https://vientosur.info/spip.php?article14565
El “sistema solar complejo” que se había configurado,
basado en la complejidad y pluralidad tensa de las fuerzas del cambio, nucleada
por una fuerza política principal, ha mutado. El detonante ha sido la lucha por
Madrid. Por su importancia como feudo, por el estallido de pactos muy frágiles,
por la incompatibilidad de estrategias, por la falta de cintura de unos y de
otros, o porque hay una huida de supervivencia.
Podemos ha dejado de ser la estrella sobre la que
orbitaban el resto de planetas que configuran las fuerzas del cambio. Un modelo
jerárquico, tacticista, parcialmente deslegitimado, con cada vez menos bases vivas
en su seno -haciendo de los órganos del partido un aparato de promoción de
personas a cargos públicos-, que adopta el bonapartismo a la interna, la
estrategia de grupo de presión al PSOE a la externa, restringiendo los
horizontes de cambio, ha quebrado. El estilo hipercompetitivo de Podemos,
fundado sobre la promoción mediática de personajes y la comunicación política,
ha llegado a su extenuación en cuanto a su capacidad de movilización y cambio.
Lo político, tal y como lo entendemos desde su plano
transformador, ha de jugar un papel para cambiar la cartografía política
mediante el debate público, la agenda de propuestas y la organización social.
Pero una vez que Podemos renuncia a esta estrategia y se repliega a resituarse
en espacios preconcebidos -la adaptación al sentido común, y no el diálogo con
él-, se encuentra con esa paradoja. Centrándose en un sentido común de
laboratorio, discutido en los consejos ciudadanos y parlamentos, como un bunker
alejado de la sociedad, acosado por los medios y otros poderes, se ha perdido
toda la energía y las razones que auparon a nuestra meteórica formación. Pero
contamos con más personajes públicos que nunca.
Así las cosas, los proyectos políticos fueron sustituidos
por personajes públicos, y los personajes públicos por la promoción de marcas.
Las marcas ya no concitan la confianza suficiente. En esa tesitura, los
personajes públicos construidos por esta maquinaria comunicativa corren el
riesgo de autonomizarse de los procesos colectivos. Su materialización: la
personalización de la política y la política de gestos en Madrid, consecuencia
natural extrema de toda una trayectoria cuyo origen está en el carácter
hipertrofiado de Podemos. Aún con todo, el conjunto de síntomas rezuma en toda
la cartografía del Estado español.
Ahora, los movimientos de esas personalidades públicas
reúnen un sentido político, no puede reducirse todo a su psicología, carisma o
iniciativa. Representan una conducta alineada con una orientación política, muchas
veces resultado de conflictos de fondo mal debatidos y mal resueltos. La
cuestión del modelo de Estado, la política de alianzas, qué relación con los
sujetos y movimientos sociales, la tensión entre la gestión y la elaboración de
proyectos políticos amplios, explican la naturaleza de los conflictos que
abren, después de 5 años, un proceso de fragmentación -por territorios, por
formaciones- que se expresa, con la ruptura del errejonismo, en esta
bifurcación. De momento su expresión se acota a Madrid, presenta una
confrontación más bien personal-competitiva (Podemos no cuestiona el
carmenismo, pero sí al errejonismo), dado que no se expresa en términos de
diferencias políticas de fondo.
¿Qué efectos puede tener esta bifurcación?.
¿Qué efectos puede tener esta bifurcación?.
Hay que valorar, sin alarmarse, los posibles efectos de
la bifurcación en Madrid.
Algunos estudios (centrados en la famosa pérdida del
millón de votos) mostraban una conducta del electorado progresista muy
singular: se trata de un electorado conformado en dos espacios, uno más a la
izquierda, y otro más moderado. Si la propuesta política es una alfombra, si se
mueve a la izquierda, se pierde electorado moderado, si se hace al centro, se
pierde por la izquierda. He ahí la tragedia sufrida en 2016 que, con todo,
obtuvo 71 escaños, pero que fracasó ante las expectativas levantadas.
El riesgo más grande al que se enfrentaban las fuerzas
del cambio ha sido y es la abstención, fruto de un rechazo mutuo entre
fracciones de la izquierda, por proyectos políticos cuyos vectores de fuerzas
se anulaban parcialmente entre sí, y por el hartazgo y la distancia que suponen
una línea errática. Quizá ahora se libere ambos vectores, en diferentes
direcciones, y ambas puedan atraer mejor a ambos segmentos del electorado
progresista. El sistema d’Hont, en este caso, no castigará más que a las
formaciones conservadoras. Da la casualidad que Madrid por contar con una
comunidad y un ayuntamiento con muchos diputados y concejales y mucha población
votante en una única circunscripción, ofrece un sistema, si se supera el 5%,
bastante proporcional.
La bifurcación permite explorar dos hipótesis “progresistas”
en litigio:
·
la hipótesis del
transversalismo y los discursos que se presentan como “marco ganador”, con
una adaptación moderada de las propuestas, una comunicación política más
amable, y un colaboracionismo con el PSOE (la “competitividad virtuosa”). Esta
hipótesis sigue pensando que es posible reconstituir una sociedad de clases
medias aspiracionales en torno al aparato del Estado, en base a la atracción
lenta pero cierta del clásico electorado socialista hacia posiciones menos
socialiberales y más socialdemócratas.
·
La hipótesis de la
polarización social fruto de la tendencia creciente a la desigualdad y la
crisis económica recurrente, en un entorno donde hay un comportamiento
pro-privilegios que está animando a la reacción, pero también una mayor demanda
de soluciones a la altura de los problemas. Esta hipótesis plantea construir
proyectos políticos con propuestas programáticas transformadoras de fondo, con
una alianza con los movimientos sociales y obrero, y que muestre su cara más
impugnadora.
