29/11/23

Alfonso Ortí, maestro de la sociología crítica cualitativista, y crítico de la sociedad capitalista de consumo.

 Daniel Albarracín 27/11/2023

https://vientosur.info/alfonso-orti-1933-2023/

Alfonso, para algunos, nuestro Alfonso, fue con mayúsculas un maestro. No, no es categoría heredada, ni una profesión, ni una condecoración formal. El que es maestro es porque ha logrado que varios le consideren como tal, por ser sus pupilos, porque ha generado un vínculo especial, vivo, que hace que un saber y una forma de mirar se vuelque en las nuevas generaciones. Algo que, personalmente, solo le concedo con todas las mayúsculas a dos personas en mi vida. Hay otros, y todas las personas que uno conoce lo son de algún modo, pero no con esta categoría.

A pesar de la conmoción, me aventuro a compartir algunos recuerdos para homenajearlo.

Alfonso Ortí Benlloch, nacido en Valencia en 1933, nos dejó la mañana de este lunes 27 de noviembre de 2023, a los 90 años, fruto de una insuficiencia respiratoria.

Se licencia en Historia en 1955 y se gradúa en Sociología en Madrid en 1958, en el Instituto León XIII. Fue discípulo de José María Jover Zamora. Realiza estudios en Alemania.

Es cofundador de la escuela de Ciencias Sociales, CEISA, de espíritu abierto y crítico, en pleno franquismo, a finales de los 60, al margen de la Universidad, y varias veces clausurada por la censura. Porque contra Franco, hay que admitirlo, se pensaba mejor. Realiza lo que debiera ser su tesis doctoral -y que algún personaje público, que fue alcalde de Madrid, se apropió en sus primeras versiones- sobre el regeneracionismo y la cuestión agraria. Se trata de su En torno a Costa, que solo se publicó como libro mucho tiempo después.


Su desarrollo profesional fue muy prolífico con la colaboración de su maestro, el también sociólogo Jesús Ibáñez, desarrollando estudios sociales y de consumo, aplicando las técnicas cualitativas, entre las que destacan el grupo de discusión, la entrevista abierta en profundidad, la historia oral o la observación participante.

Posteriormente, pasó a ser Profesor no numerario en la Universidad. A pesar de su colosal sabiduría, profundidad investigadora y gran pedagogía, no promocionó, como una forma de resistencia al academicismo. Quien le pudo conocer supo de su inmensa generosidad, modestia, maestría y gigantescas aportaciones.

Fui alumno suyo en la Universidad, donde Alfonso impartió clase en la Universidad Autónoma de Madrid entre 1976 y 1998. Antes dio clase en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM (1968-76). En 1992, cuando yo trabajaba por las mañanas, y asistía por las tardes (a pesar de estar matriculado por las mañanas), le conocí en la asignatura de Sociología, que impartía en la carrera de Económicas y Empresariales. Mi extrañeza por el personaje no pudo ser mayor, ¡se atrevía a pedirnos que hiciésemos una genealogía historificada de nuestra familia! Me dejó profundamente impactado. En poco tenía que ver con lo que, por las mañanas José Juan Toharia nos impartía en la misma asignatura, que, básicamente era demografía.

Fue tanto por él, como por Luis Enrique Alonso, por los que, en gran medida, me decanté por la especialidad de Sociología Económica, a pesar de mis inclinaciones por la teoría económica, porque estamos muy necesitados de afirmar que la economía es fundamentalmente una ciencia social. Así que pude volver a disfrutar de Luis Enrique y Alfonso en 4º y 5º (el primero) y en 5º con el segundo, en 1995 y 1996. También en clases informales a modo de seminario por las tardes, con otros compañeros, y que él, generosamente nos dedicó, fuera de todo programa académico.

Yo quería dejar de estudiar para ponerme a trabajar, pero Alfonso me pidió que siguiera intentándolo, y me animó decisivamente a ello. El próximo año me apunté a un curso de posgrado sin igual: Praxis de la Sociología del Consumo; Teoría y práctica de la investigación de mercados, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UCM. Un curso repleto de contenido, que nos forjó a toda la comunidad en torno a la sociología cualitativista en metodología de investigación social, sociología del consumo, psicoanálisis, sociología histórica, técnicas cualitativas y cuantitativas, y un elenco de docentes completamente inmejorables. Comenzando por el añorado Ángel de Lucas, pasando por el propio y magnífico Luis Enrique Alonso -mi director de tesis-, Fernando Conde, Chema Arribas, Araceli Serrano, Javier Callejo, Cristina Santa Marina, el recientemente fallecido José Miguel Marinas, Javier Izquierdo -que nos dejó demasiado pronto-, y tantos otros. Allí coincidí con grandes amigos, personas brillantes y comprometidas y extraordinarios colegas. Con su hijo Mario Ortí, Rafael Ibáñez Rojo, Alberto Pirís, con los que formé el Colectivo Madrid, estudiando desde la sociología y economía críticas la realidad social madrileña. O amigas y colegas como Begoña Marugán o la inigualable Matilde Fernández. Un curso, que a pesar de ser apenas Titulo Propio, formó escuela entre toda una generación, durante más de 20 años.

Precisamente, cabe decir, su legado extraordinario, fue un manantial dentro de la sociología histórica, el estudio de la estructura social, la sociología del consumo, y la metodología -porque él, ante todo era un metodólogo, que es el fundamento de todo buen investigador-.

Sin lugar a dudas, su visión estructural, y su apasionada oratoria tenían un apoyo claro en sus formidables esquemas relacionales, que reunían un amplísimo saber al vincular siempre complejas dimensiones en clave sociohistórica.

Quiero también mencionar a su pareja, Ángela Mata, con la que coincidí en no pocos actos y manifestaciones, una mujer, sin duda, extraordinaria, a la que también habría que levantar un monumento.

En suma, Alfonso fue un investigador en su juventud, en el campo de la investigación de mercado, por necesidades del guion; a la postre fue más que un profesor o académico, un maestro, artesanal en todo lo que hacía, y una persona comprometida, que creo un movimiento intelectual crítico. Porque, al final y al cabo, él sabía y lo demostraba, admirando a Hegel, inspirándose en Melanie Klein, y siguiendo, en última instancia, a Karl Marx, "los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo".

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