de las elaboraciones
de Marx y Engels en alemán.En él se hace un análisis propio de marxólogo al
tiempo que destila algunas conclusiones analíticas, sobre el arduo trabajo de
Engels y sobre las consecuencias del texto en su concepción inicial. Un
ejercicio necesario para desentrañar la obra de Marx.
El propósito de este borrador no
es otro que el desgranar las formas particulares de aparición del capital y el
plusvalor, esto es, como se apropia y distribuye. Si en el libro I se trata la
unidad del proceso de producción, y en el libro II el proceso de circulación,
el libro III trata los conceptos de ganancia, ganancia media, capital comercial
y ganancia comercial, capital que devenga interés e interés, capital
terrateniente y renta, o dicho de otro modo más general, la división entre
ganancia industrial, el interés y la renta. Todas ellas procedentes del
plustrabajo de los trabajadores. La magnitud del plustrabajo estaría
predeterminada con el capital total adelantado, y no con el capital variable
–fuente de plusvalor-, al transformarse el plustrabajo en ganancia, por la que
disputan o se reparten los miembros de la clase capitalista. A este respecto,
David Ricardo cometería la equivocación de identificar plusvalor y ganancia,
algo que Marx superaría. Así la tasa de ganancia dependería de la tasa de
plusvalor, así como de la relación proporcional entre capital variable y
capital constante. Esta última relación se formará como concepto en este
trabajo, acuñando el término de composición orgánica de capital y otras
definiciones como composición técnica del capital, composición en valor del
capital y composición orgánica. La composición orgánica del capital puede ser
distinta entre industrias, sea bien por diferencias en la composición técnica
del capital o por diferencias en los valores de los medios de producción.
Según Marx, cada industria recibe
la misma tasa general de ganancia sobre el capital invertido en dicha
industria, siendo prerrequisito conocer esa tasa para determinar los precios de
producción.
Es en su capítulo tres donde
encontramos una corrección de Engels notable, cuando se trata la cuestión de la
teoría de la tasa decreciente de la tasa de ganancia. Es responsabilidad de
Engels, y no de Marx, la inclusión de redacciones que podrían una lectura
sumaria hacia el descenso, cuando en el original puede encontrarse una idea de
tendencia que podría comprender un campo de fuerzas no mecánico y una tendencia
no cerrada a largo plazo. En cualquier caso, este texto resulta clave para
cualquier teoría del ciclo, exigiéndose una recuperación de la tasa de ganancia
a niveles superiores a los precedentes para reactivarse la acumulación, algo
que requiere normalmente o bien una devaluación del capital –quiebras
generalizadas- o bien un ascenso de la tasa de plusvalor –fruto de la lucha de
clases-.
A su vez, se ensaya aquí el papel
de otros elementos decisivos para una teoría de la crisis, en especial el papel
del crédito y de la deuda (Moseley; 2017:88). El crédito desempeña varios
papeles que desarrollan la dinámica capitalista al mismo tiempo que aumentan
sus contradicciones (Moseley; 2017: 99). Ahora bien, Moseley recuerda que, por
ejemplo, sobre la cuestión de la moneda, los bancos no pueden emitir moneda más
allá de un límite –sobre este asunto volveremos más adelante-.
También en este borrador se
muestra clara y técnicamente la posibilidad de que la tasa y la masa de
ganancia pueden no siempre evolucionar en el mismo sentido.
También examina la distribución
entre ganancia industrial (entendiendo a esta a toda la cadena de valor
extractiva, productiva y comercial), interés o renta, no guardan una ley
universal. A este respecto, Marx observa que el tipo de interés simplemente
está “determinado por la relación entre oferta y demanda de fondos prestables
en el mercado de dinero”, algo que dirá en el capítulo 5. Sobre la renta, en el
capítulo 6, los terratenientes detraen parte de la ganancia merced a su
propiedad monopólica sobre la tierrahasta el punto de hacer posible
plusganancias, sin recurrir a la idea arbitraria de la productividad
decreciente agrícola. La porción que se apropia la renta no entra en la
igualación de las tasas de ganancia entre industrias, sustrayendo esta parte
del plusvalor bruto en el numerador de la tasa de ganancia. El capítulo 4,
vendrá a explicar cómo, aunque el capital productivo produce valor y plusvalor,
el capital comercial toma su parte del plusvalor total mediante la ganancia
comercial, reduciendo el plusvalor del resto de sectores.
Otro punto relevante, que ha
conducido a confusión, es que Engels interpretó que el libro I se dedicó a la
“producción mercantil simple”, como si abordase una etapa histórica inicial,
algo que siguieron numerosos autores posteriores, como Kautsky. Frente a esta
interpretación, Moseley concluye con su análisis de este texto, que los tres
libros guardan una unidad cuya diferencia consiste en un nivel distinto
temático o de profundización didáctica.
En términos generales, Moseley
concluye, que el trabajo de Engels fue en general válido, sobre en todo en su
organización, aunque introduce interpretaciones que inducen a confusión a la
hora de interpretar el papel de los tres libros así como dar cuenta de las
implicaciones en la teoría de las crisis y ciclos. Con todo, la obra de El capital tiene aspectos pendientes de
desarrollo, en especial, según Moseley, la relación entre la tasa de ganancia y
tasas de plusvalor, una exposición más completa y definida de la teoría de los
precios de producción, que ha dado pie a discusiones bizantinas; una teoría del
capital comercial más completo; y un análisis más amplio del sistema crediticio
y de la formación de la renta de la tierra.
La interpretación actualizada para una teoría marxista del Dinero.
Moseley (2017:127), posiblemente,
sea uno de los autores, junto con Costas Lapavitsas, que mejor ha sistematizado
y actualizado la teoría marxista del dinero con más consistencia. El autor
aborda el papel del dinero no mercancía, precisamente para un contexto
histórico en el que el dinero es o bien fiduciario, esto es, está respaldado
únicamente por el gobierno al establecer la política monetaria, y no por oro;
o, mayoritariamente, es dinero crédito no convertible, vale decir, es producto
de las operaciones de préstamo de la banca privada.
En sus escritos Marx advierte,
como hará la teoría cuantitativa, que si el gobierno pone en circulación más
moneda los precios se incrementarían acorde a ello si bien, y en esto difiere
con la teoría neoclásica, la expresión
monetaria del tiempo de trabajo (MELT, en sus siglas en inglés, que sería
“la cantidad de valor monetario producido por una hora de trabajo”) se
encontrará mediando indirectamente en su formación. Para Marx, para el caso del
dinero mercancía, como sucedía con el
patrón oro, “el precio de cada mercancía es el producto de la cantidad de horas
de trabajo socialmente requeridas para producirla y la cantidad de valor
dinerario producido por hora”. Según esta interpretación, “el nivel de precios
no está determinado por la cantidad de dinero en circulación (como en la teoría
cuantitativa) sino que la cantidad de dinero oro en circulación está
determinada por la suma de los precios junto con la velocidad del dinero” (Moseley;
2017:130), ajustándose la cantidad de dinero en circulación a la suma de los
precios, o “necesidades de la circulación”, por el atesoramiento y/o cambios en
la velocidad del dinero[2].
Según esta aproximación, la “expresión monetaria del tiempo de trabajo”
establece una relación entre el valor monetario total añadido en un periodo
dado y el total del trabajo vivo empleado contemplando que se produce también
una transferencia de valor igual a los precios de los medios de producción
consumidos en dicho periodo (Moseley; 2017: 132).
Para el caso de una economía que
no se rige por el patrón oro puede avanzarse basándose en los estudios de Marx en diferentes fragmentos de
su obra (Moseley; 2017:134) en los que trata sobre el dinero fiduciario no convertible emitido por el gobierno. Moseley
demuestra algebraicamente, desarrollando la teoría de Marx, que para el caso
del dinero fiduciario inconvertible la expresión monetaria del tiempo de
trabajo (MELT) no depende del valor del oro, esto es del tiempo de trabajo
contenido en una unidad de oro. Así la MELT depende sencillamente del papel
moneda puesto en circulación multiplicado por la velocidad del dinero dividido
por la cantidad de trabajo vivo empleado[3].
Esta situación es extensible,
según Moseley, al caso del dinero
crediticio inconvertible, dinero creado por la banca privada al crear
relaciones de deuda, fenómeno que explica la mayor parte de creación de dinero
hoy día, y no la creación de papel moneda. Para este caso se aplica la misma
fórmula. Ahora bien, si bien en el caso del dinero fiduciario la cantidad de
dinero en circulación (Mp) es parcialmente exógena (la determina el gobierno, o
el banco central), en el caso del dinero crediticio es más complejo, al ser
principalmente endógena. En su determinación influyen “la dinámica de la
acumulación del capital (tasa de crecimiento, fluctuaciones cíclicas, tasa de
interés, etc.) y también varios factores históricos e institucionales (como los
diferentes tipos de sistemas crediticios” (Moseley; 2017:141), siendo un
fenómeno que debe seguir siendo estudiado para completar su comprensión, aunque
para su medición expost sea posible
dimensionar la cantidad de dinero creditico en circulación y la cantidad de
tiempo de trabajo socialmente necesario incorporado a una economía concreta; su
cociente determina la cantidad de dinero crediticio que representa una hora de
tiempo de trabajo socialmente necesario, esto, la MELT.
[1] Algo que
si bien no influye en el problema de la transformación sí influye en la
dinámica de la tasa de ganancia.
[2] P=MELT*L
[3] MELT=Mp*V/L
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