En mi opinión, al menos en Madrid, hay espacio para
explorar ambas hipótesis. Hay cabida para dos grupos parlamentarios, superando
el 5% ambas. Paradójicamente, la bifurcación puede dar la razón a ambas. El
errejonismo-carmenismo puede movilizar a un electorado moderado que existe en
Madrid en número suficiente. Esta línea de bifurcación, quizá, podría alinear a
otras fuerzas políticas de perfil próximo: Actúa y Equo, mas institucionales o
moderadas en lo político. Quizá no ahora, pues Errejón no ha admitido a Actúa,
pero quizá más adelante. Puede que consigan atrapar electorado socialista. Pero
tendrán enfrente al electorado tanto “fan” de Podemos, como al que está más a
la izquierda, o aquel que ya no le basta con la retórica, que espera algo más
contundente, en lo que pueda reconocerse y participar. No se puede calibrar de
antemano, porque el efecto desunión puede castigar (hacia el PSOE, hacia
fuerzas emergentes conservadoras o la abstención), pero también puede que
movilice a un electorado moderado desencantado con Iglesias o IU.
Podemos si se define por algo, con la actual dirección,
es porque, mientras muestra un rostro adusto y huraño, al mismo tiempo acepta
los horizontes del errejonismo: para ellos sólo cabe pensar en una cooperación
con el PSOE para alcanzar cargos de gobierno. Aceptar a Carmena en el
ayuntamiento, sin competir con proyecto semejante, supone abrazar esta
hipótesis entre lo electoralista, el personajismo y el adaptacionismo posibilista.
Lo que demuestra la rivalidad contra Errejón en la Comunidad, es, por el
momento, más bien una competencia por el liderazgo, no de proyectos.
Izquierda Unida, aunque guarda un discurso más impugnador,
está moldeado por una restricción material que lo ata y subordina a lo lógica
electoralista-institucionalista: sus deudas económicas. Sin embargo, al hacer
necesidad virtud, al verse rechazado por el errejonismo, presentará candidatura
probablemente. Quizá sea una oportunidad para liberar fuerzas para un proyecto
más radical, siempre y cuando su aparato se vea superado por sus bases, porque esa
dependencia le sigue definiendo como un socio de difícil consistencia. Esperamos
que IU decida lo mejor, y creemos que es posible que así sea.
Sin embargo, esta bifurcación también muestra la
existencia de más actores entre las fuerzas del cambio. También relativiza esa
pugna en la dirección populista-verticalista, porque con este movimiento todas
las fuerzas tienen la opción de pronunciarse e, incluso, liberar fuerzas para
que, desde este envejecimiento prematuro de lo nuevo, surja algo diferente. De
lo que se trata es, ¿el qué, con quién y para qué?.
Hay un espacio, al menos en Madrid, que hay que abonar y
construir: el de un polo social antiestablishment.
En estos momentos, este espacio se puede activar desde Anticapitalistas, los
movimientos expresados en La Bancada, y deseado por una gran parte de las bases
de IU, con fórmulas que tuvieron su éxito en el primer Ahora Madrid. Mucha
mucha gente aburrida de la política porque no se la llama a participar, porque
no se cuenta con ella, porque no se plantean ideas fuerza impugnadoras, también
podrá sumarse en un futuro, si se brindan los cauces. En mi opinión, tendrá
mucho recorrido, aunque no necesariamente se exprese en las elecciones de Mayo
como nos gustaría, porque exige una labor paciente de sembrado, germinación y
cosecha.
Las bases materiales para la polarización están sentadas,
se van a desarrollar. Ante ellas, si no se hace nada la tendencia es a la
reacción para competir por los recursos escasos, o conservar los privilegios.
Se trata de construir un proyecto solidario, democrático, participativo y
ecosocialista, basado en la inteligencia y el cuidado colectivo, contra los que
concentran el poder y la riqueza, contra los que excluyen y se apropian de lo
que es o debería ser de todas y todos.
Llega el momento de construir ese último espacio, de
sembrarlo, y llamar a Podemos a que lo secunde, y que se clarifique. Si no lo
hace, será su fin como proyecto, porque la diversidad y los riesgos de
bifurcación son tan grandes, que no vale con jerarquía y mano dura para
gestionarlo. Muy al contrario, necesita mejores hipótesis, otra forma de
organizarse y enraizar entre las clases populares y trabajadoras, y mucha
cintura y pluralismo inteligente. Si se da con la fórmula, puede liberarse
fuerza para ese vector de cambio, y ya dirá la historia quien acertó. Igual
puede pasar, como ha sucedido en la derecha, que frente a una sólo alfombra
corta que no es capaz de atrapar todo un espectro político, quizá varias sí lo
hagan.
Este tipo de fenómenos, de ampliación de opciones
políticas, sólo se han dado a conocer en sociedades muy maduras y estables como
las nórdicas, acostumbradas al consenso y la pluralidad de los gobiernos, con
sistemas electorales proporcionales. En el caso español más bien representa
otra expresión: el proceso de polarización y complejidad política en un
contexto de declive de los partidos del régimen. El mapa político se estira y
se fragmenta en un periodo donde los consensos ya no se admiten. Se trata de
una fase de expresión del conflicto social en una sociedad convulsa y en vertiginoso
cambio. Una fase en que las diferentes opciones de proyecto social, ante la
inestabilidad creciente, deciden mostrarse, liberando sus vectores de fuerza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario